“Es el último año de gobierno de Cristina Fernández, todavía no está claro quién será el candidato del Frente Para la Victoria para sucederla, lo que sí queda claro es que la oposición quemará las naves para favorecer la ingobernabilidad y están dispuestos a cometer cualquier delito ético, moral e intelectual para ello”. Así describía este cronista la situación argentina en #Nisman: el ariete golpista, el 3 de febrero pasado.

El proceso desestabilizador sigue en marcha. “Las viudas de Stiuso” es el nombre por el que se llama a los fiscales federales que alentaron a una “marcha del silencio” para el miércoles 18. Stiuso era el director de una de las secretarías más sensibles de los Servicios de Inteligencia (SI) argentinos y gran abastecedor de datos y “pruebas” para que estos fiscales de prontuarios oscuros pudieran operar en favor de los mandamases del delito en la Argentina.

Lo sorprendente es que a través de campañas mediáticas persistentes se ha conseguido mostrar a estos defensores de los privilegios de la “familia judicial” como héroes impolutos de la institucionalidad. Llegando incluso a provocar que las propias víctimas de estas operaciones judiciales y mediáticas convoquen a la manifestación silenciosa.

Los abyectos

Son muy pocos los fiscales y jueces que se atreven a contradecir los titulares de los diarios de tirada masiva y de los canales de noticias que repiten sus zócalos insidiosos y alientan el descontento y el pánico en la población. Aunque, también es cierto, que muchos defienden las acusaciones de la prensa de muy buena gana y a cambio de financiamiento o de protección mediática.

Este ejército judicial está compuesto por coleccionistas de armas, fanáticos del evangelio y la rectitud, antisemitas, coleccionistas de parafernalia nazi, bon vivants, defensores de los criminales de la última dictadura, encubridores de atentados terroristas, protectores de corruptos, esclavistas, evasores fiscales, traficantes de armas, personas y drogas y conforman el cuerpo ideológico de los estigmatizadores seriales de las clases más humildes de la sociedad.

Pero una sociedad atemorizada a la que la han convencido de que el gobierno de Cristina Fernández protege a delincuentes, financia la vagancia y encubre a terroristas internacionales, está dispuesta a seguir a quien le prometa justicia y seguridad, sin plantearse los costos, ni la verdad que encierran esas promesas falsas.

La subversión

En los años 60 y, sobre todo, en los 70 se acuñó el calificativo subversivos para los movimientos emancipadores que buscaban voltear el statu quo de sociedades históricamente injustas como las latinoamericanas, para poder justificar dictaduras reaccionarias y masacradoras que favorecieran el liberalismo económico y aglutinar el poder en oligarquías cada vez más reducidas.

Ese conservadurismo apostoló el terrorismo de estado y el abandono de soberanía en favor de poderes extranjerizantes. Ellos han sido legitimadores de las peores atrocidades cometidas por el ser humano, emulando a genocidas de otras latitudes.

Pero la democracia argentina educó a su pueblo en otra dirección y aprendiendo de sus propios errores se fue dando gobiernos que avanzaran en la reparación de las calamidades cometidas en décadas anteriores. Gobiernos que osaron enfrentar a los poderes cómplices de las dictaduras y que han terminado por encontrarse en un enfrentamiento directo entre esa oligarquía dispuesta a todo para seguir manteniendo su poder y un pueblo conducido por un gobierno que desenmascara las argucias y los entramados que conformaron esos poderes.

Atendiendo a esto, la subversión que atenta contra la continuidad democrática más extensa de la historia argentina y a la democratización de las instituciones heredadas, viene de los sectores más recalcitrantes de la sociedad, de los aliados de las oligarquías empresariales monopolistas y de los chupamedias de los diplomáticos de embajadas extranjeras.

No puede extrañarnos que los aliados para llevar adelante, y hasta las últimas consecuencias, la denuncia contra la presidenta de la nación argentina, sean diputadas relacionadas (léase financiadas) por asociaciones vinculadas a los partidos republicano y demócrata de los Estados Unidos, cuando no directamente de la CIA y los fondos buitres. Tampoco debería extrañarnos que los jueces que han legalizado al partido nazi en la Argentina sean los que imputen al Vicepresidente y otros funcionarios del gobierno. Así como que la viuda de Videla convoque a la marcha del 18F o la infumable mujer de un torturador y golpista que dijo estar dispuesta a defender la causa de los apropiadores de bebés durante la dictadura.

Epílogo

El fiscal federal Pollicita, bien podríamos confundirnos al tipear su nombre y escribir polichinela, presentó la remake de la denuncia presentada por el fiscal Nisman, intentando obviar los argumentos más insustanciales y sosteniéndose en futuribles de escaso valor procesal. Lo que no debemos dejar de apuntar es que lo hizo en un juzgado, cuyo juez estaba de vacaciones hasta el día 22 y unas horas antes de que comenzara el feriado más largo del año, lo que permitiría que durante varios días no pudiera ser desmentido, refutado, desestimado por el juez Rafecas, que, finalmente, decidió adelantar el regreso de sus vacaciones y recibirá el caso el miércoles próximo. Allí se develará el desenlace, si la Presidenta será finalmente imputada por encubrimiento o el fiscal federal deberá buscar en alguna librería de la avenida Corrientes una novela mejor escrita.

Mientras tanto los medios engañan al pueblo argentino y al mundo, diciendo que CFK fue imputada por encubrimiento. Cuando lo que realmente sucedió es que 10 minutos antes de dejar de ser fiscal federal reemplazante, Pollicita acusó a Cristina Fernández de los mismos cargos que había intentado hacer el fallecido Alberto Nisman. El mundo reproduce esta falacia y los buscadores mantendrán para siempre esta falsedad que ensucia al más alto cargo del poder ejecutivo argentino.

Los que salieron a vociferar reclamando un juicio político se quedarán con las ganas, a menos que Rafecas vuelva desquiciado de sus vacaciones y realimente el fuego de la hoguera mediática y judicial con la que se busca incendiar la democracia argentina. Aunque el periodismo millonario insista en camuflarlo y en llamar paranoicos a quienes denuncian la intentona golpista.

¿Dislate?

¿Acaso, sabiendo que la pista iraní no podía seguir sosteniéndose por falta de pruebas; que siendo Stiuso desplazado de sus funciones y, por lo tanto, perdiendo todos los favores que éste le prestaba; que su carrera para ser Procurador General de la Nación se encontraba totalmente empantanada; que existían rumores de que iba a ser desplazado y cualquier fiscal que hubiera aprobado segundo o tercer año de derecho se hubiera visto en la obligación de acusarlo de encubridor del atentado a la AMIA, como él mismo había hecho con el juez Galeano; que habían presentado una denuncia contra él por traición a la patria y apoyándose en el bastión opositor; el fiscal Nisman no podría haber pergeñado esta denuncia como una manera de pasar a ser una víctima del gobierno y así esconder sus miserias?

Otros artículos del autor sobre el tema:

El terrorismo para voltear a Cristina

Inteligencia, Nisman y las corporaciones

y el ya citado:

#Nisman: el ariete golpista