Tras los últimos y lamentables sucesos de París, Convergencia de las Culturas quiere hacer llegar nuevamente a las poblaciones un llamamiento a proteger entre todos el valor de lo humano más allá de toda diferencia. Un llamamiento a preservar y potenciar lo que siempre impulsó a los pueblos a buscarse, a encontrarse y a conocerse a lo largo de los tiempos….
Más allá de lo impactante de estos hechos, vemos cómo desde hace tiempo están renaciendo oscurantismos y fanatismos, mientras que los elementos más retrógrados de cada cultura aparecen , como inquisidores modernos atizando a las masas.
Hoy más que nunca “las religiones tienen responsabilidades que cumplir para con la humanidad. Hoy tienen el deber de crear una nueva atmósfera psicosocial, de dirigirse a sus fieles en actitud docente y erradicar todo resto de fanatismo y fundamentalismo. No pueden quedar indiferentes frente al hambre, la ignorancia, la mala fe y la violencia. Deben contribuir fuertemente a la tolerancia y propender al diálogo con otras confesiones y con todo aquel que se sienta responsable por el destino de la humanidad. Deben abrirse, y ruego que no se tome esto como una irreverencia, a las manifestaciones de Dios en las diferentes culturas. Estamos esperando de ellas esta contribución a la causa común en un momento por demás difícil.”
Por supuesto, esperamos que este llamado alcance también a gobiernos e instituciones. Y, con especial importancia, a las gentes de prensa, que tan eficiente labor vienen realizando en los últimos tiempos en la generación de un clima de temor a lo diferente, de prevención frente al vecino cuyo color, costumbres y creencias tal vez no coincidan con las propias…
Si todos ellos no se alinean con las fuerzas de la razón y la tolerancia, podremos afirmar sin rodeos que son tan responsables de la violencia como aquellos fanáticos que apretaron el gatillo. ¿O acaso no llevan tiempo alimentando el fantasma de que “nos invaden”? ¿Será que buscan unir frente al inventado “enemigo común” a una Europa que se descompone por sus propias contradicciones?
Por supuesto, esperamos que este llamado alcance también a gobiernos e instituciones. Y, con especial importancia, a alguna gente de la prensa, que tan eficiente labor viene realizando en los últimos tiempos en la generación de un clima de temor a lo diferente, de prevención frente al vecino cuyo color, costumbres y creencias tal vez no coincidan con las propias…
Si no se alinean con las fuerzas de la razón y la tolerancia, se hacen responsables de la violencia y facilitan las cosas a los que aprietan el gatillo. ¿O acaso no llevan tiempo alimentando el fantasma de que “nos invaden”? ¿Será que buscan unir, frente al inventado “enemigo común”, a una Europa que se descompone por sus propias contradicciones?
Y si tanto les preocupa el crecimiento del fanatismo violento, mejor harían en controlar el mercado armamentista, que tan jugosos beneficios dejan a las empresas europeas, en vez de pretender aumentar los controles sobre los ciudadanos comunes.
Pero seremos nuevamente nosotros los pueblos, las personas comunes, las que tendremos la oportunidad de enderezar los designios de esta historia. Es a la la buena gente anónima a la que lanzamos nuestro llamamiento a resistir la violencia, a no dejarnos arrastrar…
¿Lucharemos todos contra todos? ¿Lucharán unas culturas contra otras, unos continentes contra otros, unas regiones contra otras, unas etnias contra otras, unos vecinos contra otros y unos familiares contra otros? ¿Iremos al espontaneísmo sin dirección, como animales heridos que sacuden su dolor o incluiremos todas las diferencias, bienvenidas sean, en dirección a la Nación Humana Universal?
Este es, por tanto, un llamamiento a conocer, a proteger y a cuidar de nuestros más cercanos con indiferencia de su color, costumbres o creencias. Como nos muestra el ejemplo de acción coherente del joven musulmán Lassana Bathily, quien protegió de los atacantes de París a una quincena de judíos… arriesgándose sencillamente por otros seres humanos.
“Los humanistas son internacionalistas, aspiran a una Nación Humana Universal. Comprenden globalmente al mundo en que viven y actúan en su medio inmediato. No desean un mundo uniforme sino múltiple: múltiple en las etnias, lenguas y costumbres; múltiple en las localidades, las regiones y las autonomías; múltiple en las ideas y las aspiraciones; múltiple en las creencias, el ateísmo y la religiosidad; múltiple en el trabajo; múltiple en la creatividad. […]
Pero entre las aspiraciones humanistas y las realidades del mundo de hoy, se ha levantado un muro. Ha llegado pues, el momento de derribarlo. Para ello es necesaria la unión de todos los humanistas del mundo.”