Por María Muñoz para Inspira
Alea iacta est o la suerte está echada o el dado está lanzado, o cómo se lanzaron hace casi cinco años seis letradas para ejercer otra abogacía, que dejara de un lado la precarización laboral del sector, que llamara a quienes buscaban justicia usuarios y no clientes y reivindicara la responsabilidad y el compromiso social del abogado con las problemas de la sociedad. Así nació Iacta, un cooperativa catalana sin ánimo de lucro de asistencia jurídica que tres años después de echar a andar oficialmente está ya formada por seis socias y dos trabajadores.
“Nacimos en las revoluciones de bar”, comenta Ana Muñoz, una de las fundadoras de la cooperativa, quien detalla que en esas numerosas conversaciones fueron discutiendo lo que no les gustaba de su profesión, lo que sí, lo que debería ser el fin último de la abogacía y fueron pergeñando aquello en lo que querían convertirse. “En nuestra profesión hay muchos becarios, a los que muchas veces ni siquiera pagan, incluso en despachos laboralistas; tampoco nos gustaba la mercantilización que se ha ido haciendo del Derecho y que ha ido convirtiendo a las personas en clientes”, explica la cooperativista.
Algunas de las impulsoras tenían más de 14 años de experiencia, la propia Muñoz, cuatro, y todas ellas procedían de los movimientos sociales, donde habían trabajado, colaborado y militado. “ Entendemos que nuestra profesión también tiene que tener una función social, de crítica, de denuncia de lo que ocurre alrededor y el hecho de que todas hubiéramos trabajado o colaborado en asociaciones nos hacía y nos hace que estemos muy al tanto de lo que ocurre a las personas que están más desprotegidas”, indica Muñoz.
Un Derecho integral
La cooperativa comenzó a andar oficialmente en febrero de 2012 para cubrir prácticamente todos las áreas del derecho, desde el penal, de familia, civil, administrativo, laboral o extranjería. Pero en ese paso más de querer ofrecer un servicio con responsabilidad social la cooperativa colabora siempre con otros ámbitos en los que el Derecho requiera de apoyo. “Trabajamos con sociólogos o psicólogos porque tratamos de prestar un servicio integral”, señala Muñoz. Y añade: “Hay muchas personas, como por ejemplo las víctimas de violencia, que si un apoyo y acompañamiento psicológico es muy difícil que puedan iniciar un proceso judicial”.
Desde el principio tenían muy claro que la figura legal de Iacta sería una cooperativa sin ánimo de lucro. “Lo que no quiere decir que no cobremos por nuestro trabajo, sino que en caso de al final del año se hayan generado beneficios estos repercuten en la entidad”, señala Muñoz, quien admite que aún hay mucho desconocimiento, incluso por parte de la Administración, respecto a las cooperativas sin ánimo de lucro. Cada una de las socias y trabajadores recibe un sueldo fijo cada mes y los beneficios se dividen en tres partes: una va destinada a formación, otra a crear una reserva para las épocas con menos trabajo y otra para realizar proyectos propios.
“Estamos trabajando para crear herramientas de protección para las trabajadoras en el ámbito doméstico porque es un colectivo que está muy explotado, que tienen muy pocas garantías laborales y muy pocas se atreven a denunciar”, señala como ejemplo de los proyectos futuros que como cooperativa “de transformación social” tratan de poner en marcha. También habla de la población reclusa y de cómo nadie habla ni cuenta que también las personas presas “sufren explotación laboral” y cómo desde Iacta aspiran a ejercer un Derecho “diferente”.