“No sabemos lo que pasa, y eso es lo que pasa”.
Ortega y Gasset
La política contingente trata sobre temas y conflictos puntuales de coyuntura, lo cual es comprensible dada la urgencia de muchos de estos asuntos. Sin embargo, la urgencia no siempre se corresponde con la relevancia, y actualmente existen muchos asuntos relevantes sobre los cuales no hay debate. En la esfera pública, no se observa discusión respecto de la dirección que pueden llevar los acontecimientos en el futuro. En otras palabras, que aborden los desafíos de la política pensando en un horizonte temporal de -por lo menos- 50 años. Dicho esto, intentemos un breve ejercicio mental para identificar estos desafíos, aún a sabiendas de que esto difícilmente pueda considerarse exhaustivo.
Fijemos previamente el punto de vista. Se atisba por primera vez en la historia la posibilidad de una civilización interconectada a nivel planetario. El aumento de la interdependencia afecta todos los ámbitos de la vida humana y va en dirección -aunque de modo desigual- a que un hecho ocurrido en cierto punto del planeta genere efectos en otro punto. Por ello, considero que el punto de vista necesariamente debe ser planetario si es que busca lograr algún efecto con su acción.
Ahora bien ¿cuáles podrían ser éstas imágenes trazadoras que guíen la política en un horizonte de 50 años? Revisemos algunas posibilidades.
1. Restablecer un nuevo punto de equilibrio entre la ética y la técnica. En las últimas décadas existió un desarrollo científico, y especialmente técnico, que superó todo lo visto anteriormente en la historia humana. Sin embargo, los códigos de conducta sociales e individuales, así como el ordenamiento de las sociedades, no han mostrado una adaptación creciente a la nueva realidad material, generando un desequilibrio entre ambos elementos.
2. Regulación del desarrollo en el tiempo. Se debe dar respuesta a la tensa relación existente hoy entre el desarrollo y el medio ambiente, tendiendo a la generación de condiciones de vida para la especie humana en el momento actual y en el momento futuro.
3. Reducción de los niveles de violencia. Asociado a los desequilibrios que trae aparejado el punto 1, se debiera propender a la construcción de una conciencia noviolenta a escala planetaria, de modo de evitar toda posibilidad de auto-destrucción de la especie. En otras palabras, mecanismos que permitan una garantía de supervivencia. Sin embargo, ello debiera plantearse solamente como un piso mínimo en dirección a la superación de la violencia como modo de relación social.
4. Desconcentración del poder. A pesar de algunos avances aislados observados en la esfera política con la democracia, la mayor parte de nuestras sociedades muestran un creciente nivel de concentración del poder. Quizás el mayor ejemplo de ello sea actualmente la esfera económica, en la que la desigualdad aparece como plenamente arraigada.
5. Multiplicación de la diversidad. En un sistema cerrado, sin interacción con su exterior, la generación y valoración de la diversidad interna es uno de los elementos que podría permitir salidas alternativas en momentos de crisis. Allí donde no se encuentren alternativas o modelos para dar respuesta a posibles crisis civilizatorias, la diversidad será el lugar donde acudir.
Desde ya que estos puntos no buscan ser exhaustivos, y todos ellos son pasibles de ser desarrollados, modificados y criticados. El objeto de la columna no es dar por cerrada una discusión, sino plantear algunos puntos de apertura de la misma, en dirección a construir e instalar imágenes orientadoras de nuestra acción, desde un punto de vista que permita abarcar mayores horizontes temporales. La instalación de estas aspiraciones guía dependerá de la intención para humana para transformar sus propios condicionamientos.