Defensores de derechos humanos de nueve departamentos colombianos certificaron hoy el cumplimiento del cese del fuego decretado de forma unilateral por las FARC-EP, con el propósito de avanzar hacia el fin del conflicto armado.
La suspensión de las acciones bélicas por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) ha sido una bendición para las comunidades que habitamos en tradicionales zonas de enfrentamientos, nos ha traído una calma que hace mucho tiempo no teníamos, manifestó un mensaje del grupo, publicado este lunes por la Red de medios alternativos (Rema).
Adicionalmente los activistas, radicados en localidades del centro y oriente del país, expresaron preocupación por la escalada militar del ejército en varias regiones.
Corroboramos un cumplimiento total de la medida anunciada por el movimiento insurgente desde el 20 de diciembre, pero nos preocupan mucho las acciones del ejército y la policía, particularmente los bombardeos, pareciera que se empecinan en romper por todos los medios con esa tregua, subrayó el texto.
La agrupación guerrillera decidió paralizar sus despliegues ofensivos para minimizar la victimización de la población civil y crear un clima favorable en torno a los diálogos de paz que sostienen con representantes del gobierno desde 2012, conversaciones destinadas a terminar el período bélico.
Hasta el momento la administración de Juan Manuel Santos descartó un silenciamiento de todas las armas, aunque en recientes pronunciamientos el mandatario informó que los negociadores gubernamentales en la mesa de concertación con las FARC-EP iniciarán cuanto antes la discusión de ese tema.
De acuerdo con el anuncio del jefe de Estado, tales debates deberán comenzar durante el ciclo 32 de pláticas, previsto del 2 al 10 de febrero próximos en La Habana, sede habitual de los encuentros.
Tanto el movimiento insurgente como defensores de derechos humanos, actores del escenario político, religiosos y ciudadanos de a pie, demandan la paralización total de los enfrentamientos para reducir progresivamente la conflagración y dejar atrás más de 50 décadas de guerra, como resultado de la cual murieron unos 230 mil colombianos, según cifras oficiales.
El registro general de víctimas incluye a 6,8 millones de personas, en su mayoría desplazados de sus lugares de origen.