La política internacional tiene tantas variables a considerar que muchos hechos resultan sorpresivos. Normalmente los analistas trabajan con referencias intermediadas por los medios de información -grandes y pequeños- y gran parte del trabajo consiste en comprobar la veracidad de esas diversas fuentes que se han consultado. Sobre lo que parece más confiable se hacen estudios de la situación actual, análisis y proyecciones que están basadas en los datos que nos han llegado. Pero en raras ocasiones se tiene acceso a las corrientes de información subterráneas y cuando afloran a la superficie provocan asombro. Es lo que pasó, para citar un hecho paradigmático, con la derrota y caída del dictador Reza Pahlevi, en Irán en 1979, algo inesperado y considerado imposible por los servicios de información de las dos principales potencias que protagonizaban la Guerra Fría. Imprevistamente ocurrió y empezamos a hablar del Ayatollah Jomeini y del nuevo régimen donde la religión y la política aparecían en el panorama internacional de la modernidad para dar vuelta muchas creencias. Algo similar es lo que ocurrió ahora en las relaciones entre dos países divorciados por cuestiones ideológicas como es el caso de la Cuba socialista y los Estados Unidos de Norteamérica, máxima expresión del capitalismo.
Sobre este tema hay algunas cosas que decir. En primer lugar, que es una decisión trabajada por el Vaticano, la diplomacia más experimentada del mundo, como intermediario respetado por ambos países. En estos 53 años de desencuentro hubo varios intentos de mediación que no prosperaron, como el de Arturo Frondizi con John F. Kennedy y Fidel Castro; los representantes de JFK y Nikita Kruschev durante la crisis de los misiles en 1962, que evitó una confrontación nuclear pero no mejoró la relación entre los países americanos. Y, probablemente otros que desconocemos. Esta vez, un líder espiritual ha conseguido lo que la política no pudo conseguir.
En segundo término -esto habla bien del género humano-, el acercamiento entre estos dos Estados emblemáticos ha sido tomado con alegría por casi todos los países y sólo resistieron la medida en el interior de los Estados Unidos los políticos republicanos más recalcitrantes.
En tercer lugar, este acercamiento entre los dos estados comenzó con gestos humanitarios importantes como el intercambio de prisioneros. La liberación fue simultánea con el anuncio en los dos casos. Una forma de demostrar seriedad y buena voluntad.
En cuarto término, está la cuestión económica. En su alocución, Raúl Castro dijo: “Hemos acordado el restablecimiento de relaciones diplomáticas” y luego mencionó el hecho de que “ahora en Cuba, llevamos adelante, pese a las dificultades, la actualización de nuestro modelo económico para construir un socialismo próspero y sostenible”. Digamos de paso, que el país caribeño siempre quiso reanudar relaciones.
Otros puntos relevantes del discurso de Raúl Castro fueron los siguientes: “Al reconocer que tenemos profundas diferencias, fundamentalmente en materia de soberanía nacional, democracia, derechos humanos y política exterior, reafirmo nuestra voluntad de dialogar sobre todos esos temas.”
Respecto del asunto más importante que queda pendiente, Castro lo señaló y sutilmente indicó una salida: “El bloqueo que provoca enormes daños humanos y económicos a nuestro país debe cesar. Y aunque esta medidas han sido convertidas en ley, el presidente de los Estados Unidos puede modificar su aplicación en uso de sus facultades ejecutivas.”
Este acercamiento que muchos ilusionan como un cambio de etapa no toca el tema de fondo que es, precisamente, el bloqueo económico de los Estados Unidos a la isla socialista. En el contexto de que Barak Obama se va, tal vez se atreva a levantarlo, pero esto dependerá del análisis de las repercusiones de las actuales medidas en la población de origen latino de cara a las próximas elecciones.
Ponderando con desapego, no hay un final de la Guerra fría como se ha dicho, sino el comienzo de una etapa que tendrá repercusiones positivas para el partido Demócrata que venía de capa caída desde las últimas elecciones. Con este gesto hacia los votantes de habla hispana, que se suma a la medida positiva, aunque un tanto mezquina, de legalizar a cinco millones de inmigrantes, muchos de los cuales viven en el estado de La Florida, Obama le abre una puerta al futuro candidato demócrata en un distrito clave. También abre la suya para una salida digna.