Emily Kenway fundó el portal Amazon Anonymous a comienzos de 2014 y a su campaña navideña para no comprar en la tienda online se han sumado más de 11.000 personas.
Según esta web, las pérdidas para la compañía en Reino Unido pueden superar los tres millones de libras.
Por Paula Corroto para Diario Turing
Todo empezó con una protesta en change.org en diciembre de 2013. La activista Emily Kenway, de 28 años, pedía que mejoraran las condiciones laborales para los trabajadores de Amazon en Reino Unido. Los motivos principales: los salarios no superaban el llamado Living Wage, la cantidad mínima estimada por la Fundación Living Wage, dependiente de Citizen UK, para poder sobrevivir en este país y que está fijada en 9,15 libras a la hora en Londres y en el resto del país en 7,85 libras. A la petición se sumaron más de 65.000 personas y dio pie a la creación de Amazon Anonymous (A.A.), una web desde la que Kenway ha emprendido ahora un boicot para que no se compre en la tienda durante las navidades.
Y la campaña está dando un gran resultado. En esta última semana se han adherido más de 11.000 personas y, según los datos que se ofrecen, las pérdidas para la compañía de Jeff Bezos podrían alcanzar más de 3,5 millones de libras. Un agujero gigante.
Los llamamientos a la causa están clarificados en la propia web de A.A: además de no pagar el salario mínimo –en Amazon dicen que pagan 7,39 libras a la hora y que se puede llegar a las 8,90 libras después de 24 meses de trabajo-, denuncian la precarización del empleo, ya que Amazon sitúa sus almacenes en zonas deprimidas donde no hay otra alternativa para los trabajadores. También critican que la multinacional no paga impuestos en Reino Unido, a pesar de haber conseguido más de 7.000 millones en ventas solo entre 2009 y 2011. Y, por último, sostienen que es la principal responsable del cierre de librerías en este país –una a la semana- al tirar los precios de los libros (en Reino Unido este precio es libre).
Desde eldiario.es hemos preguntado a Amazon, pero no han querido manifestarse: «No tenemos ningún comentario al respeto, ni estamos emitiendo ningún pronunciamiento oficial ni siquiera en Reino Unido».
Una licenciada en música
Kenway no es una desconocida entre los medios británicos, donde en ocasiones la han asociado con el movimiento Occupy Wall Street. De hecho, esta licenciada en Música por el Royal College de Londres y en Ciencias Políticas por la Universidad de Londres – según sus datos en la red social Linkedin-, ya ha participado en campañas contra BP, BAe, Shell y BT. Ha trabajado también en organizaciones humanitarias, ONG y es una firme defensora de las «políticas verdes» de los partidos (aunque no aparece como militante de ninguno). Sólo hay que seguir su cuenta en Twitter para conocer su compromiso con esta causa. En la actualidad es consultora en la empresa Good Business que se encarga de asesorar a empresas en desarrollo estratégico, marketing social, comunicación y diseño creativo, entre otras funciones.
«Quiero concienciar a la gente sobre cómo los beneficios que puede sacar una compañía no están ni remotamente relacionados con lo que se le paga a los trabajadores en los rangos más bajos de la empresa. Quiero intentar cambiar la cultura de las empresas», afirmaba hace un par de años en un reportaje en The Telegraph, en el que también sopesaba las acciones a través de webs como change.org: «En comparación con la acción directa, es algo mucho más manso. Y no es que hagas la acción y eso dé resultado inmediato, pero creas un diálogo interno». Es decir, una disensión, un runrún que puede ir a más.
En España: buenas previsiones
Precisamente, la iniciativa contra Amazon también está dando sus frutos porque se ha aprovechado de un movimiento latente. Desde hace meses otras ONG están llamando la atención sobre las políticas salariales de la empresa en países como Reino Unido, Francia o Alemania. Se han emitido reportajes y se han publicado libros como En los dominios de Amazon, de Jean-Baptiste Malet, en los que se denuncian esos bajos sueldos o cómo la empresa esquiva los impuestos al tener su sede fiscal en países como Luxemburgo, con mejores condiciones fiscales.
Tim Hunt, de Ethical Consumer, ONG que se ha sumado a la campaña de Amazon Anonymous, decía recientemente a The Guardian que ellos llevan dos años de boicot, ya que «la evasión fiscal agresiva de Amazon hace un daño increíble. En estos tiempos de austeridad es vital que las empresas paguen sus impuestos, algo que Amazon desgraciadamente no hace».
En España, sin embargo, no hay una crítica tan unánime –más allá de la del propio gremio de libreros-. También es cierto que, a pesar de que el comercio online sigue en alza – un 29,2% en 2013 más que en 2012, según datos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC)– no depende tanto de esta tienda.
Solo en libros en Reino Unido su cuota de mercado supera el 60% mientras que en España no alcanza el 40%. Por ello, según fuentes de la compañía, «van a ser las mejores navidades para el comercio online de la historia». De hecho, según los datos que han aportado a eldiario.es, «el día de más ventas del año pasado recibimos más de 130.000 pedidos en un sólo día. Esta cifra ya la hemos superado este año», y para estas fechas se han contratado a 440 personas.
El boicot, que durará hasta el 25 de diciembre, medirá, sin embargo, la impopularidad alcanzada por Amazon en este 2014.