Por Gustavo Ruz.-
La noche del lunes 1 de diciembre, la cúpula gobernante en Chile confirmó formalmente –con la acostumbrada sobredosis de eufemismos- que no promoverá Asamblea Constituyente sino algunas reformas a la actual constitución desde el parlamento. Este procedimiento no será participativo, ni democrático, ni institucional.
Como lo dijimos desde el primer día, sólo nos queda luchar para no permitir que el gobierno, ni el parlamento, ni ningún poder fáctico nos arrebate nuestro sagrado, legítimo, inalienable e irrenunciable derecho a la autodeterminación, esto es, a la convocatoria de una Asamblea Constituyente que sea fiel expresión de la soberanía popular y nacional.
Sólo una Asamblea Constituyente puede generar una Constitución política verdaderamente representativa de la voluntad soberana de los pueblos de Chile.
Es inaceptable que el actual parlamento, electo por menos del 42% de los electores, pretenda elaborar una nueva Constitución.
La mayoría parlamentaria ha demostrado su incondicional obediencia a los poderes fácticos, a las transnacionales mineras y al capital financiero, que saquean nuestros recursos naturales, especulan con nuestros fondos previsionales, dañan el ambiente, discriminan a los pueblos originarios, explotan a los trabajadores.
Más del 90% de la ciudadanía desconfía o rechaza el desempeño del parlamento. A una institución con tal desprestigio no podemos confiarle la Constitución que queremos para Chile.
Si el parlamento tramita una “nueva Constitución”, estará usurpando la facultad de un poder constituyente originario, que no le reconoce el actual ordenamiento jurídico impuesto en dictadura.
¡Aquí hay trampa!
Quieren hacer algunas reformitas a espaldas del pueblo, como las que hizo Lagos el año 2005, y presentar aquello como “nueva Constitución”, sin cambiar la esencia del régimen económico y social: el capitalismo salvaje.
Es inaceptable que el parlamento nos arrebate la potestad del poder constituyente originario, único autorizado para generar una nueva Constitución.
En un proceso constituyente, toda la ciudadanía, sin exclusiones, podrá participar y decidir efectivamente una forma de convivencia democrática que nos permita terminar con la desigualdad y la injusticia social, alcanzar el bienestar humano en armonía y respeto por la madre tierra y lograr la verdadera independencia y soberanía nacional.
Invitamos a formar ya, ahora mismo, una agrupación ciudadana en tu barrio o lugar de trabajo. Pide el apoyo de tu organización social, agrupación estudiantil, política o cultural. Exige Asamblea Constituyente.
El poder constituyente somos todos los ciudadanos.
El poder constituyente originario eres tú!