La juventud transita por caminos tan diversos que es muy difícil definirla. No sabemos si ser joven es sinónimo de inexperiencia o de grandeza. De ceguera o de nobleza. Su encanto y deleite por la vida los llevan a ser únicos en una época de cambios constantes pero trascendentales, en donde las condiciones económicas, políticas y sociales del momento los han llevado a repensar su lugar en el mundo. Hoy resulta llamativo y recurrente que los jóvenes salgan a las calles a exigir reivindicaciones a nivel educacional y laboral, cuando esto era impensable hace poco más de 50 años. Ahora el joven de hoy ya no es el mismo de ayer, ya no es aquel revolucionario que con sus ideales apasionados quería cambiar el mundo y transformarlo a su medida, a su antojo. Al contrario, hoy en día ha surgido un nuevo joven más realista pero sensible a los problemas que lo rodean: es más inquieto y ansioso. Es como una estrella fugaz que con su llamarada ilumina lo que está a su alrededor y que se resiste a desaparecer.
Los cambios en las condiciones de vida que han conducido a la creciente marginalización y la pobreza en distintos sectores de la población de América Latina, han llevado a redefinir una vez más el concepto de juventud. Precisamente, en el libro que abarca con mayor amplitud los distintos tipos de comportamientos de los jóvenes de México, la coordinadora, Rossana Reguillo, señala que “existen claramente dos juventudes: una, mayoritaria, precarizada, desafiliada de las instituciones y sistemas de seguridad (educación, salud, trabajo, seguridad), sobreviviendo apenas con los mínimos, y otra, minoritaria, conectada, incorporada a los circuitos e instituciones de seguridad y en condiciones de elegir.”
Estos hechos llaman la atención por si solos, ya que hace que muchos jóvenes no se interesen por su historia y por su futuro. Viven prendidos al presente. Se aferran al momento que están viviendo. Miran con desconfianza las instituciones políticas que los rigen y muestran cierta desazón por un pasado que desconocen por completo. Justamente, el escritor colombiano William Ospina, en su ensayo titulado: “preguntas para una nueva educación”, expresa que “muchos jóvenes ingleses no creen que Winston Churchill haya existido, y muchos jóvenes norteamericanos piensan que Beethoven es simplemente el nombre de un perro o Miguel Angel el de un virus informático. Hace poco tuvo una larga conversación con un joven de veinte años que no sabía que los humanos habían llegado a la luna, y creyó que lo estaba engañando con esa noticia.” Este desconocimiento y falta de espíritu indagativo es tal vez el producto de una mezcolanza entre un pasado que no vivieron y un presente que aún no terminan de vivir. Esa incapacidad propia de entender que si no miramos el pasado estamos condenados a vivirlo nuevamente.
Ser joven es verse enfrentado a las turbulencias propias de un mundo, en el que la juventud lucha por posicionarse como un actor relevante en la sociedad. Trata de no dejarse arrinconar por quienes no creen en su fuerza de espíritu, en su ímpetu. A pesar de ello, las cifras no son alentadoras para los jóvenes en el mundo. Se estima que unos 20 millones de jóvenes en la región no estudian ni trabajan, debido en gran parte a la frustración y el desaliento por la falta de oportunidades en el mercado laboral. Estos datos no arrojan los mejores resultados, pero pueden llegar a ser una radiografía de lo que viene sucediendo con este importante sector de la sociedad. Es hora de que entendamos que la juventud es el mayor tesoro que hay que saber conservar para cosechar con el tiempo los mejores frutos. Sus rabias, algarabías, gritos y sonrisas los convierten en personas únicas e irreemplazables. Desde luego que no son perfectos, cometen errores, y eso es lo que más les gusta: cometer locuras. Tal vez muchas personas que ya no son tan jóvenes miren con desconfianza y pavor aquella masa de jóvenes que transitan a diario por las calles, colegios y universidades realizando toda suerte de piruetas o balbuceando palabras ininteligibles. Esto y mucho más son los jóvenes.
En pocas palabras, «Sí eres joven tienes que saber esto: la vida se te escapa y se va minuto a minuto, no puedes ir al supermercado y comprar vida, entonces lucha por vivirla», palabras del presidente de Uruguay, José Mujica en su discurso al recibir la distinción Orden Nacional al Mérito en grado de Gran Collar en Ecuador, en medio de un sentido homenaje del pueblo de Guayaquil durante el traspaso de la presidencia pro témpore de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR).