Lo dijo la titular de la Defensoría de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales, la primera en tu tipo en América Latina. «Muchas veces», agregó, «las personas no se animan a reclamar porque sienten que del otro lado no hay un conocimiento específico y creemos que este espacio va a motivar el acercamiento a la justicia».
Por Matías Máximo para Infojus Noticias / Fotos: Mariano Armagno
Flavia Massenzio sabe que las leyes pueden interpretarse y reinterpretrarse para lograr que la igualdad social y sexual se refleje en una igualdad jurídica. Y que si las leyes no existen todavía, puede escribirlas. Desde hace pocas semanas se convirtió en la primera defensora de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales de América Latina.
La Defensoría funciona desde comienzos de diciembre en la Ciudad de Buenos Aires, en el segundo piso de avenida de Mayo 881. ¿Por qué es necesaria una entidad especial LGBT? “El trabajo de esta Defensoría no tiene que ver solo con acceder a la justicia, sino también con acompañar a las víctimas y proponer políticas públicas para modificar la situación que generó la violación de sus derechos. Muchas veces las personas no se animan a reclamar porque sienten que del otro lado no hay un conocimiento específico y creemos que este espacio va a motivar el acercamiento a la justicia”, dijo Flavia en la inauguración.
La flamante defensora ya tiene una pila de casos para amparar: su archivo está con ella desde el momento en que se acercó a la Federación Argentina LGBT en 2005, para trabajar como voluntaria haciendo amparos cuando el matrimonio igualitario era el reclamo de las marchas del orgullo. Entonces, la organización había afilado un mecanismo:
-Primero era ir a pedir un turno en el registro civil: soy mujer y me quiero casar con otra mujer. Te decían que no. Pedíamos el consentimiento por escrito. “No te lo damos”. Íbamos con dos amigos de testigos y con el papel hacíamos un amparo por actos discriminatorios. Si un juez interpretaba que no estaba prohibido expresamente casarse lo aprobaban. Si interpretaba que no, te lo denegaban.
La Federación había hecho una convocatoria para que abogados voluntarios que quisieran participar del patrocinio de amparos y Flavia se unió para quedarse: “Sacábamos amparos como una máquina. No éramos muchos abogados en ese momento, pero al poco tiempo me sentí que formaba parte más allá de la parte legal, ya me pensaba como activista y militante”.
Primero se recibió en derecho empresarial y comercial en la Universidad de Buenos Aires. Fue abogada de una empresa que importaba y vendía autos. Después se anotó en cantidad de seminarios: más derecho comercial y legislaciones. El día que se acercó a la FALGBT, el deseo de ayudar a otros estuvo enhebrado al de encontrarse:
-Hoy cuando hablo en una charla me presento como lesbiana, porque entiendo la importancia de visibilizar algo que estuvo oculto y marginado. Por ahí se preguntan ‘para qué tiene que decir su sexualidad’. Creo que por ahí una mujer que está en el fondo puede escuchar y sentir que no es la única y animarse a conectar con su deseo sin tanto miedo. Vengo de un pueblo chico de la provincia de Buenos Aires y en principio llegar a la Ciudad fue como un exilio. Cuando me identifiqué con personas que estaban conmigo y me sentí acompañada se hizo más liviano. Incluso me enamoré, me casé y tuve una hija con una compañera que me entiende las horas que le dedicó al trabajo y la militancia. Porque ella está en la misma».
Flavia está trabajando en una tesis para recibirse en el máster de Comunicación y Derechos Humanos de la Universidad Nacional de La Plata. Al derecho comercial hoy lo ve de lejos, y entiende que tiene que ver con sus compañeros de la FALGBT, sobre todo con María Rachid, actual legisladora porteña por el Frente para la Victoria: “Ella me enseñó a ir a fondo para conseguir los derechos. A interpretar de manera diferente a lo que el Poder Judicial nos decía que ‘no’. A decirles ‘acá no dice no, y si no dice no es sí’. Estoy agradecida por transmitir esa fuerza”.
Una Defensoría con bandera multicolor
La Defensoría nace de un convenio entre el defensor del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, Alejandro Amor, con a la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales (FALGBT). Funcionará como centro de atención integral de asesoramiento, reclamos y denuncias articulando con las áreas y recursos de la Defensoría Porteña. El espacio es el primero que se constituye como una Defensoría LGBT dentro de las competencias de una Defensoría del Pueblo de la Ciudad, aunque hay antecedentes en Guatemala y Nicaragua de defensorías que dependen de la Procuraduría de Derechos Humanos y el área de Diversidad Sexual de la Defensoría del Pueblo de Bariloche.
Al costado de la oficina, pulmón de manzana, los aires acondicionados de los pisos altos hacen un goteo constante al patiecito. En una de las salas un grupo de asistentes piensa en un escrache a un local de comidas rápidas que discrimina: se van a dar besos de protesta. A Flavia esta semana le sonó el teléfono de madrugada porque en Santiago del Estero asesinaron por odio a una joven trans. Tiene proyectos que inyectan brillo a sus ojos: “Ya tenemos muchas leyes y batallas ganadas como la Ley de Identidad de Género, que nos pone a la vanguardia en todo el mundo. Ahora hay que hacer que las leyes se cumplan íntegramente y conquistar más derechos hasta ver una igualdad real. Y no solo se trata de leyes LGBT sino de activar para un cambio cultural, que es algo que se construye todos los días con integración. Queremos que frene la violencia a lo diferente, por eso peleamos por una ley de antidiscriminación que focalice lo LGBT. Queremos acceso a la salud y al trabajo. Por eso vamos a seguir con alegría dando la lucha y vamos por una defensoría en cada provincia”.