Escocia está rompiendo el encubrimiento que ahoga nuestro pensamiento político. Traigan la primavera de las tierras altas al sur.
Por George Monbiot para el The Guardian, Miércoles 3 de diciembre de 2014
Saquen los violines. El programa de reforma agraria anunciada la semana pasada por el gobierno escocés es el final de la vida civilizada en la Tierra, si le creemos a la prensa corporativa. En un país donde 432 personas poseen la mitad de la tierra rural, todo cambio es estalinismo. The Telegraph ha publicado una serie de advertencias – insistiendo, por ejemplo, que la caza de los venados y de los urogallos podría llegar a su fin si se introducen impuestos a los negocios de las fincas deportivas. ¿Todavía no se ha conmovido usted hasta las lágrimas?
Sí, las fincas deportivas – donde las personas más ricas de Gran Bretaña, o jeques del petróleo y los oligarcas de otros lugares, disparan a los urogallos y venados – están exentas de impuestos a los negocios, un regalo del gobierno de John Major en 1994. David Cameron ha sido tan generoso con uestro dinero: mientras corta los servicios esenciales para los pobres, casi ha duplicado el subsidio público para los páramos ingleses donde habitan los urogallos, y congelado el precio de las licencias para uso de escopetas, a un costo público de £ 17 millones al año.
Pero esto es un pequeño cambio. Hablemos sobre el dinero real. El gobierno de Westminster afirma defender una sociedad empresarial de creadores de riqueza y de familias trabajadoras, pero las verdaderas recompensas e incentivos son para las ganancias. El poder y la majestad del Estado protege a la clase patrimonial. Un retorcido y desvencijado manto democrático apenas cubre el viejo cuerpo corrupto de la nación. Aquí, manifestantes pacíficos todavía pueden ser arrestados bajo la Ley Real 1361 de los Magistrados de Paz. Aquí, la Ley Real 1424 de Minas da a la corona el derecho de todo el oro y la plata en Escocia. Aquí, el “Remembrancer” de la ciudad de Londres se encuentra detrás de la silla del Orador en la Cámara de los Comunes para proteger los derechos de una sociedad anónima que data de antes de la conquista normanda. Esta es una nación esencialmente feudal.
No es ninguna coincidencia que las dos formas más regresivas de impuestos en el Reino Unido – el conjunto de impuestos municipales y el pago de los subsidios agrícolas –, ambos favorecen a los principales dueños de la propiedad. La nivelación del conjunto de impuestos del consejo asegura que los propietarios de pisos con valor de 100 millones de libras en Londres paguen menos que los propietarios de casas de £ 200.000 en Blackburn. Los subsidios agrícolas, que siguen siendo ilimitados, como resultado de la presión ejercida por el gobierno de Westminster, se aseguran de que todos los hogares en Gran Bretaña den £ 245 al año a las personas más ricas del país. El sistema de pago único por finca, en virtud del cual se les paga a los propietarios de tierras por hectárea, es el restablecimiento de un impuesto medieval llamado ayuda feudal, un impuesto que los vasallos tenían que pagar a sus señores.
Si este es el gobierno de la empresa, no de la renta, pregúntese por qué el impuesto sobre las ganancias del capital (28%) es inferior a la tasa máxima del impuesto sobre la renta. Pregúntese por qué las más grandes residencias, aunque su valor puede elevarse por millones, son totalmente exentas. Pregúntese por qué los propietarios rurales suelen ser excusados del impuesto sobre las ganancias del capital, del impuesto de sucesiones y del impuesto sobre la renta durante los primeros cinco años. ¿La sociedad de la empresa? Es una estafa diseñada para crear la ilusión de una sociedad en movimiento.
El programa de gobierno de Escocia es el primer intento serio de abordar la naturaleza de la tenencia de tierras en Gran Bretaña desde el presupuesto de David Lloyd George de 1909. Algunos de sus objetivos suenan sumamente radicales hasta que se entiende el contexto. Por ejemplo, se tratará de descubrir quién posee la tierra. ¿Gran cosa? Sí, de hecho, lo es. Hasta el momento se han identificado solo al 26% de los dueños de tierras en Escocia.
Vaya a cualquier alcaldía en Francia o ayuntamiento en España y se le mostrará los registros atastrales que solicite, en los que se nombran todas las tierras y sus propietarios. Cuando la revista Land trató de hacer lo mismo en Gran Bretaña, se encontró con que había un mapa catastral completo disponible en la biblioteca local que podía ser fotocopiada por 70p. Pero fue hecho en 1840. Incluso con la ayuda de expertos, le tomó a la revista varias semanas de lucha contra la obstrucción oficial y la ofuscación, y casi £1.000 para descubrir quién poseía los 1,4 kilómetros cuadrados alrededor de sus oficinas en Dorset. Se descubrió que los antiguos registros se habían cerrado y alejado de la vista del público, a instancias de una clase terrateniente que deseaba permanecer como exentos del escrutinio público, así como de los impuestos. (Los propietarios sí que se acercan bastante cuando solicitan a la agencia subvenciones de pagos rurales, que cuenta con un completo [aunque inalcanzable] registro de sus propiedades agrícolas.)
¿Qué clase de país es éste, en el que no se puede descubrir quién es el dueño de la tierra bajo sus pies?
El Gobierno escocés considerará desmoronar los grandes latifundios cuando éstos impidan las perspectivas de la población local. Además, proporcionará más ayuda a las comunidades para comprar la tierra que los rodea. Compare su promesa de “una distribución más justa, más amplia y más equitativa de la tierra” con la visión del gobierno de Westminster de “mayor competitividad, incluyendo la consolidación” – lo que significa un aumento continuo en el tamaño de las parcelas.
El número de propiedades en Inglaterra está ahora cayendo en un 2% al año, lo que es, posiblemente, la concentración más rápida del número de titulaciones desde las acciones de encerramiento.
Considere usted la determinación de Escocia de abrir la cuestión de los impuestos a la propiedad, lo que podría conducir al único sistema que es justo y completo: tributación al valor de la tierra.
Compárelo con la “picadura de pulga” del impuesto a las mansiones, propuesto por Ed Miliband, que, a pesar de que recupera solo un pequeño porcentaje de los ingresos no derivados del trabajo de los propietarios más ricos, ha indignado tanto a la clase social de propietarios que algunos de ellos (sí, Griff Rhys Jones, estoy pensando en ti) han amenazado con abandonar el país. ¡Que se vayan!
El gobierno escocés podría abordar el caos especulativo que destroza el campo al tiempo que construye las casas que la gente necesita. Podría desafiar a un sistema en el que pésimas casas se construyen con grandes gastos, en parte debido a que el precio de la tierra ha aumentado del 2% del costo de una casa en la década de 1930 al 70% actual. Podría ser que haga que la tierra sea de propiedad pública para asegurar que los nuevos desarrollos se construyan por y para los que van a vivir allí y no para el beneficio de las grandes constructoras. Podría prevenir que las montañas sean quemadas y sobrepastoreadas por una clase terrateniente que solo se preocupa por el número de venados y urogallos se pueden empaquetar, y el derecho a alardear de estas ganancias en los clubes de Londres. Como Escocia – donde el feudalismo no fue legalmente abolido hasta 2000 – se está convirtiendo en una nación progresista, moderna, está dejando estancada a Inglaterra en el pasado pre-democrático.
Escocia interrumpe groseramente el silencio que se ha venido manteniendo, y que ahoga el pensamiento político en el Reino Unido. Es por esto que los oligarcas que son dueños de los medios de comunicación odian todo lo que está sucediendo allí: al sur de la frontera, sus intereses están siendo expuestos de una manera insoportable.
Durante siglos, Gran Bretaña ha sido un estado para el bienestar del capital patrimonial. Es hora de que terminemos con eso y rompamos esa cultura de deferencia que nos mantiene en nuestro lugar. Traigamos la primavera de las tierras altas al sur, y empecemos a discutir algunos temas difíciles.
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