Por: Alejandro Torres Rivera.-
De acuerdo con una de las leyes de la dialéctica materialista, los grandes cambios cualitativos siempre han estado precedidos de numerosos cambios cuantitativos. Estos cambios cuantitativos en muchas ocasiones se desarrollan de manera casi imperceptibles. De ahí que cuando se produce un cambio cualitativo, en la mayoría de los casos éste nos sorprenda preguntándonos cómo ha sido posible llegar al mismo sin percatarnos de su eventualidad. Los cambios cualitativos constituyen importantes hitos en el desarrollo de las relaciones sociales, políticas y económicas. Impactan la historia con tanta fuerza que sus efectos suelen medirse a través de generaciones hasta que otros cambios de igual contenido y naturaleza ocupen el nuevo escenario histórico.
En el contexto hemisférico, uno de esos grandes cambios cualitativos durante el pasado siglo fue el triunfo de la Revolución Cubana el 1ro. de enero de 1959. Para los pueblos de América Latina, la Revolución Cubana constituyó un importante paradigma anti imperialista y un ejemplo a seguir en la defensa de la soberanía nacional y la justicia social. Tal triunfo, sin embargo, generó su contrario desatando la reacción imperial, promoviendo dictaduras que sembraron de muertes y desolación los pueblos que se rebelaban contra sus designios, y claro está, recurriendo a todo tipo de mecanismos dirigido a revertir las conquistas alcanzadas por los pueblos en lucha.
A raíz del triunfo de la Revolución Cubana, diversas medidas de naturaleza económica y política adoptadas por el nuevo Gobierno Revolucionario llevaron al deterioro de las relaciones entre Estados Unidos de América y la República de Cuba. La razón de ser de tales medidas fue el compromiso contraído desde sus inicios por la Revolución Cubana con los obreros, campesinos y sectores de la pequeña burguesía patriótica y anti imperialista, dirigidos a atender las grandes necesidades de su población así como la defensa de su soberanía nacional. La respuesta de Estados Unidos a las medidas adoptadas por la naciente Revolución culminaron en la ruptura de relaciones diplomáticas entre ambos gobiernos a partir de enero de 1961. A la ruptura de relaciones siguieron otras medidas de naturaleza económica y militar con las cuales Estados Unidos pretendía someter la voluntad de lucha del pueblo cubano
Entre las medidas económicas, efectivo a las 12:01 de la mañana del día 7 de febrero de 1962, el gobierno de Estados Unidos de América tomó la decisión de imponer sobre la República de Cuba un embargo de sus bienes financieros dentro del territorio estadounidense y de bloqueo económico contra el país. Al día de hoy la mayoría de tales medidas permanecen en vigor a pesar de las múltiples resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas condenando el Bloqueo y pidiendo el cese de las sanciones adoptadas por Estados Unidos contra la República de Cuba. De hecho, el pasado mes de octubre, la Asamblea General de las Naciones Unidas votó, una vez más, una resolución con el apoyo de 188 países, dos en contra y tres abstenciones, una resolución condenando el boqueo impuesto por Estados Unidos contra Cuba.
La Carta de las Naciones Unidas en su Artículo 1, Inciso 2 establece que las relaciones entre las naciones deben estar basadas en el respeto al principio de igualdad de derechos y libre determinación de los pueblos. Por su parte el Artículo 2, Inciso 4 dispone que los miembros de las Naciones Unidas deben abstenerse en sus relaciones internacionales de la utilización de la amenaza o uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier estado o de otras medidas inconsistentes con los propósitos de las Naciones Unidas.
El Artículo 6 de la Carta de la Organización de Estados Americanos, contempla que ¨ningún Estado puede usar o estimular el uso de medidas económicas, políticas o de cualquier tipo, para coartar a otro Estado a fin de obtener de este la subordinación al ejercicio de sus derechos soberanos.¨
Las medidas de bloqueo establecidas por el gobierno de Estados Unidos a lo largo de más de medio siglo, además de violar la legalidad internacional, han conllevado para la República de Cuba efectos económicos que se calculan ascienden a más de 116,800 millones de dólares, mientras que las multas impuestas por Estados Unidos a entidades que mantienen relaciones con Cuba sobrepasan la suma de 11,500 millones de dólares.
La discreción con la cual contó en un momento el Presidente de Estados Unidos para levantar totalmente las sanciones económicas contra la República de Cuba quedó limitada mediante la Ley para la Democracia en Cuba (Ley Torricelli) de 1992 y la Ley de Libertad y Solidaridad Democrática (Ley Helms Burton) de 1996. Hoy corresponde tal facultad al Congreso y al Senado mediante legislación que ha de firmar el presidente de Estados Unidos. Sin embargo, aún así, el Presidente cuenta con el poder de hacer más flexibles con relación a Cuba algunas de las medidas que al presente existen.
Resulta del todo contradictorio que estados políticos con sistemas económicos diferentes al sistema económico de Estados Unidos, particularmente países con los cuales este último sostuvo profundas discrepancias de naturaleza política, económica, ideológica y militar como son los casos de la República Popular China y la República Socialista de Vietnam, a pesar de ese pasado conflictivo, hoy Estados Unidos sostenga relaciones políticas, comerciales y diplomáticas plenas, con beneficio común con cada uno de dichos Estados, habiendo normalizado sus relaciones.
El diferendo político entre Estados Unidos y la República de Cuba al presente constituye un resabio de la Guerra Fría ya concluida desde finales del pasado siglo entre las principales potencias a escala global. El discurso oficial de Estados Unidos hacia Cuba desde la década de 1960 sigue sosteniéndose en la histeria anti comunista típica de la era el macartismo en dicho país. A lo anterior se suma, al menos hasta hoy, la insistencia de Estados Unidos de que Cuba es un Estado que practica el terrorismo a pesar de que no cuenta con pruebas que sostenga la acusación. Por el contrario, si algo ha distinguido a Cuba son sus esfuerzos dirigidos en las pasadas décadas a servir de interlocutor y mediador en la solución de importantes conflictos armados en la región provocados y sostenidos por dictaduras y gobiernos afines a los intereses de Estados Unidos.
La normalización de las relaciones políticas, económicas, diplomáticas y comerciales entre Estados Unidos y Cuba anunciada el pasado miércoles por los presidentes de ambos países, es un paso positivo en el desarrollo de ambos estados y de beneficio para ambos pueblos. Es además, un paso este importante en la distensión de los conflictos y en las aspiraciones de paz para la región. Se trata de otro cambio cualitativo en la historia, constituyendo posiblemente el evento de mayor significado en las relaciones entre ambos pueblos en los pasados cincuenta años. Como consecuencia de las negociaciones llevadas a cabo por ambos gobiernos, con la intervención como mediador de su Santidad el Papa Francisco, y con el apoyo en dicha gestión del gobierno canadiense al facilitar su territorio para el desarrollo de las negociaciones, se alcanzó también un acuerdo que incluyó la excarcelación por parte de la República de Cuba del prisionero estadunidense Allan Gross, así como por la parte estadounidense, de los prisioneros políticos cubanos en cárceles de Estados Unidos Antonio Guerrero Rodríguez, Ramón Labañino Salazar y Gerardo Hernández Nordelo.
Es nuestra esperanza que este paso inicial pero significativo en las relaciones entre ambos Estados marque la etapa final en el proceso de normalización absoluta de las relaciones entre ambos países y contribuya al fortalecimiento de los lazos de amistad y solidaridad entre ambos pueblos. Confiamos en que el paso dado mediante los acuerdos informados el pasado 17 de diciembre sirvan de base y experiencia a ambos países para crear el clima necesario que les lleve a un total y absoluto restablecimiento de relaciones políticas que conduzca a la eliminación de todas las sanciones establecidas por Estados Unidos al gobierno de la República de Cuba, poniendo final al Bloqueo impuesto desde el año 1962.
El 15 de julio de 2010, dentro del marco de la excarcelación por parte del gobierno de Cuba con la mediación de la Iglesia Católica en dicho país y del Estado español de un grupo de 75 personas convictas de actividades delictivas que incluyeron el financiamiento por parte de una potencia extranjera de acciones en perjuicio del gobierno constitucional de la República de Cuba, expresamos lo siguiente:
¨Como en otras ocasiones en que se han dado saltos históricos en las relaciones entre estados donde la hostilidad ha sido una constante, los pasos iniciales son pasos iniciales periféricos. ¡Estos allanan en todo caso el camino hacia importantes e históricas decisiones!
No podemos tampoco obviar en estos momentos el contexto internacional creado entre Estados Unidos, Inglaterra y la Federación Rusa en el marco del intercambio de prisioneros acusados y encarcelados por espionaje respectivamente y la opinión mundial favorable a este tipo de iniciativas. En el caso cubano, existen cinco prisioneros cubanos en cárceles estadounidenses que ya han extinguido 10 años de sus condenas en ese país, a la vez que existen prisioneros en Cuba, incluyendo estadounidenses, convictos de actividades llevadas a cabo contra la seguridad del Estado que incluyen el espionaje, los cuales también extinguen penas de prisión.
Un intercambio general de prisioneros sería un salto cualitativo en el mejoramiento de las relaciones políticas entre Estados Unidos y Cuba, que unido a medidas que lleven al final del Bloqueo impuesto contra Cuba y la normalización de las relaciones entre ambos estados, significaría en definitiva el fin de un largo período de Guerra Fría que adelantaría los mejores intereses y propósitos de la Humanidad.¨
Han transcurrido ya cinco años y medio. Hoy desde la distancia vemos quizás el resultado de aquellos primeros pasos.
A pesar de la alegría que nos embarga en que se hayan dado estos importantes pasos en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, ciertamente nos entristece que el Presidente Obama aún no haya ejercido sus facultades ordenando también la excarcelación del prisionero político puertorriqueño Oscar López Rivera. A pesar de ello albergamos la esperanza en que ese mismo sentido de humanidad que guió al presidente de Estados Unidos en el proceso de decretar la liberación de los prisioneros cubanos en cárceles estadounidenses, eventualmente, más temprano que tarde, sea el mismo que le guie con la mayor premura posible en la liberación de Oscar López Rivera.
Esta victoria del pueblo cubano la asumimos como una victoria de todos aquellos y aquellas que a lo largo de estos años han perseverado en la solidaridad con el pueblo cubano, sus luchas, sus esperanzas y su Revolución.
El Apóstol de la independencia de Cuba, José Martí, estando en la ciudad de Nueva York escribió en el periódico Patria el 22 de septiembre de 1894, unas palabras que bien podrían servir hoy como homenaje al pueblo cubano en su justa lucha en defensa de su Revolución:
¨Solo en el cumplimiento triste y áspero del deber está la verdadera gloria. Y aún ha de ser el deber cumplido en beneficio ajeno, porque si va con él alguna esperanza de bien propio, por legítimo que parezca, o sea, ya se empaña y pierde fuerza moral. La fuerza moral está en el sacrificio.¨
Esa fuerza moral que se sostiene en el caso de Cuba en el sacrificio de sus hijos e hijas, es la misma que ha obligado a reconocer al presidente Barack Obama en su mensaje al pueblo estadounidense, que más de cincuenta años después de imponer al pueblo cubano el criminal Bloqueo, quien ha quedado aislado del mundo no es Cuba sino Estados Unidos; que los intentos hechos por el gobierno de Estados Unidos por lanzar a Cuba al colapso en el pasado medio siglo no han servido.
Todavía queda un gran distancia por recorrer en el proceso de normalización de las relaciones entre ambos países. La experiencia del pasado medio siglo nos dice que el pueblo cubano tiene no solo la paciencia, sino también la confianza en su dirección política y su voluntad para avanzar en la lucha por romper el muro que representa el Bloqueo impuesto por Estados Unidos a la par que defiende y profundiza su Revolución. Esa lucha, como la describía Martí, es tarea de grandes.