En la segunda sesión de la Cumbre, “Vivir la paz para el desarrollo humano – las amenazas para el desarrollo humano sostenible”, subió finalmente al escenario Su Santidad el Dalai Lama acompañado de la ovación de pie de toda la sala.
Sin renunciar a su delicado humorismo, explicó que la paz es más que la simple ausencia de guerras. Paz y no-violencia tienen que ver con la compasión y el respeto hacia los demás. Con su sonrisa y simpatía habló de la importancia de no estar colocando siempre a uno mismo al centro del mundo porque el «yo» va antes que nada contra la naturaleza humanista del ser humano. La base de todo es la preocupación por los demás, el respeto por la vida de los otros, el amor, la compasión y la no-violencia. La compasión en particular es el sentimiento que impulsa a los niños a ayudarse entre ellos. Debemos recomenzar desde allí. Su Santidad insistió también mucho en el valor de la educación como la clave para un mundoen paz. “Aunque parezca idealista o irreal” dijo el Dalai Lama “no hay otra manera de llegar a la paz. Es impensable creer que se puede resolver la violencia con violencia”, concluyó, reforzando la importancia de un rol más activo de las mujeres para promover el amor y la compasión.
La intervención de Tawakkol Karman siguió a la del Dalai Lama. Tawakkol fué la primera yemenista, primera mujer árabe y segunda mujer musulmana que ganó un Premio Nobel de la Paz, en el 2011, pero también la más joven que ha recibido este premio a los 32 años, antes de Malala. Fue un reconocimiento a su compromiso con la lucha no-violenta a favor de los derechos humanos y los derechos de las mujeres, así como su dedicación a la construcción de recorridos de paz en el Yemen. En su apasionado discurso en la Cumbre, Tawakkol habló del significado de la palabra paz. Paz significa terminar con las injusticias, con las dictaduras y escuchar las voces de todos los que luchan por la democracia y por el respeto de los derechos humanos. Paz significa conceder derecho de palabra a las organizaciones y estar de parte de todos aquellos que luchan por su libertad y por sus derechos. “Para terminar con la violencia debemos escuchar a todas las personas que están en primera línea por la libertad, responder a las solitudes de ayuda de quienes trabajan por la justicia y la igualdad”. Esto vale para todos, la igualdad entre hombres y mujeres es fundamental. Las atroces violencias, como aquellas que hoy azotan a Siria, deben detenerse a tiempo, antes de que estallen las guerras, de que mueran personas y que millones de seres humanos se transformen en prófugos.
El Premio Nobel de la Paz 1996, José Ramos-Horta, toma la palabra después de la Karman, para explicar que es necesario luchar por los propios derechos, pero sin desvalorar a los demás ni a uno mismo. El mayor error cometido en Siria ha sido éste. Tenemos que alejarnos de todo tipo de fanatismo, dice Ramos-Horta.
Concluye el primer día, antes de la asignación de la medalla por activismo social a Morten Hovda, en representanción de la Organización Internacional de los Trabajadores (ILO, Nobel de la Paz 1969). Hovda explica como las desigualdades, especialmente de renta, constituyen la causa que más impide el desarrollo. Además hizo un llamado a los jovenes para que consideren a la educación como la base de todo y aumenten la presión a los gobiernos para el logro de la paz y de los derechos.
La activista liberiana Leymah Gbowee concluyó entregando la medalla por el activismo social a Tareke Brhane, activista eritreo que después de haber cruzado el Mediterráneo está dedicando su vida a los que con tantas dificultades intentan lo mismo para llegar a Italia y a Europa. Con un acalorado discurso, dedicó el premio a todas la víctimas del Mediterráneo. Brahne terminó la jornada con un llamado a “proteger a las personas, no a las fronteras”.