Por Arielle Faber (Enviada especial)
El 13 de diciembre la Argentina festejó sus 31 años ininterrumpidos de democracia. ¿Cómo no celebrar esto en la Plaza de Mayo? Es una fiesta, una gran fiesta popular con decenas de miles de personas congregadas para apoyar el proyecto llevado adelante por la Presidenta Cristiiiina, a quien admiro cada vez más. Tremenda mujer.
Nunca una presidenta fue tan insultada desde los medios de comunicación. Una mujer en semejante puesto, eso eriza la piel, obviamente, así que ella se ha ganado la clásica batahola de insultos sexistas, no es necesario innovar en la materia, se pueden encontrar todas las fórmulas chabacanas que se suelen utilizar. Esto, es simplemente el fondo sonoro mediático. En la Plaza de las Madres, esas locas que, también, han escuchado ignominias en su contra, es otra la música que se escucha, alegra y festiva. Porque hay un montón de cosas para festejar en este país.
Esta es mi segunda «Fiesta de la democracia», pero yo sigo alucinando con esta muchedumbre colorinche de militantes con sus banderas, sus batucadas y la «buena onda» que reina en este tipo de manifestaciones. Ver una multitud de jóvenes militantes que han reencontrado la confianza en la política, y yo misma, perdida en esta masa apretujada delante de la Casa Rosada, ça m’fait quelque chose. Y esto no me cansa en absoluto. El tiempo está en sintonía con el momento actual: amenazante. 2015 es año de elecciones presidenciales y Cristina, ya reelegida no puede volver a serlo. Así que van a hacer ruido, más fuerte todavía, en los medios para desacreditar al gobierno. Todos los medios serán buenos y, de ser posible, los más viles.
Sin embargo, la Presidenta mantiene una imagen positiva de más del 54% tras 7 años en el poder. En Alemania, Angela también la tiene, me dirán. Sí, pero acá no es la austeridad lo que se siembra a los cuatro vientos. Por el contrario, muchas medidas traen un nuevo aire, un compromiso en favor de temas sociales, de derechos humanos, de la justicia, de la cultura, ¡hay a montones! Desde la Asignación Universal por Hijo, el matrimonio para todos, hasta la creación de un Ministerio de la Cultura -difícil de creer, pero no existía, hasta este año había solamente una Secretaría de Cultura-, pasando por la nacionalización de los fondos de pensiones y jubilaciones, la batalla que los enfrenta a los fondos buitre o la Ley de Servicios Audiovisuales. En fin, una locomotora transformadora lanzada a toda máquina y que muchos, mejor dicho, pocos, perdón, muy pocos; muy pocos pero muy poderosos quieren hacerla descarrilar en este último año de mandato.
Esto promete. Me viene a la memoria la dulce voz de Marie-Pierre Planchon con el pronóstico metereológico marítimo en France Inter diciendo: Mucho fresco, aviso de viento, golpes de viento y tormenta prevista de fuerza 10 a 11…
Y justamente, la lluvia comienza a arreciar mientras que con mi marido buscamos en el cortejo inmenso las banderas del Partido Humanista. Al mismo tiempo que las localizamos en la marea de banderas multicolores la tormenta estalla. Y ese momento se vuelve surrealista, la gente se queda bajo la cortina de agua y granizo. Me encantan los argentinos y la potencia de su militancia. Momento inolvidable de la multitud poniéndose a saltar y bailar mientras suena la mítica canción “Ji Ji Ji” del grupo Los Redondos. Cristina tiene razón “La democracia no se suspende por mal tiempo”. Acá se festejan los avances y se toman fuerzas para el futuro.