Lo declaró Jorge Ciccioli, el empresario acusado, junto con otros cinco hombres, del crimen del militante del MOCASE Cristian Ferreyra, asesinado en 2011, en medio de un conflicto por la tierra. También lo hizo el acusado de ser el autor material del crimen. La semana que viene serán los alegatos y se conocerá la sentencia.
Por Gustavo Ahumada para Infojus Noticias
Jorge Ciccioli declaró en el juicio que se realiza en Monte Quemado, Santiago del Estero, contra él y a otros cinco acusados por el asesinato del campesino Cristian Ferreyra en 2011. El empresario, que contrató a la patota, intentó aclarar ante el tribunal que no es “un poderoso productor sojero” y que compró 1860 hectáreas de forma legal. Además del empresario también habló el acusado de dispararle a Cristian, Francisco Javier Juárez. Por primera vez el empresario se sentó en el centro de la sala de audiencias, ubicada a unos 50 metros de la ruta provincial N° 16. En las primeras audiencias del juicio, cuando los jueces le leyeron las acusaciones en su contra, atinó a decir: “realmente no sé de qué se me acusa”. Ayer volvió a expresarse en esa línea y dijo que no era “un poderoso productor sojero”. “Soy simplemente un pequeño productor agropecuario”, agregó ante el resto de los acusados, Carlos Abregú, Mario Abregú, Víctor Juárez y Walter Juárez, que lo escuchaban con atención. Y calificó de “injusta” su detención y aclaró que desde hace tres años que no ve a su hija discapacitada, algo que remarcó reiteradamente.
Con sólo 23 años Cristian era un referente de la comunidad. El 16 de noviembre de 2011, después del mediodía, se reunió con sus compañeros del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase-Vía Campesina), en la casa de Darío Godoy, que vive en Campo de Mayo, otro paraje cercano a San Antonio. El tema de la asamblea era la defensa de las 2000 hectáreas comunitarias donde vive la comunidad indígena Lule Vilela, a la que pertenecía. Ya habían frenado a tomadoras que habían desmontado unas 200 hectáreas pero en los últimos días habían aparecido “hacheros” que empezaron a cortar el bosque de nuevo.
Cerca de las tres de la tarde una moto llegó a la casa, a bordo iban Javier y Anton Juárez. Darío fue el primero en salir a la puerta, pero Javier Juárez preguntaba insistentemente por Cristian. Tanto Javier como Anton eran empleados del empresario santafesino Jorge Ciccioli, quien decía que los terrenos eran de su propiedad porque los había “comprado” en febrero de ese año en Metán, Salta. Finalmente Cristian salió.
“Ustedes siguen queriendo joder con este campo”, les recriminó Juárez. En su mano tenía una Itaka recortada. Casi no la levantó y disparó. Un tiro dio en la pierna de Cristian que empezó a desangrarse; la bala le había atravesado la arteria femoral. A Darío también lo hirieron en una pierna. Sergio Ferreyra, primo de Cristian, vio lo que pasaba y se acercó. Se abalanzó sobre Juárez y logró sacarle el arma. “Hijo de puta, que has hecho”, dijo. Cincuenta kilómetros separan el lugar donde se desangraba Ferreyra, de Monte Quemado, la ciudad más importante de la zona. No llegó a ser atendido y murió en el camino.
Sobre la presunta legalidad de la compra de las 1860 hectáreas explicó que todos los papeles de titularidad habían sido chequeados por un escribano y que para poder comprar ese campo vendió otro que tenía en la provincia de Santa Fe, de donde es oriundo. Ciccioli le compró en febrero de 2011 esa cantidad de hectáreas al empresario tucumano Enrique Luque en una transacción que se hizo en Metán, provincia de Salta. Este territorio forma parte de los 6 millones de hectareas que aún están en conflicto en la provincia de Santiago del Estero.
El empresario no aceptó preguntas de la querella, sólo de los jueces, el fiscal y su propia defensa, y aclaró que no sabía que esas hectáreas estaban en conflicto con el MOCASE, y aclaró que él compró un campo que ya estaba alambrado. Además contó asesinaron a Cristian cuando detuvo todos los trabajos en la zona y dijo que grupos armados del Mocase atacaron violentamente a los trabajadores. Después, se declaró inocente.
“Nunca quise matar, solo me defendí”
Por la tarde fue el turno de Francisco Javier Juárez, el acusado de haberle disparado a Cristian, que contó su versión de aquel día. Dijo que Cristian y Darío Godoy (el otro herido de bala en aquella siesta) estaban amenazando con quemar postes del campo de Ciccioli y que ese el 16 de noviembre él andaba en su moto y cuando pasó por la casa de Godoy este lo llamó.
Ahí discutieron y apareció Cristian que, según Juárez, lo había amenazado. Después contó que le vio algo en la cintura y que después lo empezaron a patotear hasta el punto en que lo iban a golpear. Dijo que fue en ese momento en que sacó el arma y disparó. “Nunca quise matar, solo me defendí”, le dijo a los jueces Élida Suárez de Bravo, María Angélica Peralta de Aguirre y Federico López Alzogaray.
“En el campo es así, porque uno no consigue carne todo el tiempo y tenés que arreglarte con los animalitos que encuentra”, contestó después de que le preguntaran la razón por la que andaba armado. Cabe recordar que el arma que mató a Cristian nunca fue encontrada, y precisamente esto se le preguntó ayer a Juárez que contestó que no se acordaba.
Los alegatos empezarán la semana que viene
Ayer también declararon los peritos que sólo confirmaron los informes que se presentaron en la causa. La audiencia continuó esta mañana y, tal y como adelantó Infojus Noticias, por el careo que se hizo entre testigos, los alegatos y la sentencia se prorrogaron para la semana que viene.
Ricardo Galván, un campesino de la zona, estuvo cara a cara con Sergio Ferreyra, primo de Cristian. Galván declaró que el día del crimen de Cristian había estado en el lugar, hecho que no está comprobado y que durante el careo el propio Galván desmintió. Dijo que estaba descompuesto y con graves problemas de presión, y presentó un certificado médico que la jueza rechazó. El próximo 3 de diciembre serán los alegatos en este juicio que termina.