La función que cumplen los medios de comunicación en el cubrimiento de los diálogos de paz entre el gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC es trascendental para contextualizar e informar de manera responsable sobre los avances y retrocesos que se puedan generar en el marco de esta negociación armada. Sin embargo, se necesita de un periodismo que construya espacios de diálogo y debate entre la ciudadanía como una forma de generar consensos y opiniones alrededor de la consecución de la paz.
El principal compromiso que tiene todo periodista es con la verdad y la información, pues el cubrimiento que hagan los medios a los diálogos es el de tratar de crear un imaginario de paz y no de guerra como un camino para abrir espacios de reconciliación nacional entre víctimas y victimarios. De esta manera, el fortalecimiento a la libertad de expresión en medio de este conflicto permite a la opinión pública conocer diversos puntos de vista más críticos y menos pasionales en donde palabras como terrorismo, muerte o secuestro sean reemplazadas por un ideal de conciliación y paz.
La forma de comunicar sobre lo que suceda en el proceso de paz debe ser una información veraz, contrastada, con fuentes y que de cuenta a cabalidad de lo que suceda alrededor de estos diálogos, pues más allá de atraer audiencia de lo que se trata es de contextualizar al público mediante el análisis e investigación de los hechos noticiosos que se puedan derivar de estas rondas de negociación. Es de aclarar que por acuerdo de ambas partes (gobierno y FARC) la información se ha manejado con cierto hermetismo para no entorpecer las conversaciones que se han venido desarrollando durante los dos últimos años.
El abordaje que le den los medios a las víctimas es trascendental, pues son ellas el centro de gravedad de lo que se está negociando en la Habana y una de las razones para explicar que víctimas no son únicamente la población civil, sino también los soldados y guerrilleros que se han visto afectados a lo largo de esta guerra de cinco décadas de duración. Es por esto, que los periodistas no deben equilibrar la balanza a favor de un solo bando sino tener una perspectiva más humana al momento de identificar quienes son las víctimas y en qué circunstancias se vieron perjudicados para no transmitir una información sesgada e inequívoca a su audiencia.
Así las cosas, los medios de comunicación públicos y privados son una herramienta útil y de gran ayuda para fortalecer nuestra memoria histórica a través del perdón y reconciliación como una manera de construir escenarios de paz. No se necesita de un lenguaje violento y fuerte para subir el rating televisivo o de imágenes desgarradoras que imprimen miedo o rechazo a los diálogos de La Habana. Se necesita es de rediseñar un discurso que sea incluyente con todos los actores de la sociedad sin dejar de lado que la principal preocupación es la consecución de un país en paz y en armonía con sus instituciones.