¿Cómo es que espiritualidad y rabia nos suenan a primera vista tan antagónicos?
¿De dónde sale que haya llegado a sonar generalmente así?
Es como si se diera por supuesto y hasta por seguro que quien se interese por la espiritualidad es un inmovilista que acepta toda injusticia en este mundo.
Algo fue pasando para que eso llegara donde llegó hasta en el tradicional pensamiento progresista moderno.
Como elemento de estudio y siendo yo una persona nacida en el marco cultural cristiano, me sirve recordar cuán ignorada era la dimensión humana y rabiosa del líder de los cristianos. Siempre escuché de la propia boca de los creyentes, como mi familia y educadores, que entraba en los templos a echar a latigazos de ahí a los comerciantes, que denunció la curia corrupta de su época, que defendió activamente al discriminado, ya sea por prostitución, pobreza o enfermedad. Esos creyentes se quedaban solamente con la dimensión divina, la del hijo de Dios, decían…
¿Qué le estaba pasando pues a esa cultura y doctrina dominante para que se silenciara la rabia activista de su guía, dirigida a la transformación de los factores que causan perjuicio y sufrimiento?
Bueno, pues eso llega hasta hoy claramente. Ahora resulta que en medio de ambientes como el 15M, en 2011, te miraban mal y hasta te hacían mobbing la mayoría de los propios compañeros de lucha si pronunciabas la palabra espiritualidad. Al parecer consideraban a la rabia patrimonio suyo y la contraponían con enorme recelo a las cosas del espíritu.
¿Se puede llegar a ser tan dogmático cuando se cree axiomáticamente en el método científico, por ejemplo? ¿Es posible que quienes en nombre de la diosa Razón quisieron acabar con las religiones, acabaran montando otra religión aún más manipuladora y cerril?
Si, lo es. Lo vemos con nuestros propios ojos por doquier. Y todos sabemos que está en el actual trasfondo interpretativo general ese supuesto antagonismo entre espiritualidad y rabia. Alguien espiritual se supone que ha de ser necesariamente un fugado de la realidad, un peligroso flowers sin los pies en la tierra, un sospechoso desviacionista.
Madre mía, cuánta cortedad de miras.
Afortunadamente, la corriente evolutiva de la vida pasa por encima de esa tumoración emotiva y mental propia de los adherentes a las decadencias, por más que declamen ser revolucionarios.
Afortunadamente, cada vez uno tiene más amigos y amigas exploradores de la espiritualidad a la vez que rabiosos con las condiciones que se nos imponen desde los bárbaros poderes, avalados tristemente aún muchas veces por la ignorancia popular que los propios bárbaros vienen tratando de mantener y cultivar.
Vamos pues hacia un ser humano completo, integral e integrador, unitivo, investigador espiritual y rabioso activista, de despierta crítica y auto-crítica, con una bondad astuta, una paz atenta, una fuerza de denuncia, de resistencia y de construcción, una alegría verdaderamente revolucionaria, un ludismo de carcajada que aprende a no identificarse con ningún bando, y con tal apertura poética que no se desdice de su mala leche.