Por Íñigo Sáenz de Ugarte para Guerra Eterna
En 2013, el gasto militar en África aumentó el 8,3%, según el SIPRI. Dos países destacan. Argelia es el país con el presupuesto más alto con 10.000 millones de dólares. En porcentaje, Angola tuvo el mayor incremento, con un espectacular 36%. En ambos casos, gracias al aumento del precio del petróleo.
Las cifras son una continuación de lo ocurrido en los últimos diez años. Son números aún ínfimos comparados con las zonas desarrolladas del mundo, pero desgraciadamente refleja unas prioridades muy alejadas de las necesidades de sus habitantes.
Por otro lado, no importa lo pobre que sea un país. También puede sufrir amenazas de seguridad dentro y fuera de sus fronteras. El fracaso evidente de un país como Nigeria es un ejemplo de lo que ocurre cuando tienes un Ejército con pocos medios materiales, o si esos escasos medios acaban en los bolsillos de los generales. Los habitantes del norte del país continúan sufriendo los ataques de Boko Haram, mientras el Ejército ni siquiera dispone de la presencia necesaria en el norte como para servir de mínimo elemento disuasorio. Una fuerza insurgente que mata y secuestra civiles opera con una insultante impunidad.
The Economist confía en que la mayor profesionalización de los ejércitos y su intervención en misiones de paz o interposición promovidas por la Unión Africana supongan un elemento positivo. Eso en teoría, porque algunas misiones “de paz” no son otra cosa que intervenciones militares camufladas, como fue el caso de la implicación de Etiopía en Somalia.