A Felipe Pigna, el historiador. Mi amigo.
Estuve tentado, pero no, no voy a comenzar este textículo como se acostumbra cada vez que uno tiene guardado un buen número de epítetos y ofensas. Para esos casos la máscara funciona así: «Con todo respeto…» y de inmediato viene la catarata de insultos y un surtido de adjetivos peyorativos. Le acaba de suceder a Fernando «Pino» Solanas respecto de Cristina. Después del cliché, le dice «impostora, ignorante o hipócrita». Pero «con todo respeto». Ese sentimiento profundo e intenso de repulsa hacia alguien que provoca el deseo de producirle un daño o de que le ocurra alguna desgracia, el odio, los hace irse al pasto.
Aunque existen casos más sutiles, sofisticados y hasta con un aura de nivel académico. Es el caso del artículo de tapa de la revista «Noticias», de la Editorial Perfil, del 4 de octubre pasado. «Manuel Belgrano: el héroe que no fue» es el título de la nota, impreso sobre la imagen del prócer y con un lacre ostentoso en su lado derecho. Además, en tipografía menor, resume los piropos: lo trata de «incompetente, fantasioso, egocéntrico y sin sentido común». Como si se tratara del chico de los mandados del Señor Director de la casa editorial, don Jorge de la Fuente Vieja. Sobre el final de la presentación se deschava que Belgrano es el preferido de CFK, así dice. Ergo, si éste impresentable es la debilidad de la Morocha se deduce que la mina tiene en su álbum a la galería de los peores y eso explicaría cómo es ella.
Que a esta altura del milenio que recorremos uno tenga que salir a bancar a don Manuel es más raro que encontrar una palmera caribeña en Ischigualasto, pero parece que los caminos de la batalla cultural son inescrutables. Habrá que recordar, siguiendo las enseñanzas de Felipe Pigna, que Belgrano fue el más fervoroso impulsor de una política de fomento a la industria dentro de los artífices de Mayo de 1810, de una verdadera Reforma Agraria basada en la expropiación de las tierras baldías e improductivas a favor de los desposeídos, de la creación de escuelas de náutica y matemática, un fervoroso defensor de una más justa distribución de la riqueza y un ser humano de una contagiosa humildad y generosidad. Basta el ejemplo de los 40.000 pesos oro de recompensa por su tarea al frente del Ejército del Norte que donara para la construcción de escuelas. Al día de hoy sería el equivalente a unos 120 millones de pesos, pero el destino de su donación recién se vino a cumplir en la década de los 90 del siglo pasado. Humilde sí, pero también subversivo y rebelde. Cualquiera de nuestros escolares sabe quién fue el creador de la bandera nacional, pero no se termina de enseñar que ese acto fue un gesto de rebeldía ante la pusilánime actitud política de los señores del puerto. Todo el territorio nacional está lleno de calles, plazas, pueblos, puentes, montes, lagos y lagunas, almacenes y tintorerías, bares y comederos, edificios y esquinas que llevan su nombre, la mayoría haciendo alusión a su rol de General, otra de las facetas de generoso patriotismo de quien siendo un intelectual de fuste puso al servicio de nuestra libertad sus magras dotes de soldado, pero su firme vocación de patriota. Allí están sus derrotas, Vilcapugio (1/10/1813) y Ayohuma (14/11/1813), pero sobre todo Salta (20/2/1813) y Tucumán (24 y 25/9/1812) para cerrar la frontera norte al avance realista.
Lo sorprendente, o no, es que el artículo mencionado lleva la firma de Tulio Halperín Donghi, uno de los catedráticos más renombrados del país y que, para la ocasión, pone en juego su prestigio y los más de 23 libros publicados, desde aquel de 1951, «El pensamiento de Echeverría» hasta «La República imposible 1930-1945», de 2004. O el más reciente, «Testimonio de un observador participante» (Prometeo, 2014).
Su nombre, Tulio, me hizo cosquillas en la memoria. Fui al disco rígido de mi cerebro y apareció el tercer Rey de Roma, Tulio Hostilio, un señor particularmente belicoso, dicen los libros de Historia, ellos que no muerden. No sé si de ahí deriva el término hostil o es al revés, que al tipo le pusieron Hostilio porque era pendenciero, pero seguí hurgando en su biografía. En la de nuestro historiador, digo. Y leo que nació un 27 de octubre de 1926. La cuestión es que don Halperín y doña Donghi le pusieron Tulio al cachorro y así quedó marcado para las páginas de las celebridades académicas. Entonces traté de imaginar cómo habrá festejado su cumpleaños número 84. Mientras él y sus seres queridos descorchaban un espumante de alta gama para brindar por la vida, la obra, la lucidez y la buena salud del profesor universitario, el pueblo argentino comenzaba a transitar uno de los momentos más tristes y, a la vez, militantes de la época. Moría Néstor y la calle se llenaba de llanto y compromiso.
Las tapas de la revista Noticias ya son un clásico del periodismo berreta e irrespetuoso. «La reina está desnuda», «El goce de Cristina», las referencias a una supuesta enfermedad psiquiátrica de la presidenta, el burdo ataque a Víctor Hugo Morales, las burlas a Máximo Kirchner y tantas más pueden formar parte de un muestrario de groserías periodísticas de estudio. Que un anciano a punto de cumplir 88 años, cargado de laureles y oropeles, rife su prestigio por el odio de clases de un conglomerado comunicacional puede indicar dos cosas, al menos. O participa a conciencia del combate ideológico, a favor del pensamiento reaccionario de la publicación. O está gagá y lo utilizan a mansalva.
En todo caso, el tiro por elevación y la hostilidad, son evidentes.Así que ya saben chicos, Belgrano es malo y no le hagan caso a Felipe Pigna y, mucho menos, a la presidenta. Ellos también son muy malos.