Escrito en un café del 13ème arrondissement

Paris despierta, Paris corre. En tres dimensiones. Delicado equilibrio, un sinfín de elementos que hacen de cada instante una pequeña concesión que mantiene una extraña armonía.

Paris ruido. Miradas serias, perdidas, ocupadas, consternadas. La gente va y viene, cada uno con su Punto A y su Punto B y aquel cálculo permanente de la ruta más rápida. Entre los dos hay un no-lugar.

Paris vive, Paris veloz. Semáforo rojo, semáforo verde, café, periódicos. Punto A, punto B, cigarrillos, sentido contrario, sinsentido.

Senos.

Paris corbata, Paris bicicleta. Paris hormiguea. Cruzar con el semáforo en rojo, desafiar las reglas, punto B espera. Pero, ¿no es bueno detenerse? No hay tiempo, punto B punto A. Los deshechos pasean, varios puntos A un solo punto B. La gente también.

Café, croissant, decreciente. Chau, nos vemos. ¿Nos veremos ?
No lo creo. Punto A.

Falla de señalización, la hormiguera se detiene, punto B se aleja, anhelamos el punto A. El sol está ahí en algún lugar. Punto B, una rata, punto A.