Entrevista a Eric Coquerel. El líder del Partido de Izquierda francés defiende que la única opción de la izquierda es la convergencia, además de la desobediencia a la UE y a sus políticas de austeridad. «Nos interesa el lema central de Podemos: ‘El sistema no tiene miedo a la izquierda, pero sí tiene miedo al pueblo'»
por Alejandro López de Miguel – Madrid (publico.es) Octubre de 2014.
Eric Coquerel tiene claro que el único camino de la izquierda pasa por la convergencia. Por converger, por incentivar la participación ciudadana, y por dejar a un lado las siglas para presentar una alternativa a la derecha. Un diagnóstico de la situación que comparten varias fuerzas políticas, y que es extensible a varios escenarios europeos, no sólo a España o Italia.
Coquerel lleva más de treinta años en política, pero poco más de mes y medio al frente del Parti de Gauche (Partido de Izquierda), que junto al Partido Comunista Francés (PCF) y otras fuerzas a la izquierda del Partido Socialista (PS) integran el Front de Gauche (Frente de Izquierda) compañero de grupo de IU, Podemos, o Syriza en la Eurocámara (GUE/NGL).
El político toma el relevo del carismático Jean-Luc Mélenchon en un momento difícil para la coalición en la que participan, desgastada por las alianzas entre socialistas y comunistas en los comicios municipales, que ya influyeron en los resultados de las europeas. Ahora, con la premisa de no volver a pactar con quienes se venden como socialistas pero aplican las mismas políticas que los conservadores, el Partido de Izquierda llama a constituir la Sexta República francesa, a la confluencia con otras formaciones, pero también con movimientos y plataformas sociales, en Francia, España y el resto de países que aglutina la «fusión de oligarquías políticas y financieras» que es la Unión Europea.
Tras la alianza entre socialistas y comunistas en las municipales, en las elecciones europeas el Front de Gauche logró el 6,5% de los votos, mientras Le Pen se hacía con el 25%. Esta semana los socialistas han perdido su mayoría en el Senado, una cámara en la que el Parti de Gauche no tiene representación, pero sí la tienen los comunistas. ¿Cómo afrontáis el futuro después de encontrar estas piedras en el camino?
Las europeas fueron un fracaso para el Front de Gauche, y lo asumimos como tal. Nuestro objetivo era superar al Partido Socialista, pero no lo conseguimos. En el momento en que hay un fracaso es necesario sacar conclusiones, y la conclusión es que la estrategia del Front de Gauche ha llegado a sus límites. Nuestra estrategia era integrar a todas las fuerzas a la izquierda del Partido Socialista, pasar por delante de los socialistas y convertir nuestro programa no en una alternativa más, sino en la propuesta concreta, la alternativa concreta. Este plan funcionaba cuando la gente asociaba mentalmente al Partido Socialista con algo de izquierdas, pero después de dos años y medio con el Gobierno de François Hollande y sus políticas de derechas esto ya no funciona. La gente no entiende el sentido de ir a votar al Front de Gauche si cree que podría impulsar a los socialistas, o constituir una coalición con ellos; es un retorno al sistema, a ser una fuerza de coalición, y creemos que eso ya no funciona.
«La condición para seguir formando esta fuerza es que no puede haber ambigüedades con los socialistas»
¿Tienen previsto disolver el Front de Gauche de cara a los comicios presidenciales de 2017? ¿Cuál va a ser la estrategia del Parti de Gauche?
La condición para seguir formando esta fuerza es que en ningún caso puede haber ambigüedades con el Partido Socialista. No podemos volver a vincularse a los socialistas, como pasó con el Partido Comunista (PCF) en las municipales, cuando quienes integramos la coalición aplicamos estrategias diferenciadas. Algo así nos vuelve invisibles, incomprensibles. Nuestra apuesta para las próximas elecciones municipales y regionales es que seamos completamente autónomos como coalición, aunque hoy día no estemos seguros de que los comunistas apoyen esta propuesta, y es el primer reto. El segundo reto es que hay muchas posibilidades de que Marine Le Pen gane las presidenciales de 2017. Es muy probable que el Partido Socialista sea eliminado en la primera vuelta, y es menos probable que los franceses hagan caso a un nuevo llamamiento de la derecha conservadora «al respeto a la democracia» en favor de su candidato. En este marco, nuestro objetivo debe ser construir un movimiento que esté presente en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. Este movimiento no puede ser sólo del Front de Gauche, tiene que ser mucho más amplio y unir al pueblo; tiene que ser más que una fusión de siglas para llegar a quienes consideran lo mismo izquierda y derecha.
Por eso Jean-Luc Mélenchon ha lanzado el llamamiento a la constitución de la Sexta República: es un movimiento constituyente que quiere poner al pueblo en marcha, reclamar el retorno de la soberanía popular, amenazada y en dificultades frente al liberalismo de la UE y ante la Quinta República francesa, que se ha vuelto una verdadera monarquía presidencial. El Front de Gauche tiene su sitio en este escenario si acepta ser desbordado por un movimiento ciudadano mucho más amplio, que supere a los partidos y a las estructuras partidarias, hasta al propio Parti de Gauche o al Front de Gauche.
Un representante del Front de Gauche estuvo presente en las jornadas que Izquierda Abierta organizó hace un par de semanas para hablar de la confluencia de las fuerzas de izquierdas. ¿Es la convergencia la única alternativa para frenar a partidos como el Frente Nacional?
Sí. Hay que apostar por una convergencia, pero del pueblo, y no de aparatos políticos. Esos aparatos tienen cabida, pero no pueden ser el único vector, y hay que trabajar en esa convergencia con todos los medios de que dispongamos. Observamos lo que está haciendo Podemos con los movimientos y plataformas sociales, y nuestro reto es pensar cómo hacer que vuelva esa parte de la sociedad que ya no tiene confianza en la política, en el sistema político. ¿Cómo la volvemos a poner en marcha? En España habéis tenido el movimiento de los indignados, que nosotros no hemos tenido, pero en Francia también ocurre que el pueblo se siente cada vez más ignorado, y el Frente Nacional responde de forma etnicista, fomentando el odio al otro, el odio al inmigrante. Nosotros tenemos que dar la respuesta de la solidaridad, la igualdad y los valores republicanos, pero dejando claro al pueblo que es él quien debe decidir sobre su futuro; que él debe constituir su propio movimiento.
«Hay que apostar por una convergencia del pueblo, no de aparatos políticos»
Menciona a Podemos, compañero de grupo de su coalición en la Eurocámara (GUE/NGL). ¿Qué debería aprender el Front de Gauche de esta formación, y a la inversa?
Lo que nos interesa de Podemos es su lema central: «El sistema no tiene miedo a la izquierda, pero sí tiene miedo al pueblo». Nos parece interesante, porque si en Francia preguntas qué es la izquierda en la calle, responden que la izquierda es Hollande, el Gobierno de Valls. Nosotros nos presentaríamos como una fuerza de izquierdas; nosotros sí somos personas de izquierdas, con valores anticapitalistas, pero tal vez la mejor idea hoy es no presentarse en base a una escala de criterios que para la gente ya no quieren decir nada. Somos hombres de izquierdas, pero la idea es presentarse de otra manera. Hay frases que ya no decimos, como «hay que unir a la izquierda», porque ya no tiene sentido.También nos parece interesante la manera en que Podemos ha constituido este nuevo movimiento con la ayuda de las redes sociales.
¿Qué pueden aprender de nosotros? Que ya hemos tenido un 11% de los votos en las presidenciales, y hemos sido capaces de materializar en las calles nuestro movimiento. Para reivindicar la Sexta República hemos organizado marchas a las que han acudido hasta 180.000 personas: hemos materializado nuestro movimiento en la calle. Esto refuerza a la gente que participa, le da confianza en este proyecto. Estas marchas y manifestaciones nos vinculan a plataformas y movimientos sociales, y creo que en esto todavía vamos por delante de Podemos, llevan poco tiempo.
¿Conversa regularmente con Pablo Iglesias, Alexis Tsipras y otros líderes de izquierdas? ¿Está la izquierda actuando debidamente para contrarrestar las políticas neoliberalistas de la UE?
Hay contacto directo a través del grupo GUE en el Europarlamento, donde Mélenchon es eurodiputado. Hay contacto a través de varios compañeros como yo mismo, y estamos siguiendo lo que hace cada uno. Lo que creo importante es que cada uno tiene su historia y está en un contexto diferente. Por ejemplo, Syriza no tiene problemas para presentarse como una formación de izquierdas porque el Pasok está en el 5%, y ellos en el 25% de los votos según las encuestas, están en una posición ventajosa. Para los demás es diferente, pero en cualquier caso sería ilusorio pensar que podríamos prescindir de fuerzas sociales y políticas estructuradas. Tenemos que crear un gran movimiento ciudadano en el que converjan, si no no cumpliremos nuestros objetivos.
Lleva en el cargo poco más de mes y medio. ¿Obedece la llegada de Eric Coquerel y el relevo de Jean-Claude Mélenchon a que perciben el cambio de ciclo que ha descrito? ¿A qué se dedica hoy Mélenchon?
Tiene un sentido político, sí. Tras el fracaso del Front de Gauche en las europeas nos dijimos que teníamos que hacer algo. Tenemos que materializar lo que desde hace años llamamos ‘frente del pueblo’, y tenemos muy poco tiempo, sólo dos años. Para materializarlo necesitamos la fuerza y la buena valoración popular de Jean-Luc Mélenchon. Si él siguiera a la cabeza del Front de Gauche, el movimiento para la Sexta República que promueve se habría quedado en la prolongación de un partido, el fruto de un partido, y esa no es la idea. Mélenchon se queda en la dirección del Parti de Gauche, pero entre todos hemos decidido que se dedique a la constitución de este movimiento. Además, si un partido está en contra de la Quinta República por ser un régimen presidencial, es difícil que pueda funcionar con dos copresidentes. Hemos cambiado nuestra estructura, hay un coordinador político que soy yo, y una ejecutiva del partido.
Volviendo a las contradicciones de los socialistas: En junio de 2013, Martin Schulz apoyó la paralización de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio entre Bruselas y Washington (TTIP), que siempre había defendido, porque se hicieron públicos algunos casos del espionaje de EEUU. Un año después no sólo han continuado las negociaciones, sino que tampoco se ha esclarecido el espionaje. Ustedes han sido críticos con el TTIP, pero en España no se habla de este tratado. ¿Qué riesgos entraña el TTIP para la ciudadanía?
«Sería ilusorio pensar que podríamos prescindir de fuerzas sociales y políticas estructuradas»
Nuestra posición es que hoy en día los partidos socialistas son pilares del sistema, partidos del sistema; ya no son partidos socialdemócratas, los partidos que deberían guardar un equilibrio entre capital y trabajo. Se han vuelto del lado del capital, no todos los militantes, no todos los dirigentes, pero el corazón de estos partidos ha experimentado esta transformación. No nos sorprende que el Partido Socialista Europeo gestione con la derecha los acuerdos internacionales como el TTIP, o que decida entrar en guerra tras EEUU, y siga a la OTAN constantemente. François Hollande aplica políticas de derechas en lo económico, pero también en lo internacional. Seguramente nuestro presidente sea el más atlantista que hemos tenido.
¿Pero cuáles son los riesgos que entraña el tratado, y que la ciudadanía debería conocer?
El TTIP es como una OTAN económica; es entregar todo el poder a las multinacionales, que podrán seguir recortando todos los derechos sociales y los criterios ecológicos con el único objetivo de la rentabilidad. Es acabar con la idea de que la UE pueda ser una alternativa a la dominación norteamericana, y nos subordina otra vez a los intereses geopolíticos norteamericanos en relación a otros bloques como China o los países emergentes. El mejor ejemplo es lo que ocurre en Ucrania, donde nuestro Gobierno está detrás de los intereses norteamericanos. El TTIP funciona a una escala gigantesca. Si se aprueba, Estados Unidos formaría el gran mercado libre, sin límites, sin barreras, en detrimento de los pueblos. ¿Podríamos frenar la emisión de gases de efecto invernadero con un mercado de ese tamaño, en el que el único objetivo sean los beneficios? ¿Podremos impedir el ‘fracking’, que ya se utiliza en EEUU y Canadá? No.
Hablando de ‘fracking’: Estos días, Bruselas examina la idoneidad de Miguel Arias Cañete como comisario de Energía y Acción Climática. En vista del enorme rechazo popular al nombramiento de Cañete, ¿qué va a hacer Juncker? ¿Qué supondrá el nombramiento de Cañete?
No va a hacer nada. La UE se ha construido sobre la fusión de oligarquías políticas y financieras, y basta mirar los casos de numerosos comisarios y responsables. Cuando aplicaron los recortes en Grecia, el responsable de supervisar estos planes de ajuste era un antiguo responsable de Goldman Sachs. Esto no es algo nuevo, es algo natural, casi consustancial a aquello en lo que se ha convertido la UE. Pienso que Juncker no hará nada, y quiero recordar que él fue el máximo dirigente de un país que sólo funciona como paraíso fiscal, Luxemburgo.
Ha hablado del peligro de que Le Pen llegue al poder. ¿En qué se traduciría el ascenso del Frente Nacional a la presidencia?
Es una amenaza real, y hay que responder a ella desde nuestros valores, con un movimiento que recupere la soberanía popular, que sea independiente del sistema y que deje a un lado a socialistas y conservadores. Hemos iniciado el movimiento por la Sexta República porque la característica en común del partido socialista, los conservadores y el Frente Nacional es que todos quieren continuar con este sistema. Tenemos que conseguir demostrar que este movimiento es la mejor fortaleza frente a la amenaza liberal y al sistema de la Quinta República.
Para ello hacen falta alternativas concretas. Una de las críticas a la izquierda en España es que no tiene propuestas económicas alternativas. ¿Qué propuestas tiene?
Ahora mismo la izquierda tiene cuatro objetivos: Primero, tenemos que demostrar de quién es la verdadera responsabilidad de la crisis, demostrar que desde hace 30 años la riqueza la acapara el capital, y hay que ir a buscar el dinero donde está el capital. En segundo lugar, hay que desobedecer a la UE, oponerse a todas las desregulaciones, a todas las políticas de austeridad. El tercero es otra de las cuestiones centrales, la del medio ambiente: estamos a favor de organizar una sociedad a partir de la planificación ecológica. No se puede dejar la cuestión del medio ambiente al mercado, necesitamos relanzar la actividad a través de la planificación ecológica, y en este terreno Francia o España también tendrían muchas ventajas. El cuarto elemento es la salida de la OTAN, tener de nuevo una política independiente. Vamos camino de nuevas guerras, y no hay que olvidar que la última vez que este sistema estuvo en recesión económica fue en los años 30.