La expresión de los pueblos atravesó el último programa de Continentes y contenidos. Desde los campesinos de Pando en Bolivia que agradecían las acciones del Ministerio y del gobierno al otorgarle las resoluciones de autorización para explotar las tierras para el bien de sus familias, pasando por los miles de jóvenes musulmanes que manifestaron su rechazo al extremismo islámico y al uso de la violencia y el terrorismo.
Analizamos cómo los viejos poderes establecidos buscan impedir que se produzcan los cambios en el territorio español, con el Tribunal Constitucional suspendiendo el referéndum por la independencia de Cataluña o el poder también monopólico de los medios de comunicación que deforman las realidades en beneficio de los intereses que defienden, llegando a tergiversar las mejores aspiraciones de la gente, como sucede con el proceso de paz en Colombia. Pero también con los crímenes del Franquismo en España o los reclamos que ocurren en Hong Kong que dan muestra cabal de esta refriega comunicacional.
Llama la atención descubrir esa mirada occidentaloide que describe las protestas como “Pro-democracia”, que es una manera retórica de decir que no hay democracia en China, porque hay un partido único, porque son los miembros de ese partido los que deciden quién gobierna China. Hay censura dentro del país, hay motivos para que se diga eso. Pero eso se dice desde una mirada occidentocéntrica, lo interesante sería poder escapar a esa matriz que nos hace ver lo que sucede en culturas tan diversas, como puede ser la china o la hindú o la de Irán, de Siria, países que nos quedan muy lejos y que nos resulta muy difícil pensar desde la mirada que tienen ellos del mundo. Incluso desde Israel o desde la mirada que tienen los colombianos del proceso de paz.
Es bueno hacer ese esfuerzo de tratar de ver las cosas desde la mirada de los que viven ahí, que tienen además, miradas muy diversas, no es que se piensa de una sola manera, no es que las culturas tienen pensamientos homogéneos. Porque pretender que la democracia que reclama el pueblo de Hong Kong es la democracia impresentable que criticaban los españoles a lo largo y ancho del país o la democracia colombiana que torturaba y asesinaba campesinos inocentes en la guerra contra el narcotráfico o la democracia que provoca miles de muertes con bombardeos y ocupaciones de territorios.
Todos los pueblos exigen mayor democracia, opinaba el investigador Pau Serra, exigen ser representados y que sus representantes consulten sus decisiones. Y sabemos que la democracia es un camino hacia la justicia social, como los monopolios son el muro de contención de la libertad. Pero cuando se reclama justicia, no estamos reclamando todos lo mismo. No todos avalamos el ojo por ojo, los genocidios, las multas o las decapitaciones. Es un atrevimiento querer imponer como dogmas los conceptos clásicos de democracia, de justicia o de derechos individuales a otros pueblos. Sobre todo cuando han demostrado su ineficacia y su atrofiamiento.
El derecho chino se divide en dos partes, aportaba a la discusión, Mercedes Pérez, una que se llama Li, que es la que representa los valores tradicionales y el fa, que es el poder de la ley positiva, como nosotros la conocemos y ellos respetan ese derecho Li, de valores tradicionales en donde prima todo lo que tiene que ver con la necesidad de salvaguardar lo público, de lo colectivo por sobre lo privado, por sobre lo individual. Muy diferente a nuestra tradición cultural de salvaguardar la propiedad privada y el individualismo. De hecho, en materia de derechos, todavía ellos entienden que muchas veces hay que dejar de lado muchos derechos privados en pos del beneficio comunitario y esto es algo muy arraigado y llama la atención que fue muy difícil para ellos poder interactuar, jurídicamente, tratando de combinar sus valores tradicionales con estos principios de derecho tan occidentales. Hay un choque muy fuerte. Confucio avalaba la posibilidad de desobedecer la ley si es injusta, en este caso él se refería a la ley positiva, como las normas que nosotros conocemos, en pos de un valor superior que es la justicia.
Esta discusión se enlaza con los derechos de los pueblos originarios en Argentina y en todo Latinoamérica. Muchas veces se producen delitos dentro de las comunidades que para nosotros deberían ser condenados y pasar por las cárceles y recibir toda una serie de castigos, que ellos desde su propia justicia cumplen con la condena, por así decirlo, de lo que para ellos es delito y muchas veces se entra en una gran lucha judicial. Porque ellos no entienden ni siquiera como castigo ir a la cárcel, sí lo consideran como una tortura, como una cosa abominable, pero no les parece que con eso se esté pagando con el crimen que se pueda haber cometido y, a su vez, nosotros consideramos que el crimen queda impune si solamente recibe la condena que le pueda dar un tribunal, usando comillas, originario.
Se entra en el concepto filosófico de qué es justicia para una cultura y para la otra, es algo tan abstracto pero que es necesario bajarlo a las leyes y se producen estos choques. Cuán necesarios son el respeto a los pueblos y sus culturas, es necesario avanzar en ese sentido, cómo poder coordinar esas diferencias para que no queden estas comunidades faltas de reconocimiento a su manera de ver las cosas.
Así que es bueno ser permeable a otras maneras de ver el mundo, de entender los problemas, de imaginar las soluciones y de enarbolar demandas. Es esta dimensión de diversidad universal la que hace del ser humano un ser totalmente capaz de romper con lo instintivo y dar rienda suelta a toda la expresiva creatividad que se manifiesta hacia los cuatro puntos cardinales.
A las diferentes miradas que se dan en los distintos horizontes, deben sumarse las que se dan por los diferentes niveles de conocimiento, por posiciones etarias, condición sexual y tantas otras que multiplican las miradas y profundizan el desafío de la comunicación, de la convergencia y de la comprensión.
Compartimos aquí el audio completo del programa #36 de Continentes y cotnenidos.