Ayer se realizó la 69° Asamblea General de Naciones Unidas, donde asistió Michell Bachelet y su par boliviano, Evo Morales. La representante chilena extendió su discurso y en él reafirmó «la convicción de Chile sobre la necesidad de respetar la estabilidad de las fronteras». Aseguró también que «el derecho internacional es claro y tajante. Cualquier acción destinada a afectar los tratados de límites vigentes abre espacio para la incerteza jurídica».
Frente a estas declaraciones, el presidente de Bolivia insistió en que “nuestra demanda no busca alterar el orden internacional de los límites y fronteras, como tampoco amenazar los tratados internacionales, tal cual pretende hacer creer el gobierno de Chile; al contrario, Bolivia invoca el derecho internacional y sus principios para resolver de manera concertada y de buena fe su acceso soberano al Océano Pacífico”. Ambas declaraciones levantaron suspicacias y finalmente Chile, a través de su cancillería, envió una “carta de replica” respecto de los dichos de Bolivia, al presidente de la Asamblea General de la ONU.
Le preguntamos a Tomás Hirsch, vicepresidente del Partido Humanista, sobre esta intervención chilena ante la ONU, a lo cual respondió lo siguiente:
¿Qué te parece el discurso de la presidenta ante la ONU?
Fue un discurso deslavado, poco épico. Mientras lo escuché no pude dejar de pensar en el discurso ante las Naciones Unidas del Presidente Salvador Allende, donde fue aclamado de pie por toda la asamblea, porque dio una visión estadista del presente y del futuro de Latinoamérica y no sólo de Chile, como también sucedió con otros presidentes del país, como fue en su momento Eduardo Frei Montalva. Desde ese punto de vista, vi a una presidenta sin ninguna mística, sin ninguna ética, casi cumpliendo un mero trámite, lo cual encontré lamentable. Por lo demás, uno experimenta una gran distancia entre lo que se dice en Naciones Unidas y lo que realmente sucede en el país. Ella habla de un país inclusivo, de un país vinculado con América Latina; que va superando sus dificultades respecto de pobreza, la desigualdad, la educación…y uno dice, bueno, estamos hablando de otro país, porque acá estamos muy lejos de todo eso.
En su discurso, Evo Morales agregó que “este es el siglo de la paz, pero la paz con soberanía. Si queremos acabar con la pobreza no tenemos otro camino que acabar con el sistema imperialista” y pidió a todos los países que “nos acompañen, no sólo a Bolivia, sino también a nuestro vecino Chile en este desafío”, ¿qué opinas sobre este llamado?
El contraste es muy grande. La presidenta Bachelet, aparte de ir a dar su discurso a Naciones Unidas, fue a Estados Unidos a reunirse con los más grandes empresarios del mundo, con las corporaciones más poderosas del planeta. Fue a rendirles cuentas, a decirles que no se va a tocar su inversión en Chile. Se reunió con ellos para decirles que la reforma tributaria fue concordada con el mundo empresarial. Me parece de una pleitecía lamentable y vergonzosa con el gran capital y el mundo de las corporaciones. Uno esperaría tener una presidenta que este a la par del resto de los presidentes latinoamericanos, buscando nuestra autonomía, nuestra independencia económica y financiera, el fortalecimiento del Banco Universal DelSur como una herramienta que nos independiza de ese poder financiero transnacional. Y lamentablemente lo que vimos fue lo contrario. Un gobierno chileno absolutamente entregado de rodillas al poder del gran capital: vergonzoso.
Por su parte, el canciller chileno Heraldo Muñoz, se pronunció al respecto diciendo que la demanda de Bolivia “pretende que Chile ceda territorio y eso no va a ocurrir”. ¿Qué te parece esta respuesta?
Es lamentable el modo en que se está tratando el conflicto con Bolivia. Acá hay que entender que hay una situación pendiente, no resuelta, y eso requiere caminos de diálogo. No es bueno cuando se les cierra la puerta con un portazo a la contra parte, y cuando Heraldo Muñoz hace estas declaraciones, no está respondiendo a lo que dijo el presidente Evo Morales. Él, en ningún momento habló de quitarle territorio a Chile ni nada por el estilo. Habló con la palabra diálogo, se refirió a la resolución de problemas y lo planteó en un tono muy hermoso. Habló de “nuestros hermanos chilenos”, es decir, claramente se visualizaba una intención de búsqueda de diálogo, de acuerdos, de construcción común, de integración latinoamericana. Efectivamente ubica la situación de la demanda boliviana en el contexto de estos nuevos tiempos de paz y de integración. Me parece que tiene altura de miras y la respuesta de Chile debiese haber sido en el mismo nivel y no en una suerte de bofetada, que fue lo que terminó haciendo el canciller Heraldo Muñoz.