Miguel Farías fue miembro del mítico Grupo de Amigos Personales (GAP), del Presidente Salvador Allende. El GAP fue el equipo encargado de la seguridad presidencial y surge pues Allende sabía que no podía confiar su integridad personal a las fuerzas policiales tradicionales, ni menos a las fuerzas armadas chilenas. Razón por la cual, crea un cuerpo de seguridad conformado por jóvenes leales a su persona y al proyecto de la Unidad Popular.
Para el Golpe de Estado, Miguel se encontraba en la casa del Presidente, en Tomás Moro. Desde ahí tuvo que combatir, sin preparación previa, junto al resto de sus compañeros. Actualmente Miguel es militante del Partido Humanista, y a 41 años del Golpe de Estado, recuerda ese momento y se refiere a las deudas de la democracia con el pueblo chileno y a la urgente necesidad de cambiar el modelo neoliberal.
Por Prensa Partido Humanista
¿Cuál es tu sentir cuando se cumplen 41 años del golpe?
En primer lugar me siento bastante dolido, por todo lo que pasó en esta fecha y también bastante defraudado, que a 41 años del Golpe de Estado, con varios gobiernos de la Concertación, con esta democracia a la chilena, tan extraña, no se haya logrado verdad y justicia. Eso es lo que más me duele. Para mi los buenos se murieron combatiendo, luchando en la clandestinidad, de distintas maneras. Otros están enfermos y jodidos, como yo, y olvidados por todo el mundo. Me duele mucho que los partidos políticos tradicionales; que enarbolan banderas rojas y hablan de democracia, de revolución y del Che, hoy día mantengan esas banderas y no hayan tenido la moral, el principio ético básico de poder haber solucionado el problema de Derechos Humanos, en este país. Esa es la gran pena que tengo.
Yo sé que los viejos que peleamos antes, perdimos en la idea del socialismo de una sociedad mejor de la que tenemos. Y creo que se pueden hacer cosas, por último en el marco de la humanización. No puede ser que compañeros míos hayan muerto botados, en una media agua de una población o en zonas del interior de la V Región, sin el apoyo de nadie. No puede ser que a más de 50% compañeros míos no se les reconozca como exonerados políticos, para que tengan una pensión miserable de 130 mil pesos. La Concertación en ningún momento nos apoyó, y sin embargo, cuando viene el 11 de Septiembre se acuerdan que existimos y nos invitan a actos en La Moneda.
Los sobrevivientes del GAP nos reunimos todos los años en la puerta de la Intendencia, donde cayeron compañeros nuestros que fueron desde Tomás Moro a defender La Moneda, para simbolizar y expresar nuestro sentir, y reafirmar nuestro compromiso y lealtad con el Presidente. Pero cada vez que nos encontramos somos menos. Somos viejos que andamos con las patas a la rastra, personas enfermas que andamos con problemas anímicos, cánceres, como el caso mio. Eladio, que fue un combatiente de La Moneda y el último que vio a Allende, murió hace poco en Cuba, porque tuvo que ir a morirse allá, porque aquí no tuvo la atención medica adecuada, en pleno gobierno de la Concertación.
Y eso contrastado con los beneficios que reciben los militares, que ni siquiera han sido juzgados por la existencia de la Ley de Amnistía…
Exactamente. Es más, muchos de nosotros hemos sido amenazados, a través de una carta, con quitarnos la pensión de exonerados, porque dudan de que debemos ser exonerados políticos, cuando fuimos funcionarios de la República de Chile. Es muy injusto lo que está pasando.
En esa misma línea, ¿cuáles son las principales deudas que tiene la democracia con el pueblo de Chile?
En primer lugar, la verdad y la justicia. Sin eso, podrán pasar 50 o 100 años y nunca va a ver paz. Dentro de esa lógica de verdad y justicia, tiene que haber una reparación a los que hemos sobrevivido y a nuestras familias. Muchos no tenemos donde vivir, estamos endeudados pidiendo platas prestadas, y eso no puede ser. Sin ser chovinista, nosotros somos parte de la historia. Fuimos jóvenes idealistas, con y sin militancia, que no nos fuimos para la casa sino que estuvimos combatiendo contra aviones y helicópteros, cuando ninguno de nosotros tenía esa experiencia. A nosotros solamente nos prepararon para proteger a los dirigentes de la Unidad Popular. Y nos vimos de la noche a la mañana peleando contra tanques, contra fuerzas del ejército, con helicópteros ametrallándolos.
Estamos segurísimos de que otro Chile mejor es posible. Un Chile más humanizado, no puede ser que el ser humano sea nuestra última preocupación y que el material, el consumismo, se imponga por sobre él.
¿De qué manera construimos una sociedad que valore la vida por sobre los intereses económicos, donde el respeto a los derechos humanos sea un imperativo político, social y moral?
Reitero que hay que sanar el tema de los Derechos Humanos. En segundo lugar, la gente que milita en los partidos tradicionales, que tengan un poco de humildad y quieran dignificarse, tienen que unirse al movimiento social . Creo que el futuro está en el movimiento social y no en los partidos, pero unidos podremos andar para adelante con objetivos claros, dejando de lado los divisionismos, el sectarismo y el monopolio de ciertas tendencias y líderes.
Una de mis preocupaciones más grandes son las futuras generaciones, son mis hijos y mis nietos. Qué país les estamos dejando. Debemos nacionalizar el cobre, tiene que haber Asamblea Constituyente sí o sí. No puede seguir sosteniéndose esta violencia del Estado y del sistema neoliberal en el que estamos viviendo. Es brutal lo que está sucediendo con la gente, con el ser humano. Por lo tanto, me siento profundamente humanista, pero yo no estoy dispuesto a poner la otra mejilla para que me sigan dando más de lo que me han dado. Si es necesario salir a dar la pelea como en otros países de América latina, a palos o con lo que sea, con lo que tengamos, estoy dispuesto a hacerlo. Porque la violencia que se está aplicando al pueblo de Chile, a la gente, a los jóvenes, es realmente una cosa inimaginable.
Y puedo hacer las comparaciones, porque viví 15 años de mi vida en Cuba, y con todas las necesidades, con un bloqueo económico aterrador, con amenazas de invasión constante contra el pueblo cubano, en ese tiempo tuve para comer, para estudiar, tuve salud, vivienda, viví dignamente, desarrollé la cultura, me formé profesionalmente, hice todo lo que aquí nunca he podido hacer.
¿En que aspectos te sientes en sintonía con los humanistas y cuáles son los principales objetivos que debemos plantearnos en la actualidad, para la construcción de un Chile más justo, más igualitario, más humano?
Los humanistas han sido súper gentiles, nunca me han exigido ninguna condición. Han sido solidarios para conmigo, para con mi familia y compañeros, que todos han ingresado al humanismo. Hemos podido desarrollar iniciativas ciudadanas y comunitarias en las poblaciones. Ahora justamente estamos desarrollando un proyecto en las montañas de Olmué, con radios comunitarias y temas ecológicos.
Pero también hemos ido trabajando en una tarea, que es la más importante, que es crear conciencia y transferir experiencias. Podemos hacer poder popular haciendo cosas pequeñas en las escuelas, en los sindicatos, en las comunidades ecológicas, en comunidades rurales y alejadas. Es ahí donde debemos hacer un trabajo de hormiga importante. Es una forma de revolución distinta. Pero debemos tener cuidado, no podemos ser tan «light», tan re buena onda. Debemos tener cuidado de con quién hacemos alianza, porque se confían demasiado y después nos cagan. El humanismo es una buena alternativa, pero en la medida en que nos juntemos con malos amigos eso nos va a quitar terreno. Tenemos que crecer en militancia, en adherentes y salir más a la comunidad. Espero que en esta nueva dirección del ECN, podamos despegar.
Veo que muchas veces el Partido Humanista no se está pronunciando con temas que están ocurriendo todos los días y tenemos que tener un planteamiento, no nos podemos quedar callados. Al igual que el ámbito latinoamericano, debemos estrechar lazos y sumarnos a las luchas de los pueblos de América latina. Yo creo que el Partido Humanista, sin temor a decir que es no violento, debe asumir que es un partido revolucionario. Sin temor, debe insistir en que es un partido que está por las transformaciones profundas y por solucionar los problemas de fondo. Debemos aprovechar que los de derecha y los de la Concertación nos miran feo y por lo tanto, debemos golpear la mesa.
¿Cuál es las características del presidente Salvador Allende que hoy pueden inspirar a las generaciones jóvenes?
El Che escribe en un libro por ahí: «A mi amigo Salvador Allende, que lucha por lo mismo, pero por la vía pacífica». No hay que pedirle más a Allende. Dentro de su contexto, el era un político atípico, comprometido y seguro de lo que quería para nuestro país. La información que nosotros tenemos es que el fue acribillado definitivamente. Él no era un hombre que estaba dispuesto a suicidarse, al contrario. Él era una persona que estaba por los cambios profundos, y de hecho nadie habría nacionalizado el cobre en un tiempo tan corto como Allende lo hizo. Creo que el Allendismo es casi una ideología, sobre todo para aquellos que no se identifican como revolucionarios, su legado es un camino.