El reciente acuerdo entre el Consejo de Defensa del Estado de Chile, la Empresa Arauco y diversas instituciones públicas y comunitarias de la zona sureña de Valdivia nos parece es una muy buena noticia para todos aquellos Valdivianos y chilenos que desde las riberas del magnifico Río Cruces y otros rincones de esta larga geografía salimos en defensa de los cisnes de cuello negro cruelmente muertos por la contaminación de la planta de celulosa Celco, mayor empresa forestal del país.
El acuerdo ciertamente no paga, ni compensa a cabalidad el daño ambiental ya hecho en el ecosistema, ni el daño moral de una ciudadanía que en su momento confío en las instituciones ambientales de la democracia y que vio como los poderes fácticos las sobrepasaron, imponiendo un proyecto cuyos impactos la ciudadanía ya había previsto y que tuvo que ser ratificado con el sacrificio de los cisnes.
Tampoco significa el acuerdo que hemos de suponer que el Estado va a ser capaz de litigar y ganar en los lamentablemente numerosos casos de daño ambiental que se siguen repitiendo en el país.
Pero las cinco medidas anunciadas a fines de agosto ((http://www.humedalriocruces.cl/arauco-y-el-cde-acuerdan-el-detalle-de-las-medidas-planteadas-por-la-sentencia/), y luego de nueve meses de trabajo, por parte del Consejo Científico y Social, son un enorme avance, ya que sobretodo son una prueba de lo que es capaz de hacer una ciudadanía unida y un estado que es capaz de rayarle la cancha a las grandes empresas, como es ciertamente su rol, pero que sabemos no sucede a menudo, ni menos con la contundencia de lo que sucedió con la empresa Arauco en el Río Cruces.
Han sido años de lucha. Fue en 2004 cuando aparecieron muertos los cisnes de cuello negro, pero casi diez años antes, en 1996 había comenzado la lucha ciudadada que advertía de los peligros de la instalación de la celulosa. En 2005 el Consejo de Defensa del Estado interpone una acción de reparacion ambiental por los daños ambientales de la planta de celulosa y recien ahora, casi diez años después se logra un acuerdo reparatorio que costara unos 5.200 millones de pesos.
Una movilización ciudadana de casi dos décadas, en la que confluyeron activistas, científicos, comunidades Mapuche y empresarios, que con al apoyo de los cisnes de cuello negro, lograron que el Estado obligara a la empresa a crear medidas de prevención y mitigación ambiental que debiesen haber estado allí desde un principio.
Publicado originalmente como opinión Fundación Terram (www.terram.cl)