Por Marcela Belchior

El adolescente Abdoulaye Kaba, de 16 años, llegó a Brasil solo desde Guinea-Bissau, en el oeste de África, en 2012, cuando todavía tenía sólo 14 años de edad. Él y su familia sufrían persecuciones políticas después de la detención de su padre. Como era el primogénito, las presiones sobre él eran mayores y, con la ayuda de un amigo de la familia, resolvió dejar su país. Su pedido de asilo fue homologado en agosto de este año por el Comité Nacional para los Refugiados (Conare), del Ministerio de Justicia brasilero, y Abdoulaye pasó a ser, oficialmente, un refugiado en Brasil. Así como él, otros jóvenes y adultos encuentran en el refugio internacional el camino para lidiar con conflictos.

 

«Opté por Brasil porque éste es el país del fútbol. En Guinea, yo ya jugaba a la pelota y participaba de campeonatos desde los siete años de edad. Como fui forzado a dejar mi país, quise venir a un lugar que tuviera que ver con mi pasión por el deporte”, explica Abdoulaye, en declaración a la Agencia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para Refugiados (Acnur).

 

Instalado en Río de Janeiro, a más de 5 mil kilómetros de su tierra natal, Abdoulaye volvió a estudiar y a practicar deportes. Entrena en el proyecto social Karanba (ubicado en São Gonçalo, Región Metropolitana de Río), que es coordinado por el ex jugador noruego Tommy Nielsen. «La parte más difícil de ser un refugiado es estar lejos de mis padres y de mis hermanos. Fuera de esto, la vida en Brasil es muy buena”, evalúa.

 

Togolés Koffi Mawunam Donaldo

 

Viviendo en la misma ciudad desde hace siete meses, el togolés Koffi Mawunam Donaldo-Prosper Anthony tiene 37 años, una larga formación académica y un currículum envidiable. Fiscal artístico, formado en Togo, país situado al oeste del continente africano, estaba terminando un curso en el área de marketing y comunicación en Senegal, pero debió dejar todo atrás y pedir refugio en Brasil después de sufrir persecuciones políticas en su país.

 

El caso se inició en 2005, año de elección presidencial en Togo, cuando la asociación política que Koffi integraba publicó un informe que señalaba fraudes en el proceso electoral. Fue perseguido y detenido por agentes del gobierno y después de ser liberado vivió un año en un campo de refugiados en Benin, que está en la frontera con Togo, para después mudarse a Senegal. Allá, Koffi reconstruyó su vida, encontró trabajo y consiguió novia, pero fue obligado a desplazarse nuevamente cuando volvió a ser amenazado por cuestiones políticas en Togo.

 

En Brasil desde noviembre de 2013, Koffi ahora intenta recomenzar una vez más. Su deseo es volver a trabajar con eventos y comunicación, a pesar de las dificultades para conseguir empleo en esa área en Brasil.

 

El ghanés Abubakari

 

 

Así como él, el ghanés Abubakari [la Acnur no aportó su apellido] enfrentó dificultades para insertarse en el mercado de trabajo y abrir su propio negocio, debiendo antes trabajar en la construcción civil y dar clases particulares de inglés para sustentarse. Hoy, con 29 años y refugiado de Ghana, en África occidental, Abubakari tiene una tienda de accesorios para celulares y tablets en la capital del país, Brasilia, pero todavía espera la decisión sobre su pedido de refugio en Brasil.

 

Habiendo desembarcado en el país en febrero de 2014, el ghanés pretende construir su vida personal y profesional en el continente sudamericano. Actualmente, Abubakari asiste a clases de portugués en la Universidad de Brasilia (UnB) y tiene pretensiones de ingresar en un curso superior de Derecho. «Brasil es mi casa. Es aquí donde quiero construir mi futuro”, reveló a la ACNUR.

Amparo a refugiados y otras vulnerabilidades

Las historias de Abdoulaye, Koffi y Abubakari son parte del trabajo de la Acnur, que dirige y coordina la acción internacional para proteger y ayudar a personas desplazadas de su país de origen en todo el mundo, buscando soluciones duraderas para sus casos. Actualmente, la Agencia cuenta con un equipo de aproximadamente 6,3 mil personas en más de 110 países, e interviene en los casos de cerca de 32,9 millones de personas con necesidades de protección.

 

La ACNUR atiende no sólo a refugiados que huyen de conflictos y de la violencia sino también a personas sometidas a varios tipos de vulnerabilidades, como desplazados internos (personas desplazadas dentro de su propio país), individuos apátridas (no considerados como un nacional en ningún Estado), retornados (que retornan a su país de origen de manera voluntaria), además de migrantes y quienes requieren asilo.

Traducción: Daniel Barrantes – barrantes.daniel@gmail.com