Por Marcela Latorre*
Todos hablan de calidad en la educación, hoy es el asunto que capta la atención de todos los sectores. En el Programa de Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet uno de los temas fundamentales es el de la educación, se señala que “La sociedad chilena enfrenta variados y significativos desafíos para convertirse en una sociedad verdaderamente desarrollada, que supere sus profundas desigualdades. El desafío primordial es la Educación. Además de aquellos elementos asociados directamente a ganancias en productividad y equidad, un acceso igualitario a educación de calidad ayuda a configurar una sociedad con más oportunidades, más justa, que empodera a la ciudadanía en su quehacer cotidiano”.
Sin duda los que han instalado la preocupación son los jóvenes, que no sólo lo han hecho con las tomas de sus lugares de estudio y las multitudinarias marchas. En el primer semestre de este año, el Consejo Metropolitano de la Cultura y las Artes y el Centro Cultural Gabriela Mistral organizaron un concurso de Ensayo Cultural Joven, donde se presentaron más de 80 trabajos en las categorías Junior (de 15 a 18 años) y Senior (de 19 a 24 años). El gran tema tocado por los participantes fue el de la educación, vista como un pilar fundamental para el desarrollo cultural. Muchos ensayos eran verdaderas críticas al actual sistema y otros tantos estaban llenos de propuestas frente a esta demanda.
Por otro lado, si leemos los Planes de Educación de las Municipalidades, también el eje es la calidad en la educación, de hecho, están creando una serie de actividades para mejorar la gestión en los liceos y escuelas.
Y así podríamos llenar este artículo con ejemplos de buenas intenciones. Todos sabemos que la educación está en crisis y que la “calidad” es un primario en nuestros días, ya sea para tener una mejor sociedad, para mejorar nuestra cultura, para tener liceos de excelencia, en fin.
Pero, ¿Qué es “Calidad en la Educación”?, más bien ¿Qué es educación? O mejor aún, ¿Por qué queremos educar?
La educación que tenemos hoy nace en la época de la Revolución Industrial y buscaba claramente formar a seres productivos. En esa época el paradigma era positivista y racionalista, es decir, que lo válido era sólo lo comprobable y medible, por ende el ser humano era visto desde su externalidad, dejando de lado su mundo interno.
Hoy vemos la gran necesidad de humanizar este paradigma, de buscar una nueva definición de lo que es lo humano y por ende para qué queremos educarnos. En las calles del mundo se escuchan los gritos de las nuevas generaciones que piden desde su convicción más profunda, que se los mire, que se los sienta, que se los humanice.
En el libro Pedagogía de la Intencionalidad, de Rebeca Bize y Mario Aguilar, “se busca una educación humanizadora es decir, atender a la habilitación de todas las capacidades humanas, rompiendo esas dicotomías inconducentes entre interioridad – exterioridad o subjetividad –objetividad”
En el fondo la concepción de ser humano cambia, ya no se le ve como un ser productivo, sino como un ser que tiene una conciencia activa, capaz de transformarse y transformar su entorno. Es un ser intencional, que cuando conecta con su propósito y su sentido de vida va en dirección de humanizar la tierra y aportar en su evolución.
Por ende, volviendo a la pregunta ¿Por qué queremos educar? Deberíamos decir que más que educar tendríamos que habilitar, ayudar a que las nuevas generaciones se encuentren con ese propósito y logren iluminar nuestra tan querida casa, la Tierra.
*Marcela Latorre es actriz, periodista, pedagoga teatral e impulsora de la COPEHU (Corriente Pedagógica Humanista Universalista) en Chile.