Con el encuentro de Estela de Carlotto con su nieto, se completa un acto de búsqueda de justicia que nació hace 36 años, desde una profunda condición de injusticia. Un acto que intentó completarse en todos estos años mediante la lucha no-violenta, incansable, sin querer la venganza, sino aspirando a la reparación verdadera.
A veces los procesos históricos son más largos de lo que quisiéramos, pero finalmente la Justicia humana ejerce esa reparación. Con el oscuro período histórico abierto en nuestro país con la Dictadura Cívico-Militar, que tuvo lugar de 1976 a 1983, se abrieron profundas heridas de injusticia, muerte y desaparición de personas. Gracias al avance de la Justicia humana, como el gran paso que se dió hoy, las heridas comienzan a curarse para sentar las bases de la futura sociedad verdaderamente humana y no-violenta.
[media-credit name=»Estela de Carlotto – Foto: Télam» align=»aligncenter» width=»260″][/media-credit]
A Laura Carlotto, la hija de Estela, la secuestraron las fuerzas represivas de la Dictadura Militar en noviembre de 1977 cuando estaba embarazada. Su hijo al que llamarían Guido, nació en junio de 1978. Laura fue detenida y torturada en el Centro Clandestino de Detención La Cacha, en La Plata. La mataron en agosto de ese año, poco tiempo después le entregaron el cuerpo a Estela y su familia. Esa es la condición de inagotable injusticia de donde nace la necesidad y la fuerza que mantuvo en acción a Estela de Carlotto en todo este tiempo.
Este acto no sólo se completa hoy en la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, que con su permanencia militante logró junto a su “familia de lucha” la restitución de 114 nietos, sino también en todos los que aspiramos a una sociedad mejor, donde los Derechos Humanos sean un signo de la época, que nos succionan hacia el futuro a seguir consolidándolos. Muchos sentimos hoy en nuestro interior que se cierra una deuda, que se repara una dolorosa injusticia, que se puede construir paso a paso una realidad digna de ser amada.
Muchas Abuelas que como Estela continuaron con esa lucha, en búsqueda inagotable de Justicia, sintieron una conexión espiritual con sus hijos desaparecidos, se conectaron con ellos desde la experiencia del amor de una Madre. Esa conexión las ayudó, las acompaño y les dio fuerza durante ya casi 40 años. Esos actos de estas mujeres valientes tienen gran significado para ellas y para su seres queridos. Pero ese significado irradia más allá de ellas, llega a un país entero, lo marca y lo direcciona hacia un futuro mejor. Es un significado ejemplar que se funda en una acción válida coherente.
Hoy Estela con sus 83 años se consolidó como ícono de la acción justa, de la militancia por los Derechos Humanos, de la búsqueda de Memoria, Verdad y Justicia. La enseñanzas que nos dan estos avances históricos, encarnados en íconos como Estela, tiene que ayudarnos a dejar atrás la prehistoria que escribió la violencia, el sufrimiento y la injusticia.