A principios de septiembre de 2012, publicamos una nota que exhortaba a no olvidar la situación que vivimos los argentinos a comienzos del siglo 21 y recordar, también, a los “economistas”, “consultores” y gurúes de diferente pelaje, pero todo “gorilas” que fueron cómplices necesarios.
Hace dos días el máximo responsable de la crisis argentina y benefactor de los grandes capitales, Domingo Cavallo, fue repudiado en la modalidad de “escrache” cuando iba a comenzar una conferencia auspiciada por la Universidad Católica. Militantes que se encontraban como público le lanzaron huevos, le gritaron verdades y lograron que, además de dejarlo en ridículo, muchos jóvenes se informaran sobre su cruel papel en los años de las políticas antihumanas. Algunos amigos nos han instado a re-editar aquella nota y así lo hacemos, porque la memoria tiene actualidad.
El diario de ayer
Que “todo tiempo pasado fue mejor” es una hermosa línea de una copla del siglo 15, expresión del dolor de Jorge Manrique por la muerte de su padre, el Maestre don Rodrigo. Es uno de los poemas más logrados en lengua española por la profundidad de sus reflexiones sobre la fugacidad y la contingencia de la vida, sobre la clásica trascendencia “del alma” pero también de “la fama”, al punto de que la coherencia en la conducta personal es clave para superar el tiempo, e incluso el destino. Dicho esto en clave siloísta.
No es caprichoso que las coplas de Manrique acudan espontáneamente desde la memoria cuando intentamos rescatar algo útil del pasado. Sobre todo en épocas de una cultura materialista que subordina la vida a la posesión de bienes materiales, y la formulación del discurso sobre la realidad es la exaltación misma de esos antivalores.
En las sociedades modernas el pasado es rescatado desde los “comunicadores” en base a criterios que no están interesados en develar los hechos, sino en recortar sólo aquellos que avalan el discurso de los intereses predominantes. El ejemplo más acabado es, sin duda, el de los medios de comunicación en general; pero, en particular, los llamados “economistas”, “periodistas especializados”, “consultores”… Ya saben. Personas que se ganan un salario merced a la venta de la visión del mundo que conviene a determinados intereses a los cuales pertenecen los medios de comunicación y que no son otros que alguna banca internacional.
Por lo anterior es que empezamos este circunloquio acerca del tiempo pasado, no para privilegiarlo sobre el presente y, mucho menos, sobre el futuro, sino por su valor educativo. En ese sentido, decimos que el diario de ayer es una pista para ubicarnos en el presente y desde allí imaginar el futuro. Ejercicio que no está mal ambientar con algo de poesía.
Pongamos un ejemplo que está a la mano. A fines de 2001, el neoliberalismo causó un caos social muy doloroso en la Argentina. Muchos de los periodistas que entonces pontificaban sobre los beneficios del consenso de Washington -desde todos los medios de difusión- están siendo convocados hoy -justo cuando el esfuerzo de los argentinos nos está permitiendo saldar gran parte de aquella deuda-, por los sectores que entonces nos llevaron al desastre. Parece increíble.
Un personaje patético que responde al nombre de Domingo Cavallo -ex ministro de economía y responsable directo del desastre-, vuelve a aparecer en reportajes por televisión y da consejos -siempre en línea con el FMI- para todos los países capitalistas en crisis. Pero no es el único. Menos conocidos -a pesar de sus esfuerzos- “Daniel Marx, Jorge Ávila, Carlos Melconian, Miguel Broda, Federico Sturzenegger” también aportaron su cuota de antihumanismo para justificar que los bancos se quedarán con los ahorros de las personas.
Eso se puede leer en el diario de ayer, en el tiempo pasado. Es un buen motivo para una investigación de los estudiantes: la economía según los medios de prensa en 2000 y 2001. Les adelanto lo que encontrarán: verán en rol protagónico a los “opinadores” que hoy son convocados por la oposición al gobierno que dio vuelta la situación. Recomendamoshttp://www.
Aparte de este ejemplo, los países del mundo que tienen como ícono al gordito de Wall Street podrían hacer un trabajo similar con todos aquellos que en 2007 aseguraban un futuro brillante; en 2008 y hasta 2011 hablaron de “crisis financiera” y ahora admiten “crisis económica”. Son los mismos. Si la coherencia personal es una forma de trascendencia, la historia no tendrá piedad con los que se ganan el pan con la mentira.
Así como la existencia es víctima del tiempo en la visión de Manrique, el verbo -la palabra- es víctima de la historia cuando de parlanchines se trata, siempre que haya una memoria activa, alerta, justiciera.
Para que el tiempo pasado no sea mejor que el presente o el futuro, hay que recordar. Hay que leer el diario de ayer. Para no olvidar.