Hubo una vez una solidaridad con el pueblo palestino. En la izquierda política, en los movimientos y entre los pacifistas era simplemente una cuestión dada por descontada, obvia. De hecho, en Italia, sentirse de izquierda y sentir solidaridad con los palestinos eran casi la misma cosa, era parte de la identidad. Y así, cada vez que Israel lanzaba una de sus campañas periódicas de represión o de guerra, siempre producía movilización e indignación. Hoy, sin embargo, después de tres semanas de bombardeos en esa prisión al aire libre llamada Gaza, con más de 1.200 muertos, en su inmensa mayoría civiles, 5.000 casas arrasadas y más de 200.000 personas desplazadas, siguen prevaleciendo, con algunas excepciones, el silencio y la inmovilidad.
Por supuesto, los tiempos han cambiado y vivimos en un momento histórico difícil. La izquierda italiana ya no es lo que era, por decirlo suavemente, y los movimientos no la están pasando tan bien. Génova, el movimiento de movimientos, el pacifismo de masas contra la guerra de Irak son cosas lejanas, pertenecen a otra época. Incluso en Palestina, las cosas han cambiado. Una vez en nuestra casa se discutía si debíamos apoyar a Al Fatah o a una opción de izquierda más radical, como el Frente Popular. Hoy, Al Fatah se reduce a una imitación de uno de los muchos regímenes corruptos que los habitantes de la zona tienen que aguantar, y la organización de la resistencia
palestina a la ocupación israelí es Hamas.
Sí, el mundo ha cambiado y no nos gusta. Corremos a nuestras casas y allá en Palestina nos cansamos buscando encontrar interlocutores políticos con los que pudiéramos imaginar un camino común. Y luego, para muchos, el silencio, el mirar hacia otro lado y esperar que todo termine pronto, se convierte en una manera de escaparse de un problema que no se puede resolver. Otros, afortunadamente pocos, se pierden (tal vez en forma permanente) en la confusión y piensan que la presencia de fascistas, camisas rojas, antisemitas e iniciativas similares contra las bombas de Israel no es un problema importante. Otros, por otra parte, muchos más en este caso, a veces impulsados por el inevitable oportunismo, piensan que no podemos oponernos a las políticas de Israel, porque Hamas no es progresista, pero sí islamista, y porque dispara misiles contra Israel, aunque difícilmente lleguen a cualquier objetivo que no sea de naturaleza propagandística.
Pero si muchas cosas han cambiado, hay algo que nunca ha cambiado, que continúa siendo eterna. Y es la historia de la ocupación israelí en los territorios palestinos, la historia de un pueblo que no tiene tierra, ni seguridad, ni paz. Es la historia de siempre, pero más grave, sin solución, definitiva. Israel no comenzó la guerra cuando surgió Hamas, sino que siempre lo hizo contra las organizaciones palestinas, se llamasen como se llamasen, OLP, FPLP o Hamas, y sea cual sea su orientación de fondo, laica, de izquierda o islamista.
Israel nunca ha dejado de ocupar y consumir tierras palestinas, y si hoy usted revisa un mapa podrá ver que los territorios palestinos se han reducido a poca cosa, es decir, en la Franja de Gaza, de 360 kilómetros 2 se reúnen más de 1,5 millones de personas, y aquella de Cisjordania donde los asentamientos israelíes han avanzado tanto que hacen parecer a los asentamientos palestinos como fortalezas sitiadas. En resumen, de continuar de esta manera, la propuesta de «dos pueblos, dos Estados», finalmente se convertirá en una quimera, simplemente por falta de tierra para un Estado palestino. O en otras palabras, hoy el pueblo palestino en Gaza y Cisjordania, está luchando por su supervivencia.
La realidad es esta, y lo que propicie realmente la paz y la convivencia entre los pueblos debe empezar desde aquí. Hoy hablar de paz solo tiene sentido si hay un compromiso para el término de los bombardeos israelíes, el fin del asedio y el bloqueo de Gaza, el alto a la expansión de los asentamientos israelíes en Cisjordania, la liberación de los presos políticos palestinos, y así sucesivamente. Pero la paz no es un regalo que cae desde arriba, hay que ganarla, porque no es parte de las opciones de política del gobierno de Netanyahu (así como tampoco de los regímenes egipcio y saudí, otra cosa que nunca cambia). De hecho, la guerra actual, probablemente se ha decidido en el momento exacto en que un Hamas debilitado anunció que estaba dispuesto a reconstruir un solo gobierno palestino bajo la Autoridad Nacional Palestina. Habría sido un hecho que de por sí habría conducido a las negociaciones de paz, y Netanyahu no podría haber dicho que no.
Para nosotros hay demasiado silencio y no hay excusas. De hecho, existe una circunstancia agravante, que es la vergonzosa posición del gobierno italiano de Renzi, quien no solo se ha pronunciado con las frases habituales para las circunstancias, sino que incluso hasta se hace presente en Israel para entregar el primer avión M-346, como parte del programa de cooperación militar italiano-israelí.
En esta situación, ubicarse en el medio, hablar de otra cosa, no movilizarse por los palestinos y contra el bombardeo israelí, no tiene ningún sentido para los que se consideran hombres o mujeres de trayectoria de izquierda. De hecho, si no estamos con el pueblo palestino, estamos traicionando a una parte de nuestra alma.