En general, la historia la escriben los que ganan. Quizá porque a veces las personas y sus mundos se encuentran colonizadas en su raíz, su cultura y su lenguaje. Desde el imaginario que nos atraviesa, la nación se forjó a costa de las vidas de ciento de miles de originarios que habitaban estas tierras, para quedarse con su suelo y con sus cuerpos.
Por Javier Tucci para Política & Medios
El origen del nombre matancero o La Matanza, tierra del oeste del conurbano bonaerense, posee una confusa historia. Y más que confusa podemos decir que fue escrita por los colonizadores, quienes dejaron ligado su nombre a un enfrentamiento que tuvieron los originarios con los españoles en el siglo XVI, en el tiempo en que venían a plantar bandera, espada e imperio. Y resaltamos que lo de “matanza” fue impuesto por las “víctimas” masacradas. Víctimas se dijeron ellos, los mismos que venían a “limpiar” la zona de originarios y plantar su civilización blanca, europea y cristiana.
En el portal oficial del municipio del gigante del conurbano www.lamatanza.gov.ar/Pages/historia.aspx se exponen los siguientes datos que nos acercan a una de las tantas hipótesis, que huele y conduce a lo más cercano de lo que conocemos como información veraz.
“Cuando llegaron los europeos en 1536, el territorio que hoy es La Matanza estaba habitado desde hacía más de 1000 años por grupos pertenecientes a los querandíes y los carayhet o mbegua, a los que los españoles llamaron «magdalenitas» o «matanceros.
Los primeros contactos de estas comunidades con los europeos fueron pacíficos, pero la codicia de los conquistadores llevó al maltrato y a la guerra. Es así que, en 1541, los pueblos querandíes junto a los guaraníes, los obligaron al abandono de Buenos Aires y al traslado de su población hacia Asunción.
En 1580 se produjo la Segunda Fundación de Buenos Aires por Juan de Garay y los querandíes volvieron a ser nombrados en las Crónicas de la Conquista cuando en 1582, reparte el territorio junto con los indios entre sus hombres.
Ya en el siglo XVII se comenzó a llamar a esta parte del territorio bonaerense La Matanza. Si bien el origen del nombre es incierto, se cree que hace referencia a la matanza de españoles ocurrida en 1536, cuando murió, a manos de los indios, Don Diego de Mendoza, hermano del Primer Adelantado del Río de la Plata. Seguramente este hecho hizo que a la zona se la comenzara a nombrar como «el lugar de la matanza» quedando, con el tiempo, fijado en la toponimia bonaerense. Esta explicación es la aceptada por AIRA (Asociación Indigenista de la República Argentina)”.
Pero hay otras cinco hipótesis del origen
Según el Centro de Estudios de La Matanza y la información que recientemente brindó el documental producido por Canal Encuentro titulado “La Matanza, la historia”, se ha hablado siempre de seis hipótesis sobre el origen del nombre La Matanza, pero el que más se ajusta a la nueva era, a esta generación que necesita repuestas certeras para deconstruir la historia, es la que supone una defensa por parte de los pueblos originarios frente al avance de la conquista.
Repacemos las seis hipótesis:
1-Habla sobre las muertes que le produjeron a Pedro de Mendoza (nosotros nos decidimos por ésta)
2-Sobre la matanza de Querandíes por parte de los conquistadores, a la cabeza de Pedro de Mendoza
3-Tiene que ver con la segunda fundación y el segundo encargado de colonizar estas tierras, que fue Juan de Garay, quien en 1580 llegó con información de lo que le había sucedido a su antecesor. Garay llegó con mucha violencia a “poner” en línea a los pueblos originarios de esta zona.
4-A raíz de la matanza de perros cimarrones que eran perros salvajes que merodeaban por estas zonas, que atacaban al ganado de los primeros pobladores que se habían instalado en la llanura pampeana.
5-Habla de la versión aportada por Alfonso Corso, periodista, historiador y autor de “Historia del pago de La Matanza”, quien acerca la adaptación del nombre portugués “Matanzas”.
6-Sobre la utilización que tenía el río. Se refiere a la faena, a la matanza de vacas a orillas del río, que era aprovechado por el caudal de agua para esa actividad.
Prosigamos con la deconstrucción:
A Don Juan Ruiz de Ocaña, uno de los mancebos de la tierra que acompañaron a Juan de Garay en la segunda fundación de Buenos Aires, quien enfrentó y masacró a los querandíes matanceros del cacique Telomiac Condíc (o Telomonian Condie), se le asignó el reparto de las tierras para lo que luego será “el progreso” en manos de los terratenientes.
Después de más de 300 años forjados a sangre y fuego por la conquista de las tierras, casi sin querandíes y con la corona española desplazada por la revolución de mayo en 1810, La Matanza ingresó al siglo XIX marcada por el poder de los terratenientes.
Ahora bien ¿Por qué atribuirle el nombre “La matanza” a raíz de un enfrentamiento donde los pobladores ancestrales de estas tierras se defendieron del invasor imperial? Por el contrario, deberíamos cambiar esa raíz mentirosa por el nombre de “La Resistencia”, desplazando de una vez la historia oficial de los vencedores.
Lo mismo debería ocurrir con el desplazamiento del monumento de Julio A. Roca en la Diagonal Sur de la ciudad de Buenos Aires, ubicada frente a la Jefatura porteña, y emplazar de una vez por todas el monumento a la mujer originaria que el escultor Andrés Zerneri junto al escritor y periodista, Osvaldo Bayer, impulsaron en todo el país recolectando llaves para su construcción. Y si seguimos con nuestro idealismo inquebrantable, hallaremos miles de casos que la historia oficial de los Mitre, los Sarmiento y otros tantos antipróceres lograron camuflar y ocultar, con el objetivo de controlarlo todo por los siglos de los siglos.
Es así que la derecha, a través de la ley del más fuerte, se ha puesto y se pone de manifiesto en cada una de las historias que cuenta según su construcción, según sus intereses. Y es por eso que la mayoría de los argentinos no sabemos por qué la Matanza se llama de tal forma y que en realidad se le atribuye tal adjetivo a los originarios, para luego tener la excusa perfecta de aniquilarlos por ser la chusma, la raza inferior, los que ocupaban las tierras sin explotarlas, como hicieran la generación de Roca en la Campaña del Desierto o Mitre en la Guerra de la Triple infamia contra el Paraguay.
La resistencia sigue en pie, porque ya no es la historiografía mitrista quien genera los textos de la historia, porque la historia la hacemos entre todas y todos los que somos hijas e hijos de esos resistentes, no matanceros.
Si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia.
Quien quiera oír que oiga (Lito Nebbia)
Cuando no recordamos lo que nos pasa,
nos puede suceder la misma cosa.
Son esas mismas cosas que nos marginan,
nos matan la memoria, nos queman las ideas,
nos quitan las palabras
Si la historia la escriben los que ganan,
eso quiere decir que hay otra historia:
la verdadera historia,
quien quiera oír que oiga.
Nos queman las palabras, nos silencian,
y la voz de la gente se oirá siempre.
Inútil es matar,
la muerte prueba
que la vida existe…
Cuando no recordamos lo que nos pasa,
nos puede suceder la misma cosa.
Si la historia la escriben los que ganan,
eso quiere decir que hay otra historia:
la verdadera historia,
quien quiera oír que oiga.
Nos queman las palabras, nos silencian,
y la voz de la gente se oirá siempre.
Inútil es matar,
la muerte prueba
que la vida existe…