Por Gabriela Lizarzaburo

Cotacachi, 30 jun (Andes).- Cuenta la historia que hace varios siglos las comunidades Incas viajaban desde sus asentamientos, realizando largas travesías, hasta las orillas de la Laguna de los Dioses o Cuicocha (norte de Ecuador), para rendir culto a sus dioses por los beneficios de la cosecha.

 

Esa tradición la mantienen intacta las comunidades de Cotacachi (Imbabura) que cada año, en junio, agradecen al sol, la tierra y el agua en el ritual del Inti Raymi.

 

“Más antes que nuestros papacitos y abuelos ya teníamos esta costumbre que nunca hemos de olvidar y los guaguas que tengamos también tendrán esta tradición cultural de los indígenas”, dijo el presidente de la comunidad La Calera, Alberto Guitarra.

 

Rafael Pérez, líder de otra de las comunidades presentes, explicó a Andes que para ellos esta fiesta es muy importante porque los pueblos indígenas “agradecen a taita Dios creador del mundo y la tierra, al padre sol, a la madre tierra, y a la madre agua porque ellos permiten la producción y la vida”.

 

 

Esta celebración propia de los aborígenes, que tiempo después fue renombrada por los españoles como fiestas de San Juan y San Pedro, es conocida también como la fiesta de la segunda abundancia por coincidir con el solsticio de verano y la época de la maduración de la cosecha.

 

La apoteosis inicia el 21 de junio, aunque los participantes dicen que con anterioridad los capitanes o jefes de cuadrillas de las distintas comunidades se preparan con baños sagrados en cascadas para conectarse con los espíritus superiores.

 

Los días posteriores comienzan las peregrinaciones de los indígenas desde sus viviendas hasta la plaza central de Cotacachi, Perez señaló que algunas comunidades se encuentran hasta a cuatro horas del centro. Durante la caminata en  todos los patios de las casa se ofrece chicha (una bebida de maíz) y comida típica para los danzantes que incluye mote, papas, cuy, y queso.

 

 

Por las esquinas de la plaza mayor, luego de horas de viaje, aparecen los indígenas: capitanes, músicos y danzantes zapateando alrededor del lugar, representando  el círculo agrícola anual, entonando cánticos en su lengua natal y hablando con la madre tierra. La algarabía tiene un propósito específico: tomarse la plaza a la fuerza.

 

La toma de la plaza es un ritual que implica la pelea cuerpo a cuerpo, con piedras, palos, y cabestros que simbolizan la rudeza de los hombres. Aquí ellos se conectan con los elementos sagrados, entran en trance –dicen-, se comunican con los ancestros, con las entidades superiores que fueron generosos con ellos.

 

Esta conquista simbólica del espacio físico que antes les pertenecía y que luego les fue negado a los indígenas es su forma de denuncia, es su protesta por las tierras que les quitaron los feudales y patrones blanco-mestizos, quienes pierden su posición jerárquica en esta celebración.

 

La danza y la apropiación de la ciudad es su manifestación contestataria y simbólica para rechazar el poder económico, político y religioso que se centraliza en la ciudad mestiza. Y la sangre ocasionada por los golpes durante la toma es el sacrificio más grande que los indígenas pueden ofrecerle a la madre tierra, para ser recompensados con abundantes cosechas, explicó el líder Rafael Pérez.

 

 

Según Alberto Guitarra la pelea en la plaza tiene un significado de purificación y el resto del año las comunidades vecinas conviven en armonía.

 

“Esta fiesta grande es parte de nuestra identidad cultural y las diferentes comunidades hemos luchado por esta fiesta. Esto es un día grande en el que nos unimos a nivel de catón Cotacachi aquí agradecemos que en esta tierra nacimos y la producción también nace desde tierra, agua, nieve y desde toda esta creación que Dios nos ha dado”, señaló el Taita músico (padre), Emilio Guandinango.

 

El anciano considerado sabio por la población afirmó que la música es un elemento importante dentro de la cosmovisión andina, así como para las actividades agrarias, ceremoniales y cotidianas dentro de sus creencias.

 

 

A la fiesta del Inti Raymi asisten también moradores de todo el país y el mundo. Por ejemplo, el chileno Sergio Maldonado que participó en la danza con la comunidad La Calera cuenta que desde los años 80 asiste a esta conmemoración agraria.

 

“Lo bonito es como todavía perdura este rito auténtico y como representan el solsticio con esta danza en círculo. Uno revive cosas como la alegría, la música, la fiereza, lo agonal. Aquí despierta la necesidad del hombre de revivir cosas que estaban olvidadas en la gente”, afirmó.

 

 

 Fuente. http://www.andes.info.ec/es/noticias/comunidades-norte-ecuador-agradecen-padre-sol-cosecha-vida-fiesta-inti-raymi.html

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