Por Lorena Suárez


Emir Costaguta tiene 29 años, vive en Villa Dominico, Avellaneda. Es la primera generación de universitarios en su familia. Estudia la carrera de Ciencias Ambientales, de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV), donde, junto a otros estudiantes, organizó e impulsó el proyecto de voluntariado “Reciclado RSU con fines solidarios”. Desde allí, realizan actividades, eventos, capacitaciones con el fin de generar conciencia acerca de la separación y el manejo responsable de los residuos sólidos urbanos. Su ejemplo es el de miles de pibes del conurbano bonaerense que encuentran en las universidades públicas, recientemente inauguradas, un espacio para convertirse en sujetos para transformarse y transformar su entorno. En esta charla, su mirada sobre las cuestiones ambientales, la universidad pública, la participación…
¿Cómo nace la idea del voluntariado, en qué contexto, con qué objetivos?
 
El voluntariado nació en 2011, el mismo año que nación la UNDAV. Yo había estudiado Ciencias Naturales en el secundario y venia de varios intentos de cursar en la Universidad, pero los lugares de cursada me quedaban lejos, no me enganchaba. Un día iba caminando y me encontré con los afiches de la UNDAV, de la Carrera de Ciencias Ambientales y dije “Esto es para mí. Es la Mía”. Y así arranqué. Acá encontré mi lugar donde estudiar, militar, transformar…
Y el voluntariado se fue armando en ese contexto. Teníamos muchas ganas de hacer. Teníamos una universidad nueva, que hoy tiene 20 carreras y 8 mil estudiantes.
¿Y cómo surge tu interés por los temas ambientales?
Yo iba a ayudar a los vecinos de Villa Inflamable. Tenía un amigo que por la crisis se tuvo que ir a vivir allá. Y me pegó mucho la cuestión social y ambiental de la zona. En ese momento no existía ninguna política pública en Inflamable. No existía la causa Mendoza, no existía la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo. Todo eso surge luego casualmente allí.
Ahí empecé a tocas puertas en organismos públicos para ayudar a mejorar la zona. Digamos que son los orígenes de lo que haría después desde la UNDAV.
¿Qué aprendiste desde esa experiencia en Villa Inflamable a hoy?
 
Aprendí que la realidad por más trágica que sea se puede cambiar. Hay que poner mucha voluntad.  Siempre me interesaron las ciencias naturales, el ambiente, pero nunca pensé que iba a ser un estudiante universitario. Las cuestiones sociales me fueron llevando…
Desde tu experiencia cotidiana, ¿cómo evalúas los intereses de los jóvenes en relación al ambiente?
 
La juventud tiene que tener cierta transgresión sana. Hoy hay una juventud sumamente participativa, sobre cuestiones ambientales, políticas, universitarias. Y es que la situación, el contexto social hoy nos permite tener otra juventud.  En 2001, teníamos a la juventud en las esquinas, sin trabajo, totalmente desmoralizada. Mi papá era jubilado. No había nada para hacer. Íbamos a un club de trueque a cambiar cosas por comida. Yo iba con mi familia al club de trueque. Me acuerdo esas cosas. Hoy hay una juventud que está activa, que con una situación social mejor, puede pensar en seguir transformando. Hay un espacio. No hay espacio social que hoy no tenga jóvenes involucrados. Yo creo que lo que los convoca es la situación diferente que hay en el país. No están tan preocupados por el trabajo y se pueden preocupar por otras cosas como el ambiente: los residuos, lo que falta, la reconversión, etc.
¿Crees que existe o empieza a haber una mirada latinoamericana de los conflictos ambientales?
 
Parece paradójico, pero siempre nosotros le reclamamos esa mirada al Estado y en Latinoamérica con el concepto de patria grande, el Estado es el que hoy está teniendo esa mirada, mas sustentable: equitativa, distribución de la riqueza, derechos. En Bolivia, en Venezuela, con las cooperativas, las barriadas.
Yo creo que hay ongs que trabajan lo ambiental desde una mirada que tiene una postura del Estado como enemigo, pero es más un discurso. Esas ongs internacionalistas hacen reclamos a unos estados y no a otros y en realidad las causas son transversales.
¿Cómo te imaginas en el futuro?
 
Uno a lo que aspira es a que las cosas se hagan. Más allá de lo que uno le pueda reclamar al otro, que tiene el derecho de hacerlo, tenemos que aportar todos para que las cosas se hagan.
Mi ejemplo es lo que hicimos desde el voluntariado. Empezamos con 4 cajas de televisores, separando residuos. Luego aplicamos a un subsidio, nos pusimos a redactar el proyecto, lo aprobaron, ganamos 24 mil pesos, compramos contenedores, hicimos folletos, hicimos remeras, difusión, banners, presentamos la profundización de ese proyecto, volvimos a ganar…y eso fue producto del esfuerzo, del trabajo. Cualquier persona que quiera buscar soluciones, puede tener recursos, porque los recursos están y no es cuestión de tal o cual banderas políticas, es cuestión de organizarse, presentar proyectos, trabajar.
Todo no se agota desde lo discursivo, uno desde muy abajo, puede hacer un montón de cosas. Lo que a mí me mueve es trabajar colectivamente para transformar la realidad. Seguiremos trabajando…