Los televidentes del programa político dominical del canal estatal (segundo bloque, minuto 48 en adelante), observaban la cara descompuesta del panelista representante del gobierno y del resto de panelistas de los partidos que no terminaban de entender la afirmación, que con suavidad y claridad pronunció la vocera estudiantil invitada, Naschla Aburman.
La impresión general, es que no entendieron nada de lo que manifestó la vocera durante todo el programa, independiente de los tópicos que se pusieron en el intercambio.
Tanto los representantes de la derecha como del gobierno, durante el programa trataban de manipular los contenidos del discurso estudiantil, para emparentarlos con sus posturas tradicionales, en un forzamiento que resultaba hasta ridículo; sin que se apreciara ningún esfuerzo por tratar de escuchar y comprender la novedosa y desmarcada nueva mirada y sensibilidad emergente en las nuevas “generaciones”*.
Daba la impresión que cuando la vocera comenta que dentro del movimiento, se esta propiciando un debate en la base respecto de violencia o noviolencia como metodología de acción, en un ejercicio de reconocimiento de las diferencias, su valoración y un intento genuino de convergencia de estas; y simultáneamente afirma su denuncia respecto a la violencia de que son objeto por parte del aparato policial represivo, que responde a los lineamientos del ejecutivo que es su mando directo; el panel entiende (o espera) que se está hablando de un quiebre en la interna del Movimiento, y que las posturas radicalizadas están tomando el control, (y esto les permite desacreditar y usar su habitual inducción de temores en la población).
Cuando la vocera planteaba la necesidad de que la educación en Chile fuera un derecho para todos y no una mercancía, propiciando que los ámbitos educacionales de cualquier nivel permitan el encuentro, la relación y el compañerismo de las futuras generaciones, superando la actual segregación social, como punto inicial de la reforma; el panel entendía que se hablaba de todos los chilenos que no podían pagarla, pues es impensable para ellos visualizar una sociedad sin privilegios y con igualdad de oportunidades.
Cuando la vocera cuestionaba la falta de participación en la elaboración de los lineamientos estratégicos de los cambios que se anuncian, y la necesidad de ir generando los espacios para buscar la convergencia de los intereses de profesores, estudiantes, apoderados, directivos, gestores y ministerio; el panel entendía que se estaba hablando de que el ministro sostuviera encuentros para “escuchar” por separado a cada parte, para luego vanagloriarse de participativo, aunque las definiciones se concreten en espacios de especialistas ajenos a los ámbitos de los involucrados; pues no creen que exista inteligencia en “la base”.
Cuando la vocera develaba el descreimiento creciente de la ciudadanía respecto de las actuaciones a favor del “bien común” del parlamento, que evidencian encuestas y la abstención electoral de gran parte del adulto joven y jóvenes del país; lo que se va constituyendo en un descreimiento en el sistema representativo, (lo que lleva consecuentemente al movimiento estudiantil a definir vocerías y no dirigencias); el panel entiende que se está pidiendo que aumente paulatinamente el número de parlamentarios provenientes del movimiento social, afirmando que ya esta sucediendo; y tampoco pueden siquiera plantearse la posibilidad de imaginar un nuevo modelo político en que la ciudadanía participe directamente en las definiciones importantes que afectan su situación vital.
La vocera aclara “el adversario para nosotros es un modelo, una manera de hacer las cosas, no es un sector político”; y seguro que los políticos profesionales del panel escuchan: una ingenuidad y una falta de realismo político, porque no pueden ver que el mundo cambió.
Así, no es tan difícil de entender que en este “momento histórico”* se vaya evidenciando este desencuentro generacional, este choque de “paisajes de formación”* entre la “anticuada política” y “la emergente” en un proceso de “superación de lo viejo por lo nuevo”* en la necesaria dinámica histórica de una sociedad.
Una nueva generación que aspira a poner por delante la cuestión de los Derechos ciudadanos frente al mercantilismo; la cuestión de la igualdad de oportunidades frente a los privilegios; la cuestión de la Democracia Directa frente a la democracia formal; la cuestión de la antidiscriminación frente a la discriminación segregadora; la cuestión de la Libertad frente a la opresión del poder.
Lo anticuado aspira a la gradualidad de cambios dentro de lo posible (sin explicitar quien define esa frontera), en base a su clásica correlación de fuerzas, y su chantaje permanente de apoyar al mal menor. Esto lo conocemos.
Al parecer, Lo Nuevo aspira a construir con el concurso protagónico de toda la sociedad, un sistema social y de relaciones que provea las necesidades ciudadanas, en un marco de iguales derechos e idénticas oportunidades. Una sociedad que sintonice con la velocidad de los cambios actuales y futuros, que no le teme al error si es conjunto y que no la entiende como algo estanco, sino por el contrario como un proceso histórico abierto a un largo e impredecible futuro.
Guillermo Garcés Parada
CB Santiago Centro
La Comunidad para el Desarrollo Humano.
*Diccionario del Nuevo Humanismo (SILO)(páginas:39,67,76,98)