Fuente: www.alainet.org
La segunda vuelta electoral en Costa Rica, celebrada el domingo 6 de abril, consagró al profesor Luis Guillermo Solís Rivera, de 55 años como presidente para el período 2014-2018. Su amplia victoria frente al oficialista Johnny Araya, termina con el bipartidismo neoliberal ejercido durante varios años por el PLN (Liberación Nacional ) y la Unidad Social Cristiana ( PUSC). Se inicia un proceso de cambios moderados que Solís deberá afrontar con imprescindibles acuerdos, porque su partido está en minoría en el parlamento. Asumirá funciones el próximo 8 de mayo.
Hasta el 2005, Solís militó en el PLN, fecha en la que renunció disgustado porque lo consideraba dominado por la “poliquitería y el electoralismo”. Luego se acercó a su actual partido, Acción Ciudadana (PAC). Su talante aperturista, su expresión verbal, su acción prudente y su constancia, le valieron para ser elegido candidato del PAC a las elecciones presidenciales realizadas el pasado 2 de marzo. Las encuestas previas le otorgaban el cuarto lugar, pero pasó a la segunda vuelta tras vencer por leve margen a su rival oficialista, Johnny Araya. ( En nuestro SERPAL 475 del 26 de enero, apuntábamos que tras los debates de la campaña, Solís había logrado aumentar sus apoyos entre los ciudadanos, circunstancias plenamente confirmadas por los resultados). Tercero quedó entonces José María Villalta, joven candidato del Frente Amplio, la corriente que logró agrupar el voto de izquierda con el compromiso de cambios profundos para desmantelar el neoliberalismo gobernante.
La posibilidad de que el Frente pasara a una segunda vuelta determinó que la derecha política, con el apoyo de sectores del empresariado y de la jerarquía de la Iglesia Católica le atacaran encarnizadamente desde sus medios de comunicación. Esgrimieron como argumento afirmar que si ganaba el Frente, Costa Rica seguiría el camino de Venezuela, y el chavismo y Cuba tendrían injerencia en el país. Con esos ataques consiguieron que parte de los electores de clase media desistieran de votar a Villalta y en general, inclinaran su voto por Solís, que aparecía como un “progresista” moderado. (El futuro presidente costarricense se opuso en su día al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos que firmó el gobierno del Partido de Liberación Nacional derrotado en esta segunda vuelta). De todos modos, los resultados del Frente Amplio marcan su consolidación política por el apoyo electoral obtenido y en el Parlamento -donde solo tenían un escaño, precisamente el de Villalta – consiguieron pasar a tener nueve diputados.
Una segunda vuelta con un rival “fantasma”
Las encuestas posteriores a la primera vuelta, anunciaban la segura derrota del oficialismo. Quizás por eso su candidato, Johnny Araya anunció que “se retiraba” de la contienda. Como la constitución costarricense impide un abandono de ese tipo en medio de un proceso, el Tribunal Electoral confirmó la realización de la segunda vuelta. Se cree que Araya al desistir de participar activamente en la confrontación, esperaba una caída espectacular de votantes que quitara legitimidad a la victoria de Solís. Sin embargo, el vencedor logró casi 1.300.000 votos, mientras su rival apenas superó los 360.000. El abstencionismo que había sido del 32 por ciento en la primera vuelta, pasó al 43 por ciento en la segunda, una cifra estimada razonable en estas circunstancias. Solís ganó en las siete provincias, incluso las tres costeras donde Araya había ganado en la primera.
¿Qué cambios pueden esperarse?
Resulta evidente que Solís arrasó en esta segunda vuelta, básicamente por su imagen personal. Durante la campaña para la primera, logró emerger de los debates públicos como una persona equilibrada, sensata y dejó que el espacio de confrontación lo ocuparan básicamente el oficialista Araya y el joven candidato del Frente Amplio. Algunos lo definen como social demócrata, pero hay que recordar que hasta el 2005 ocupó cargos importantes en el Frente de Liberación Nacional, que fue un ariete del neoliberalismo en Costa Rica. En campaña se pronunció contra la corrupción y sobre otras cuestiones críticas manejó una calculada ambigüedad. Por ejemplo, sobre el Tratado de Libre Comercio al que Solís se opuso en el 2007, (1) afirmó que “ya han pasado siete años” y que seguramente no se planteará una revisión. Preconiza unas relaciones abiertas con todos los países del área, pero aclaró que no tiene intención de sumarse al ALBA, la Alternativa Bolivariana para las Américas que integran entre otros Cuba, Venezuela, Bolivia y Ecuador. Afirma que la creación de riqueza es lo que le corresponde a la empresa privada, pero bajo la regulación y el control del estado. Propicia también un desarrollo de la sanidad y la educación pública, reconociendo que Costa Rica se encuentra rezagada en estos aspectos.
Minoría parlamentaria
En las elecciones de marzo pasado, el oficialismo bajó de 24 a 18 diputados. El PAC del ganador de las presidenciales, subió de 11 a 14. El Frente Amplio (de izquierdas) pasó de 1 a 9, los socialcristianos de 6 a 8. El derechista Movimiento Libertario cayó de 9 a 3.
Otros partidos menores se reparten los cinco restantes hasta completar los 57 escaños del Parlamento costarricense actual.
Eso dará lugar a un complicado encaje de acuerdos cuando Solís necesite aprobar nuevas leyes.
Con algunas de ellas podrá buscar alianzas con la izquierda (Frente Amplio ) y en otras, seguramente recurrirá al respaldo de partidos derechistas.
Que piensan los que siempre mandan desde las sombras
Lo cierto es que conscientes de su posible derrota en la segunda vuelta, los sectores empresariales esquivaron un apoyo explícito político y financiero al oficialista Araya. La Cámara del agro (terratenientes locales y agroexportadoras transnacionales) parece haber preferido una victoria de un moderado Solís, como alternativa verdadera para frenar -al menos por ahora – el manifiesto avance del Frente Amplio y sus compromisos de cambios más profundos y estructurales.
Por tanto, es previsible que estos poderes fácticos estarán atentos para contener cualquier “exceso” transformador que pudiera intentar Solís.
Por su parte los movimientos populares seguirán trabajando para consolidar sus organizaciones y el Frente Amplio intentará extender su influencia social desde la gestión parlamentaria, donde han conseguido multiplicar por nueve la solitaria presencia de su líder José María Villalta.
Nota: (1) Ante la fuerte oposición de diversos movimientos populares al acuerdo económico con Estados Unidos y Canadá, se realizó en Costa Rica un referéndum el 7 de octubre del 2007. El resultado fue de un 51,62 % a favor y un 48,38 % en contra. (SERPAL)
7 de abril de 2014
Carlos Iaquinandi Castro, redacción del Servicio de Prensa Alternativa (SERPAL)