«Mundo sin guerras y sin violencia” denuncia la escalada bélica en Ucrania
Otra vez las mismas polarizaciones, tensiones, provocaciones y situación prebélica. No se ha resuelto el conflicto en Siria y aún suenan los ecos de Libia, Afganistán, Irak,… etc., Pero La maquinaria de guerra necesita más alimento, y esta vez le toca a otra zona estratégica para los intereses de los que juegan a la geopolítica: Ucrania.
Más de lo mismo. Choque de intereses de grupos de poder movidos por la toma de posiciones estratégicas, expansión económica o acceso a distribución de fuentes de energía como el gas ruso. Pero sobre todo delimitación de aéreas de influencia económica de dos formas de capitalismo: el occidental y el nuevo capitalismo ruso. El problema es que este choque puede derivar en un conflicto que se escape de las manos e incendie otros países en el marco de la crisis general que vivimos.
Rusia ha experimentado una aparente bonanza económica en los últimos tiempos porque su capitalismo exacerbado tiene apenas 20 años, pero ya viene dando señales de agotamiento y de crisis. No solo en lo económico, sino también en la falta de la democracia y de la tolerancia que la sociedad hoy demanda. Son conocidos los encarcelamientos de las Pussy Riot, unas jóvenes que denuncian los abusos del poder, la persecución a homosexuales, las dificultades de integración de grupos étnicos en Chechenia y el Cáucaso, y el incremento del nacionalismo exacerbado. Si a eso se le suma el empobrecimiento de amplias capas de la población, la reducción de las pensiones, el desmantelamiento de los servicios públicos, salud, educación, etc… la excusa de un conflicto externo se convierte en la mejor salida a los problemas del gobierno. Fomentando una Rusia fuerte, con valores autoritarios, y con el ejército como el gran baluarte y sostenedor del sistema.
En el otro extremo está la UE mercantilista y conservadora, con su afán expansionista, que viene tentando a los sectores más anti-rusos del país para que Ucrania se incorpore al club europeo. En este tema los EEUU alientan a Alemania, Francia e Inglaterra, pues esa incorporación a la UE debilitaría mucho la influencia de Rusia en la región y, sobre todo, la OTAN soplaría en los mismos bigotes del oso ruso. Pero esta claro que esto es algo inadmisible para Putin.
En medio de éste panorama está el pueblo ucraniano empobrecido, falto de democracia, inmerso en una crisis política e institucional con uno de los gobiernos más corruptos del planeta en el que el poder se disputa entre los viejos pro-rusos y las nuevas fuerzas políticas que funcionan en ambos casos como clanes represivos y violentos fomentando formas autoritarias y oligárquicas. Las cosas se complican en Crimea, pues está en la zona oriental, pro rusa, donde tiene base la armada de Rusia.
Los extremos se llaman. Los ultranacionalistas rusos a los que se oponen los ultranacionalistas ucranianos forman el caldo de cultivo para los grupos violentos de las tendencias extremas
Ya hemos visto como a los jóvenes y ciudadanos pacíficos de Kiev que reclamaban sus mínimos derechos frente a la brutal represión del gobierno depuesto se les sumaban formaciones de ultraderecha y ultranacionalistas, que son las que al final han tomado mayor protagonismo e influencia en el nuevo gobierno.
La única salida coherente a esta situación es la lucha pacífica y no-violenta por parte de la ciudadanía y el dejar de alentar la escalada militar de los gobiernos y los grupos violentos. Hay que hacer el vacío y establecer la no cooperación con ningún tipo de violencia, porque además por esa vía la gente no va a resolver sus problemas, sino que, si se entra en una guerra, será la vida cotidiana de los ciudadanos la complicará mucho más.
Vacío nacional y vacío internacional a los violentos de ambos bandos, que solo traen muerte y desastre para las poblaciones.
El gran problema es el trasfondo de nuestras relaciones internacionales, que es producto de la II Guerra Mundial. Aquel desastre dejo en situación hegemónica a los EEUU durante casi 70 años, desde 1945 hasta hoy. En un momento donde su declive como principal potencia mundial es evidente, hay pulsiones de los sectores más radicales del aparato militar-industrial americano que apuestan por un gran conflicto que les devuelva su anterior posición de hegemonía mundial.
El planeta avanza hacia la mundialización, no hacia la globalización. La mundialización implica que ya no es viable un mundo dirigido por un solo país, por más fuerte que se crea. Los otros pueblos y regiones del mundo quieren también participar en la construcción común. Es evidente que Asia tiene mucho que decir, con China e India como motores económicos mundiales, y también Europa con la UE, y con Eurasia, con Rusia y sus asociados. Pero también África y Latinoamérica van a buscar su espacio a nivel mundial. Eso es bueno para los ciudadanos del mundo y para el futuro común.
No les quepa duda de que las antiguas fuerzas regresivas van a trabajar para confrontar, violentar y crear conflictos, reales o ficticios, como medio para poder seguir manteniendo su posición relevante. Lo que estamos descubriendo es que su aparente poder sin nuestro apoyo no funciona. Es decir, somos nosotros, los ciudadanos, los que mantenemos y damos el poder a nuestros dirigentes.
Creemos que hoy es nuestra responsabilidad no mostrar apoyo, denunciar e incluso repudiar a los gobernantes que hacen el camino de llevar al abismo a sus ciudadanos fomentando la confrontación y las guerras.
¡La responsabilidad está en nosotros!