El siglo XIX se caracterizó por la lucha y adquisición de derechos individuales frente al poder absoluto y despótico de las monarquías europeas. En el siglo XX se avanzó en la conquista de alguno de los  derechos sociales (sindicalización de la fuerza de trabajo, educación y salud gratuita, vacaciones pagas, previsión social, etc.) El siglo actual, será escenario de una de las contiendas más tenaces a llevar a cabo, nos referimos al achique de las profundas diferencias socio-económicas entre los que más tienen y los que no tienen nada. A modo de impúdico ejemplo solo diremos que  el 1% de la población más rica acapara casi la mitad de la riqueza mundial.

La raíz de la insondable concentración que se da en estos tiempos, tiene como origen básico la propiedad de los medios de producción que luego generará novedosamente el capital financiero especulativo.

Veamos que sostenían algunos de los pensadores que fueron cimentando las dos miradas  sobre la propiedad.  O esta es privada o es del Estado.

Thomas Hobbes: (1679)  La resolución política del conflicto entre sujetos propietarios; radicará en la transferencia de la fuerza o dominio de la multitud, a la autoridad  de un soberano cual propietario absoluto. El Estado es dueño de la propiedad y decide sobre la propiedad de todos.

John Locke: (1704) La propiedad se adquiere por el trabajo invertida en ella, no la distribuye el Estado ya que el hombre se gana su propiedad. El hombre tiene derechos innatos e inviolables precontractuales sobre la propiedad. Así el Estado surge de un contrato entre los ciudadanos con el fin de preservar sus derechos naturales inviolables, en particular la propiedad.

Jean Jacques Rousseau: (1778)  se opone al concepto de Locke de los derechos naturales, ya que el hombre aislado,  carece de vínculos morales, de lenguaje y de propiedad. Dice que la propiedad es un producto social,  que el “contrato social” surge,  para controlar los conflictos que se derivaban de las desigualdades sociales. En consecuencia la sociedad no es el resultado de un contrato basado en intereses individuales,  sino que constituye un vínculo real entre los ciudadanos.

Pierre Proudhon: (1865) Anarquista él, comentaba…Yo creo que ni el trabajo, ni la ocupación, ni la ley, pueden engendrar la propiedad, pues ésta es un efecto sin causa.   ¡La propiedad es un robo! Proudhon proponía no eliminar la propiedad, sino universalizarla, ya que si todos tuvieran una propiedad lograrían garantizar así la libertad.

Adams Smith: (1790) precursor del capitalismo, sostenía que este sistema económico deriva del usufructo de la propiedad privada y del capital como herramienta de producción. El capitalismo se encuentra mayormente constituido por relaciones empresariales vinculadas a las actividades de inversión y obtención de beneficios, así como de relaciones laborales tanto autónomas como asalariadas subordinadas a fines mercantiles. Los medios de producción —tierra y capital— son de propiedad privada. La actividad económica aparece entonces, organizada y coordinada por la interacción entre compradores y vendedores  que se produce en los mercados. Aquello de la oferta y  la demanda. Aquella ingenuidad que el mercado puede regularlo todo.

Bajo el sistema capitalista el control del sector privado por parte del sector público debe ser mínimo; se considera que si existe competencia, la actividad económica se controlará a sí misma; la actividad del gobierno sólo es necesaria para gestionar la defensa nacional, hacer respetar la propiedad privada y garantizar el cumplimiento de los contratos.

Karl Marx: (1883) Habla de abolir la propiedad de los medios de producción en cuanto ello está realizada por el trabajo social, y no puede pertenecer a nadie privadamente, ya que tal situación configura un poder en manos de un sector que determina la explotación de otro. Para el marxismo el capital no es una fuerza personal, sino una fuerza social que se obtiene por medio del trabajo colectivo. Además sostiene que la propiedad de los medios de producción debe ser abolida porque institucionaliza la explotación del hombre por el hombre.

Ya en el siglo XX y luego de la gran depresión de EE.UU. en el 1929 con el desastre de la caída de la Bolsa de valores, aparecen los intervencionistas estatales.

John Maynard Keynes: (1946) demostró que un gobierno puede utilizar su poder económico, su capacidad de gasto, sus impuestos y el control de la oferta monetaria para paliar, e incluso en ocasiones eliminar, el mayor inconveniente del capitalismo: los ciclos de expansión y depresión. Según Keynes, durante una depresión económica el gobierno debe aumentar el gasto público, aun a costa de incurrir en déficits presupuestarios, para compensar la caída del gasto privado. En una etapa de expansión económica, la reacción debe ser la contraria si la expansión está provocando movimientos especulativos e inflacionistas.

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Estas son  algunas miradas sobre las dos posturas; o el Estado propietario o el capital privado,  pero hay una tercera, que tiene sus antecedentes en el viejo cooperativismo, y que comienza a surgir con fuerza  luego de la crisis y caída del neoliberalismo salvaje del siglo pasado. Nos referimos a la propiedad participativa de los trabajadores sobre los medios de producción.

 Es una forma de propiedad en la que el trabajador de una empresa participa no solamente del salario sino de las utilidades y sobre todo de la gestión que engloba las tareas de planificación, dirección, organización, y también  la evaluación o control del desarrollo empresarial. Esto admite gradaciones que van desde la tenencia de acciones minoritarias hasta las mayoritarias, o  a la tenencia total del paquete accionario y  la decisión total en el manejo de la empresa.

 Estamos convencidos que ésta distribución de la riqueza, sobre la base de la propiedad participativa, será una vía lenta pero segura, para achicar la brecha de las grandes desigualdades socioeconómicas del presente.