La Comisión Central Electoral de Crimea ha anunciado que el 83% de los votantes registrados en la península había emitido su voto y que el 95% de ellos votó a favor de convertirse en parte de Rusia. Esto puede parecer un resultado imposible y, en cierto modo, lo es. La votación se llevó a cabo durante la ocupación militar rusa de Crimea y la papeleta electoral no ofrecía a los votantes la opción de mantener su estado actual en Ucrania. La elección en la papeleta era entre:
1 . ¿Está a favor de la reunificación de Crimea con Rusia como parte de la Federación Rusa?
2 . ¿Está a favor de la restauración de la Constitución de 1992 y del Estado de Crimea como parte de Ucrania?
Ahora que la elección ha terminado, tenemos que seguir adelante y asegurarnos de que la violencia se detenga. El pueblo de Ucrania y Crimea no pueden ser tomados como rehenes por la Comunidad Europea y América del Norte. Ninguna maniobra política, ni ninguna sanción ni represalia pueden ser pronunciadas contra ellos. Tenemos que ver este momento de la historia como un paso en el proceso de regionalización; las culturas y las poblaciones con sus condados están moviendo sus alianzas. La Comunidad Europea tuvo muchas oportunidades para ayudar en Ucrania, pero no lo hizo. Occidente no puede hablar de moral sólo cuando quiere, sino que debe reconocer que se le pidió ayuda muchas veces y que, sin embargo, no respondió en consecuencia.
Como humanistas, no nos gusta la forma en que se realizó el referéndum del domingo, pero sin duda que reconocemos los resultados y estamos dispuestos a seguir adelante. La población ha hablado, la ocupación militar tiene que terminar, la protección de las comunidades étnicas tiene que garantizarse. Crimea tiene 300.000 tártaros musulmanes y 17.000 judíos y ambos son minorías aisladas que no son del agrado de muchos.
La discusión en Ucrania no ha terminado y muchos de los conflictos tienen que ser resueltos. Su pasado violento y complicado pesa mucho en su incierto futuro. Quizás Ucrania sea el lugar perfecto para tener una discusión abierta sobre cómo construimos una Nación Humana Universal. ¿Cómo podemos, como miembros de la comunidad internacional, pedir y apoyar a nuestros amigos en Ucrania y Crimea para trabajar en la construcción de una nueva sociedad, no violenta, utilizando la crisis como una oportunidad para romper barreras? Esta cita, aunque tomada de un contexto diferente, podría ayudar a captar este espíritu: «No podemos confundir una organización, una pistola, ni siquiera una ideología, con una revolución. Son sólo medios para lograrlo. La revolución es ante todo una cuestión moral, una cuestión de valores, una cuestión de la vida interior de las personas» ( Julius Lester, «Para recuperar el sueño»).