Por Guillermo Garcés.-

Entre aplausos entra al salón de actos del ex congreso nacional Álvaro García Linera, vicepresidente de la republica plurinacional de Bolivia con motivo de recibir la distinción de Honoris Causa de parte de la universidad ARCIS. Después de las alocuciones de la maestra de ceremonia y del rector de la universidad, que describen los atributos del homenajeado, se realizan las entregas de diploma y medalla que acreditan esta distinción, recibe el saludo de un profesor mapuche en lengua mapudungun y la entrega de una manta típica tejida a telar.

Con un silencio inicial, García Linera agradece los reconocimientos recibidos y realiza un cariñoso saludo a la diputada comunista y ex dirigenta universitaria Camila Vallejos allí presente. Avisa que deja su texto preparado para la ocasión en manos de sus anfitriones, pero que ha decidido aprovechar la situación para relatar en contexto el proceso de Asamblea Constituyente en su país a los presentes en la ceremonia. Su intervención de una hora y cuarto, pasea a los presentes por distintos hitos, que a su ver explican las circunstancias que van dando forma al proceso boliviano, explicando la similitud de estos con lo que sucedía con todos los países de la región suramericana. Rescata como relevantes, la instalación de la nuevas republicas en los albores de la independencia, con un sesgo racista que niega ciudadanía a las naciones indígenas, construyendo un relato homogenizante, acompañado de una acción de persecución, discriminación y exterminio, con distintos resultados en los diversos países.

Luego se detiene en otro momento histórico, en dónde se instalan las dictaduras militares en toda la región y desde ellas avanza al neoliberalismo que toma cuerpo, rediseñando al Estado de acuerdo a su visión de desarrollo, que peralta la concentración de la riqueza y del chorreo hacia el resto de la sociedad. Él rescata estos momentos y plantea una amalgama entre estas visiones, en la construcción de la situación actual.

En este escenario social, económico y político, el observa a la contraparte, a las organizaciones sociales, obreras, campesinas, estudiantiles en un momento de debilitamiento, y de desarticulación. Reconociendo diversos intentos por “encender las praderas”, que fracasan unos tras otros, valorando el permanente intento de los revolucionarios por acertar logrando una articulación.

Comenta que hasta aquí, no se veía por donde podría construirse una salida en la región en general y en Bolivia en particular. Pero en el año 2000, plantea, los bolivianos empezamos a construir un nuevo momento. ¿Qué permitió producir este punto de inflexión?, se pregunta, ¿cuál fue la situación que permite unir a los diversas fuerzas sociales, en un proyecto común?. Él lo atribuye a que luego de la privatización de empresas y recursos públicos, los neoliberales definen avanzar hacia la privatización de bienes comunitarios, como el agua de las comunidades campesinas, este intento recibe el rechazo de las comunidades, y permite el plegamiento de los colectivos sociales, y en su seno se abre el debate amplio, que va fructificando en síntesis, en ideas fuerzas que refuerzan la unidad y la movilización social, la discusión permite la construcción de nuevas creencias de lo que es posible y necesario llevar adelante, se va arribando a un nuevo sentido común. Este nuevo relato va derrotando los planteamientos en que se sustenta el modelo en el poder, y se logra derrotarles aquí, previo a que les derrotáramos electoralmente en 2005.

García Linera plantea que en ese momento existen estas dos visiones de estado, la de los movimientos sociales y la de los neoliberales, y que la madurez de los movimientos sociales les permite plantearse un discusión política, un camino constituyente, de paz y no una salida violenta como una guerra civil. Ese es el contexto, en que se inicia, con múltiples dificultades el proceso constituyente en Bolivia, que finalmente se plasma en el nuevo estado plurinacional y su constitución, construida a partir de la discusión entre los representantes de las dos visiones.

Otro elemento relevante, que comparte a partir de la experiencia boliviana, es que para que esta revolución avanzara, fue vital contar con los recursos materiales suficientes para lograrlo, y en ese sentido la recuperación del control sobre los recursos naturales y las empresas estratégicas, a nivel constitucional, han permitido no sólo validar moralmente los cambios sociales y políticos, sino que poder mostrar logros concretos en las áreas de educación, salud y producción, con cifras de avances significativos, revirtiendo la situación de pobreza extrema, y aunque aún queda mucho por avanzar, la dirección está claramente definida.

Luego, al parecer por conversaciones previas sostenidas con dirigentes chilenos, García Linera plantea que ante la disyuntiva de las organizaciones de izquierda, de si es pertinente plantearse en este momento la toma del poder político o reforzar la movilización social al margen del poder institucional, él cree que es mejor asumir el poder, que alguien siempre tomará el poder y es mejor para el pueblo que lo tomen aquellos que están en la dirección de cambios reales a favor de las mayorías. Además afirma que la institucionalidad es un nuevo estado de lo que en un momento anterior fue el relato de los movimientos sociales y que esto es visible al analizar la institucionalidad en perspectiva histórica.

Finalmente, tocó el tema de la salida al mar para Bolivia, recalcando que para ello era necesario el apoyo de Chile, que él lo planteaba con todo respeto y afecto, considerando que esto será beneficioso para ambos países, en el contexto de un nuevo momento de la región, en la que se va asentando la creencia de que es el tiempo de la unión, que permita un futuro de bienestar compartido para los pueblos suramericanos.

Entre aplausos y cánticos de “Mar para Bolivia”, los presentes despidieron al homenajeado.