Por Roberto Pizarro.-
Este 21 de febrero se cumplen ochenta años de la muerte de Augusto Cesar Sandino, el general de hombres libres. La trascendencia de su vida para Nicaragua y América Latina lo hacen merecedor a un modesto reconocimiento.
El Ejército Defensor de la Soberanía Nacional, formado y encabezado por el General Sandino, libró una guerra de seis años para expulsar de Nicaragua al poderoso ejército de los Estados Unidos. Su lucha culminó exitosamente el 1o. de enero de 1933. Los invasores norteamericanos debieron retirarse con la cola entre las piernas. La energía desplegada por Sandino para desafiar la agresión y en defensa de la autonomía y dignidad de su patria le significó el apoyo de notables personalidades a nivel mundial y latinoamericano: Henry Barbusse, Haya de la Torre, Gabriela Mistral, Alfredo Palacios, entre otros.
Cuando el General Moncada, jefe de los liberales, le preguntó a Sandino quien le había dado el título de general, éste le respondió: mis hombres, señor. Y sus hombres eran un puñado de desarrapados, obreros y campesinos, los que se enfrentaron con machetes y viejos fusiles a la mejor tecnología militar de la época. Razón de sobra existía, entonces, para calificar a los soldados de Sandino como de «pequeño ejército loco», como lo hizo nuestra poetisa Gabriela Mistral.
Un año después del triunfo de Sandino vino la traición. La noche del 21 de febrero de 1934 momentos después que Sandino se había reunido con el Presidente Sacasa para finalizar las negociaciones de paz entre las fuerzas políticas de Nicaragua lo detuvo una patrulla de la Guardia Nacional. Allí, sin más trámite, se cumplieron las instrucciones de Anastasio Somoza de fusilar al héroe nicaraguense, junto a sus dos lugartenientes: Estrada y Umanzor. Los norteamericanos derrotados utilizaban a su esbirro para vengarse del patriota latinoamericano. A los 38 años de edad, terminaba abruptamente la vida de uno de los hombres, que junto con Bolivar, le ha regalado más dignidad a América Latina. Por su parte Somoza inauguraría una de las dictaduras más longevas de América Latina.
Gabriela Mistral, destacada por el propio General Sandino como la abanderada intelectual femenina del Ejercito Defensor de la Soberanía Nacional expresó su admiración al patriota nicaraguense al señalar:
«Sandino carga sobre sus hombros vigorosos de hombre rústico, sobre su espalda viril de herrero o forjador, con la honra de todos nosotros. Gracias a él la derrota nicaraguense será un duelo y no una verguenza.»
Es notable que el artesano rústico, sin mayor formación intelectual, elaborara todo un pensamiento político, recogido en abundantes cartas y manifiestos, dirigidas a los agresores, a políticos nicaraguenses y a personalidades de todo el mundo.
De su pensamiento político se destaca el «Proyecto que el Ejercito Defensor de la Soberanía Nacional presenta el 20 de mayor de 1929 a los Gobiernos de los Veintiun Estados Latinoamericanos». En 44 puntos Sandino propone la integración política y económica de la región, llamando la atención:
a.- El rechazo a la doctrina Monroe.
b.- El establecimiento de la ciudadanía latinoamericana
c.- La constitución de la Corte de Justicia latinoamericana, como instancia arbitral para resolver los conflictos intrarregionales.
d.- La formación de un ejército para defender la soberanía regional.
e.- La compra, mediante un Comité de Banqueros Latinoamericanos, de los bienes controlados por los Estados Unidos sobre el canal de Panamá, quedando éste bajo dominio absoluto de la Nacionalidad Latinoamericana.
f.- La unificación de las tarifas aduaneras de los veintiun estados frente al exterior, con un descuento del 25% para el comercio intrarregional, mientras que todas las expresiones de la cultura y las ciencias deberían tener franquicia absoluta entre los estados latinoamericanos.
Su actualidad es indiscutible. Con esta propuesta el general Sandino daba continuidad al pensamiento de Bolivar, adecuándolo a las realidades de los años veinte y a las exigencias de defender la soberanía de América Latina frente a la Doctrina Monroe.
Los que creemos que América Latina es una, dentro de su diversidad, reconocemos en Sandino una inspiración indispensable, aún cuando las realidades de hoy se diferencien de las existentes en los años veinte. Desde luego, en este siglo la apertura al mundo se ha convertido en una realidad insoslayable, con impactos abrumadores sobre nuestras sociedades. Por ello, trabajar en favor de la convergencia económica latinoamericana, con una efectiva coordinación política y asegurando la defensa de nuestra cultura constituye uno de los más serios compromisos para afirmar la identidad regional. Es precisamente la unidad latinoamericana, en la que creyeron Bolivar y Sandino, el verdadero sello de garantía para avanzar en nuestro desarrollo con autonomía y dignidad.
Recordar al general de hombres libres, Augusto Cesar Sandino, es colocar en la agenda regional la necesidad urgente de la integración regional, hoy día vulnerada y dividida por intereses económicos y políticos ajenos a la región.