Estuvimos en Montecarmelo, con todos los amigos de diversas corrientes políticas que quisieron reunirse a conversar una vez concluido el proceso electoral chileno y antes de que se produzca el cambio de gobierno, convocados por varias fundaciones y centros de estudios. Con la moderación de Salvador Muñoz, tomaron la palabra Tomás Hirsch, Naschla Abuman, Jorge Arrate y Marco Enríquez-Ominami, seguidos de intervenciones animadas de un público que rebasaba las instalaciones pese a tratarse de un caluroso fin de semana de pleno verano.
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Abrió el diálogo Tomás Hirsch señalando que estamos en una etapa de reflexión conjunta con muchas nuevas preguntas. Hay una nueva generación haciendo las cosas de modo interesante, pero no sabemos si es más factible hoy hacer las transformaciones sociales que Chile necesita. Si no hay cambios en nosotros, incluso a nivel personal, no necesariamente habrá grandes cambios.
Enfatizó en que existe una distancia sideral entre el país en el que actualmente vivimos y aquellas aspiraciones que movieron nuestras luchas para recuperar la democracia. Sin embargo esas aspiraciones son coincidentes y no hay grandes diferencias sustanciales entre las distintas corrientes que se encuentran a la izquierda de la Nueva Mayoría. Las 10 propuestas básicas de todos los programas esgrimidos en la última elección, así lo demuestran.
Pero hoy son las organizaciones sociales las que se movilizan, más que los partidos. Son las nuevas generaciones las protagonistas, las que marcan la agenda política. Nos corresponde preguntarnos sobre la actitud más adecuada en la relación con otros, especialmente con las nuevas generaciones, cómo avanzar codo a codo con ellas y no convertirnos en la generación retardataria. Esta nueva generación ha despertado mundialmente y eso es una muy buena noticia! ¿Cómo contribuimos, cómo construimos nuevas propuestas que no sean el retorno a lo ya probado?
Hace falta un cambio cultural simultáneo, que permita la convergencia de la diversidad, el valor de lo diverso, especialmente referido a los pueblos originarios y las diversidades sexuales.
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Naschla Abuman continuó diciendo que en nuestro país estamos acostumbrados a las «comisiones de expertos», que son gente que tiene experiencia en campos económicos pero no en las áreas en las que corresponde hacer los cambios. No hay profesores, ni menos alumnos en las comisiones para estudiar las reformas de la educación que tanto necesitamos. En realidad esas comisiones son un freno porque se teme a la participación. Los cambios van a pasar cunado se tomen las decisiones para que pasen. Pero nuestra sociedad tiene miedo.
«Los jóvenes nos hemos atrevido y vamos avanzando con decisión», señaló. «La política le ha dado la espalda a la ciudadanía y es obvio que la ciudadanía le de entonces la espalda a la política, que se margine de votar, que haga el vacío a la política».
Concluyó develando la complicidad de los medios de comunicación con la falta de diálogo y la carencia de educación cívica. «Si alguien convoca hoy en nuestro país, son las demandas sociales».
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Jorge Arrate compartió la necesidad de buscar la posibilidad de converger a futuro, sobretodo porque advierte que el mercantilismo se bate en retirada. El país no aguanta las desigualdades que tenemos, que hoy son mayores que antes. Nunca hubo tanta distancia entre la política y las aspiraciones sociales.
A partir de marzo existe la oportunidad para hacer un nuevo gobierno de carácter ciudadano. Pero desgraciadamente el temor impedirá que la Nueva Mayoría haga un pacto con el movimiento social. Después de todo, la izquierda tradicional está en esa mayoría. «Pienso que no se van a atrever, pero ojalá se atrevan», señaló.
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El último panelista fue Marco Enríquez-Ominami quien dijo que luego de esta última elección la desconfianza se ha instalado y resulta ganadora. ¿Cómo superar esa desconfianza, cómo trabajar? Propuso avanzar hacia la Asamblea Constituyente, que es mucho más que una causa, constituye la respuesta ante la desconfianza.
La Constitución es la causa de la discriminación a los pueblos originarios, es la causante de las desconfianzas básicas. Tal vez podamos construir confianzas llevando adelante el proceso de la Asamblea Constituyente.
Sin embargo esta crisis de participación se está dando mundialmente y no se trata solamente del ausentismo electoral chileno. Estamos frente a un signo de los tiempos. No está demostrado que los movimientos sociales den paso a gobiernos políticos que los representen. ¿Cómo podemos de la derrota electoral inferir un triunfo cultural? Quizá buscando la convergencia en el proceso que conduzca a la Asamblea Constituyente.
Estas intervenciones abrieron el espacio para un entusiasta y amplio diálogo entre los asistentes, buscando diversas formas de expresar las percepciones que el sector tiene de su rol posible en el futuro inmediato. La mañana concluyó con la moderación de Salvador Muñoz para las palabras de cierre, promisorias todas de la oposición que se va construyendo.