Dentro de algunas semanas Ben Bernanke le cederá su plaza a su sucesora Janet Yellen.
Para defender su mandato al frente del banco central de los EEUU (FED), Ben Bernanke justificó sus políticas de relajo monetario (imprimir billetes sin respaldo en cantidades industriales) acusando a los mercados financieros (bancos, compañías de seguros, hedge funds…) de haber tenido un comportamiento irresponsable que terminó provocando la peor crisis financiera de la historia.
En fin… los resultados son discutibles, para no hablar de la dificultad que hay ahora para destetar a los bancos de los más de 80 mil millones de dólares mensuales que les han permitido seguir especulando, generando burbujas inmobiliarias y/o bursátiles, practicando la piratería del llamado carry-trade y otras manipulaciones asentadas en la impunidad.
Con cara de serios el G20, el G8 y hasta el G-tón prometieron “regular los mercados financieros para que nunca más volviese a suceder un desastre parecido”. Entretanto los mercados financieros se meaban de la risa y, cada cual en su país de asiento efectuaba un silencioso pero fructífero lobbying para que la tan mentada regulación se quedase en agua de borrajas.
Así fue. Poco a poco las medidas propuestas por Barack Obama, o sus homólogos europeos, se fueron desvaneciendo, a tal punto que TIME Magazine –en su portada del 23 de septiembre de 2013– puso en su portada un titular cruel: “Wall Street won”
– Ganó Wall Street – Cinco añosdespués del crac, puede suceder de nuevo”.
Hace un par de días los bancos centrales y los gobiernos del primer mundo quedaron desnudos –las nalgas al aire– renunciando a las medidas regulatorias con las que habían posado de “duros” ante los filibusteros de la finanza.
La prensa europea lo informa así: “Los grandes banqueros centrales se pusieron de acuerdo el domingo para suavizar el perímetro de definición del ratio de palanca, uno de los principales criterios financieros impuestos a los bancos en respuesta a la crisis, anunció el Comité de Basilea (…) Un ratio de palanca fijado en un 3%.”
En claro, a partir del año 2018 cada banco deberá tener capitales propios que representen un 3% del conjunto de sus activos. Por cada 3 dólares de capital… ¡un banco puede prestar 100! Desde hace décadas los gobiernos intentan infructuosamente aumentar la proporción de capitales propios y se habló de hasta un 8-9%… Uno se pregunta de qué sirve, si de todos modos los bancos americanos nunca respetaron ni siquiera el 3%. He aquí pues, que después de amenazar con obligarles a tener un 8-9% de capitales propios, volvemos al 3%.
Cuando decimos que los bancos ganan dinero prestando el dinero que no tienen… tenemos que completar diciendo que cuando necesitan dinero líquido para hacerle frente a los riesgos de sus especulaciones, la FED les pasa más de US$ 80 mil millones mensuales a tasa de interés cero, tomando como garantía los créditos que los bancos le han acordado a clientes que, tal vez, puedan pagar algún día. Tal vez.
¿Queda claro quién manda?
Fuente: Politika n°65