Por Juan Gómez Valdebenito*.-

La convocatoria al Consejo de seguridad nacional (COSENA) por parte del Presidente Piñera agrega una nota de alarma al diferendo limítrofe cuyo fallo se dará a conocer el próximo 27 de Enero por parte de la Corte Internacional de Justicia de la Haya. Aunque el ministro Chadwick se ha esforzado en aclarar que la convocatoria no significa que hay una situación de carácter militar o bélica, y que no hay posibilidad de darle otra lectura, la señal que emite al mundo en general y a nuestros vecinos en particular es que el clima de las relaciones bilaterales está traspasando la esfera estrictamente jurídica y diplomática, para situarse en el ámbito militar.

La lamentable iniciativa del gobierno peruano de demandar al Estado de Chile por los límites marítimos demuestra claramente que las relaciones entre ambos gobiernos no gozan de buena salud, y que los posibles acuerdos sobre esta materia no han sido posibles dada la intransigencia del gobierno chileno frente a las insistentes demandas de sus pares peruanos, basándose en tratados suscritos por ambos países con mucha anterioridad.

Lo cierto es que el diferendo obedece a intereses estrictamente económicos por el potencial pesquero que la región en disputa ofrece. A esto cabe agregar la alta rentabilidad política que esta demanda puede otorgar al gobierno peruano toda vez que el fallo difícilmente no les conceda una mínima parte de la razón a Perú que se traduce en ganancia territorial marítima para su país y pérdida de la misma para Chile. O sea en este caso el Perú juega a ganador.

La incapacidad de ambos gobiernos de generar acuerdos de cooperación y desarrollo comunes que eviten estas mezquinas disputas es una realidad que habla por sí sola. La integración latinoamericana que han reivindicado los grandes próceres de la historia de nuestro continente y que pretenden cobrar vigencia los numerosos acuerdos multilaterales tales como UNASUR y CELAC parece estar lejos de ser una realidad concreta a la luz de estas disputas territoriales de las cuales el diferendo Colombia-Nicaragua es otro ejemplo.

Tanto Chile como el Perú han declarado públicamente que van a acatar plenamente el fallo de la Corte, cualquiera que éste sea, lo que habla de un compromiso cierto de ambos países con la justicia internacional, por tanto, no se comprende el sentido que tiene citar al Cosena, organismo fundamentalmente militar creado por la dictadura para tutelar al poder civil, y que se ha convocado en escasas oportunidades, la última el 2005 por el ex presidente Lagos con motivo del arreglo unilateral de los mapas por parte del Perú.

Como humanistas siempre hemos sostenido que hay que dar un vuelco en las políticas de relaciones exteriores de todos los países de la región, en el sentido de lograr una verdadera integración que nos haga planificar el futuro con una mirada común, construyendo confianzas mutuas, proyectos de cooperación y desarrollo conjuntos, zonas de explotación compartidas, alianzas y emprendimientos comunes, etc.

Esta nueva óptica que va mucho más allá de los intereses económicos, y que abarca también la esfera social, cultural y humana, nos permitirá sanar definitivamente las heridas dejadas por las guerras pretéritas que aún nos dividen, y que se expresan en estos diferendos que exacerban odiosidades que en nada contribuyen a la construcción de un futuro mejor para nuestros hijos.

Lo fundamental es lograr una verdadera integración que nos haga planificar el futuro con una mirada común centrada en lo humano.

*Investigador Centro de Estudios Humanistas CEHUM-Alétheia, Chile.