Pressenza entrevistó a Mario Aguilar Arévalo, dirigente del Colegio de Profesores de Chile y uno de los fundadores del Movimiento Refundación, que obtuvo el 3° lugar en las elecciones recientes del gremio docente, instalándose como una de las sorpresas electorales. Conversamos sobre esas elecciones y el futuro del profesorado.
El colegio de Profesores es uno de los gremios más grandes de Chile y por lo tanto sus procesos electorales siempre concitan bastante atención en el país. El Movimiento Refundación y usted en particular obtuvieron una votación muy significativa ¿cual es su balance de estas elecciones 2013?
Yo he quedado muy preocupado, en realidad hay poco que celebrar. Es cierto que nuestro movimiento porcentualmente ha crecido de manera significativa pero el nivel de abstención ha sido muy grande y eso refleja una crisis que no podemos soslayar. Los que han salido celebrando un supuesto triunfo, deberían mirar el número de votantes que hubo y entonces mostrarse un poco más moderados ya que la autocomplacencia puede resultar muy dañina; dicho de otro modo, lo que se requiere hoy es aumentar los niveles de autocrítica y bajar los niveles de autocomplacencia.
Personalmente podría sumarme a esas «celebraciones» ya que he sido uno de los pocos dirigentes que ha aumentado la votación personal, pero me parece que un mínimo nivel de responsabilidad con el gremio impide sumarse a esas ficticias celebraciones.
¿Y a que atribuye usted esa baja participación?
Yo creo que el Colegio de Profesores ha perdido peso y representatividad. En Chile hay 200.000 profesores ejerciendo en el sistema escolar y el padrón de votantes para esta elección fue de 53.000 colegiados; ese número ya es bajo y aún así votaron efectivamente cerca de 20.000; si alguien supone que esos números son satisfactorios está muy perdido. En mi opinión se ha tocado fondo y si no se asume que es urgente hacer cambios muy profundos, entonces entraremos a una situación de crisis terminal y eso es una pésima noticia. Nosotros al menos no estamos disponibles para hacer como que nada pasara y seguir manteniendo un irresponsable status-quo.
Ustedes plantearon una diagnostico similar durante la campaña ¿por qué no logaron ganar?
Le voy a responder con una sinceridad tal vez poco usual, a nosotros como Movimiento de Refundación nos falta desarrollo; en donde hemos estado y las profesoras y profesores han conocido directamente nuestras propuestas, hemos obtenido un gran respaldo, en algunas comunas ganamos por paliza a quien nos siguió; pero hay muchas comunas donde aún no hemos podido llegar y ese en esos lugares donde se produce la diferencia. Esa es una deficiencia nuestra y tenemos que reconocerlo.
Por otra parte, en esta elección hubo prácticas que yo había visto antes y que son muy discutibles. Por ejemplo, enviar sobres con propaganda electoral de ciertos candidatos y acompañados de «regalitos»; o que algunos candidatos oficialistas tuvieran acceso a los teléfonos de los domicilios particulares de colegiados y les hicieran llamadas directas para conseguir su voto; en una comuna de la Región Metropolitana una Concejala iba a buscar en su vehículo particular a profesores jubilados para llevarlos a votar, lo que se conoce como el vulgar «acarreo»; me parece muy lamentable que las prácticas del más burdo clientelismo se nos instalen en el gremio, viene a ser como la llegada del estilo UDI al gremio y eso es lo peor que nos puede pasar. Hubo una cierta desesperación en el «establihment» del gremio y se llego a usar estos muy discutibles procedimientos. Hay también algunas irregularidades que estamos reclamando por los canales institucionales establecidos, en caso de no ser acogidos no descartamos recurrir a la justicia ya que hay malos procedimientos que nos parece sano que queden validados.
Pero sin perjuicio de todas estas «rarezas», lo principal es que nos falta mayor desarrollo y esa es la tarea a la que debemos abocarnos en los próximos tiempos.
-Y entonces ¿qué se viene ahora para este importante gremio?
A mi me parece que hemos tocado fondo; vamos a tener un presidente nacional elegido con poco más de 2.000 votos, es decir, no más del 1% del profesorado en actividad, una situación paupérrima. Pero ese mismo cuadro negativo es lo positivo, de acá en más solo podemos mejorar, difícilmente podamos empeorar. Lo que quiero decir es que esta crítica situación es también una oportunidad para producir los cambios de fondo que se requieren, de hecho es lo que nuestra lista propuso en la campaña; yo espero que pasado unos días de las elecciones, con la natural calma que debe llagar, aparezca la necesaria reflexión y aquellos que celebraban asuman el crítico cuadro en que nos encontramos. Nosotros estamos plenamente dispuestos a apoyar un proceso de reformas profundas en la organización para recuperar una fuerza gremial que es absolutamente necesaria para lo que se viene con la educación chilena.
-¿Qué es eso que se viene en la educación chilena?
Hay una serie de demandas pendientes, casi todo lo que ha exigido la sociedad chilena para la educación sigue sin una solución real. Algunos suponen ingenuamente que con el próximo gobierno esas demandas van a ser implementadas rápidamente y parecen creer que la «buena letra» que han hecho con las cúpulas partidistas de la Nueva Mayoría les dará un privilegio para aparecer como gestores de algunos logros en esa dirección. Si alguien está pensando así es una ingenuidad o derechamente actúa de mala fe. Son muchos los intereses creados para que la industria educativa siga incólume o a lo más se generen algunas reformas menores que no afecten significativamente el negocio. En mi opinión, la única forma de avanzar con las demandas es fortaleciendo el movimiento social y ello requiere de un gremio docente fuerte, creíble e influyente; solo con un movimiento social que se haga escuchar se podrá avanzar con esas demandas; no será por «buenas relaciones» o «buenos contactos en el gobierno» que se avanzará. Obviamente en algún momento hay que sentarse a conversar con el poder para concretar las soluciones que se buscan, pero es distinto si te sientas con el respaldo de un movimiento social activo y movilizado que si lo haces sin ello; en el primer caso, eres vocero de esas demandas y estas ahí para hacer valer la fuerza de ese movimiento; en el segundo caso entras a «negociar» sin fuerza y terminas siendo coptado por el poder para actuar de acuerdo a sus intereses y prestando tu supuesta «representación» para validar las maniobras que se hagan en esas esferas del poder.
¿Y qué papel juega el humanismo en todo este cuadro?
Los profesores humanistas fuimos gestores y fundadores el Movimiento Refundación al interior del gremio; un movimiento que ha crecido y se ha desarrollado con mucha fuerza; una de sus características desde su fundación es su carácter plural, diverso e inclusivo, esa es en realidad una de sus mayores fortalezas, no hay hegemonías y se defiende la plena autonomía del movimiento social de la manipulación de los partidos y cúpulas políticas; por eso hemos crecido y la gente nos cree. Todo eso es concordante plenamente con la concepción humanista, señalada por Silo en su obra «Cartas a mis amigos» donde expone la tesis de que el partido político es un instrumento al servicio del Movimiento Social y no a la inversa como suponen las ideologías más tradicionales; es precisamente esa concepción la que aplicamos plenamente en el Movimiento Refundación y sin duda ha sido muy acertado habernos guiado por esa concepción.
– ¿Y qué proyección tiene el Movimiento Refundación en lo que viene?
Tiene un papel muy importante que jugar, más aún si nuestro diagnostico de hace algunos años sobre la crisis profunda del gremio se ha confirmado plenamente. Tenemos que ampliar las bases de este movimiento, ampliar también su campo de acción, nos interesa también trabajar en la refundación pedagógica, la idea fuerza de una nueva escuela es también muy sentida por nosotros. Yo creo que debemos convocar a la conformación de un gran movimiento pedagógico que apunte a construir un nueva educación, un nuevo gremio, una nueva escuela, un nuevo rol docente. La educación tradicional se cae a pedazos y hoy nadie lo pasa bien en el sistema escolar; la estandarización de la educación, la obsesión por los rendimientos, la pérdida de sentido, las relaciones de competencia extrema, son expresiones de un sistema enfermo. Ciertamente hay que recuperar al gremio de su extrema debilidad actual, pero no solo para poder luchar en mejor forma por los derechos docentes, también para trabajar con decisión por instalar una nueva educación, una verdadera EDUCACIÓN (así, con mayúsculas) y no esta educación empobrecida y empequeñecida que tenemos hoy.