Amiga, lamnien, terminasteis de morir en noche buena, trágicamente ahogada en el maldito embalse de la represa Ralco -a la que te opusisteis con esa fuerza y lucidez que marcaron este país para siempre. Digo “terminasteis de morir” porque la agonía y violencia duró mas de diez años, comenzando en diciembre de 2002 cuando sucumbistes a las presiones de algunos cercanos y ese amor tremendo por tu único hijo, al que quisisteis ayudar dejándole ese migajas de oro de Endesa, que bien comprendías -y tanto nos repetías- no eran nada comparado con el sol y las estrellas que tan claramente alumbraban vuestras tierras en las altas cordilleras del cajón del Biobio.
Hemos recordado tus palabras en diveros lugares, entre otros en la Plaza de la India de Santiago, adonde se recuerda a Mahatma Ghandi, ese otro gran luchador que muriera trágicamente. Lo hemos hecho asi porque tú Nicolasa, eres una de nuestras Gandhi: personas que con su fortaleza espiritual se enfrentan valientemente a los más poderosos. Como lo era tambien Clotario Blest, quien en plena dictadura comenzó a organizar en el mismo lugar homenajes al pequeño gigante de la no-violencia.
Me resisto a recordarte como vencida y traidora a nuestros principios Nicolasa, porque no es eso lo esencial de lo que tú eras y no es lo que has significado para Chile. Fue una debilidad claro, pero perfectamente entendible -aunque quizas no justificable- dadas las presiones y la injusticia rampante de los tribunales, que muchas veces no merecen su nombre y que, a pesar de decirles al puñado de mujeres Pehuenche que se resistían al proyecto hidroeléctrico que estaban en su justo derecho, y que nadie las podria sacar en contra de su voluntad, dejaban que creciera el gigantezco muro de concreto de la represa Ralco desde 2004 taponea al legendario río Biobio.
Y porque tú comprendisteis tu error, no pudisteis vivir nunca más en paz. Tu visión terrenal de a poco se fue apagando, mientras buscabas sociego con esas vapores que a la larga tan poco ayudan.
Pero tranquila Ñaña. Tú has vencido a Endesa, y tambien Nicolasa, has vencido a la muerte. Porque una de las maneras de vencer a Esa que siempre acecha, es por las acciones y obras coherentes y válidas que no terminan en sí mismas, ni en uno mismo, sino que permanecen y se multiplican.
¡Y vaya que siguen resonando tus lúcidas palabras¡, dichas con esos dignos gestos de mujer Mapuche-Pehuenche reconocibles para siempre por toda la generacion que hemos vivido esta corrupta e insuficiente transicion chilena.
¡Si a todos dejabas con la boca abierta amiga!, hasta a los ex-presidentes Lagos y Bachelet, que fueron capaces de recibirte, pero que no se la jugaron ni por ti ni por tu Pueblo, como si lo hicieron los cientos que llegaron a acompañarte al Alto y que compartieron horas contigo al lado del inolvidable fogón, las largas marchas y los osadas acciones directas en los caminos y predios que habia invadido Endesa. Intuyo te habrás enterado perfectamente de la cantidad de personas que te hemos recordado y homenajeado en las calles de diversas localidades.
Me uno entonces al amigo Claudio Escobar, el que tanto te admiraba que le puso tu nombre a su primera hija, y que te dijera que no lo cambiaría cuando lo llamasteis culpable, pensando que tu error opacaria tu dignidad y lucidez.
“Me declaro (en colectivo) vencedor en el Alto Biobío” dijo hace poco Claudio en las redes virtuales.
De acuerdo.
Nos cambiasteis la vida Nicolasa Quintremás Calpán de Ralco-Lepy (como a tí te gustaba decir para no olvidarte de tu cordillerana comunidad Pehuenche). Y tus palabras las recordaremos aun más y las volveremos a escuchar, la rescataremos en las docenas de videos y documentales que por allí circulan. Cómo aquellas que dijisteis en una manifestación en Santiago de Chile:
“Tenimos que unirse, adonde hay actividad vamos a estar todos: entonces vamos a defender la tierra, defender las aguas, defender los ríos, defender las causas que tenimos, pero que sean unidos, UNIDOS. Que sean hombres, que sean mujeres, niños, jóvenes, mujeres jóvenes, todos tenemos que defender la Tierra, porque nosotros vamos a vivir para siempre.
El que dejó el mundo, que le dicen Dios ustedes, nosotros decimos Chachao. Ese fue el que dejó el mundo, ese fue el que dejó la luz, el sol, las estrellas de la luna. A nosotros nos interesa eso, a mí no me interesa la riqueza de Endesa”.
Y, por supuesto, junto a tu hermana Berta y miles de otros Mapuche y Chilenos seguiremos luchando para que vuestra (nuestra) tragedia no se repita.
Por eso, y a pesar de todo, ¡vencistes!¡vencimos!
Gracias y nos estamos viendo querida amiga.
*El autor es periodista y escritor, publicó «Biobio Rebelde, de Ranquil a Ralco», Editorial Ceibo