Por Ernesto H de Casas. Mendoza, diciembre 2013
Vi recientemente una entrevista al científico chileno Prof. Vargas, hablando de muchas cosas, que en un momento alude a una rueda de estudiosos, donde uno de ellos, de origen asiático, les dice al resto: ”… Porque Uds. tienen la teoría de Dios…”, “__Bonito, ¿cierto? “Acota el explícito profesor. Pocas veces una simple mención me ha parecido tan interesante e inteligente. Así es la cuestión: En occidente se tiene, como cierta, la creencia en la existencia de Dios. Y como dice el mismo entrevistado “__ que está instalada hasta los huesos”. Aunque algunos descrean a veces o no crean directamente, en ningún momento se presenta como una teoría, la cual podría ser, o no ser… Eso da más libertad.
Y así se va por la vida con algo dado por muy cierto, llegando al dogma, pero que no se manifiesta como tal, ni se la admite, ni se lo duda. Hasta en el ámbito académico cada tanto aparece como algo indudable; recuérdese aquel dicho eisteniano “__Dios no juega a los dados”. Pues no se atrevería esta entidad a confrontarse con el azar ni mucho menos. Eso es algo firme, y consolidado. Otra vez, esa evasiva partícula ‘el bosón de Higgs’, es conocida popularmente como ‘la partícula de Dios’ (¿?). Entonces, cuando falta (o sobra) algo, se recurre a Dios como lo más cierto. Aunque a veces, muchas, se duda. Por ello, si lo viéramos como una teoría, como en todas, habría que demostrar todo al respecto; aun cuando temporalmente sirva para constatar ciertas cosas. La teoría misma de la relatividad, según entiendo está aún por demostrarse, algo nada fácil con lo del tiempo curvo y demás. Y no hablemos de los cuantos, actuando en ese micro mundo subatómico, lleno de probabilidades cuánticas, a demostrarse también…
Bien, Silo nos lo simplifica, aunque pueda provocar cierta zozobra: dado que se cree y se descree, se manifiesta y se oculta, no parece claro el tópico. Por lo menos- nos dice-, “Dios es algo no seguro” (en la Mirada Interna, texto de su autoría), y con su simpleza nos suscita un serio sinceramiento. Aparte, especifica también, que eso de su existencia o no “__ ni pone ni quita en el problema fundamental del ser humano que es el sufrimiento”. “Ese no es el tema”, insiste; con lo cual nos hace ver que nos habían instalado un tema central ¡que no lo es! Menos mal que con las crisis ya se desplaza.
De considerarse así la cuestión, como que haría disminuir el sufrimiento humano y aumentar el sentido en la vida, sería entonces como una suerte de teoría existencial a tenerse en cuenta. Pero no es el caso. Y viendo cómo se demuestra o cómo se lo experimenta, resulta dificultosa tarea al partir creencias y de la fe. Porque si es una cuestión de fe, ¿cómo se lo registra?
Sabemos que hay numerosas concepciones – allá en la historia -. El Dios hebreo se enfada muchas veces con sus acólitos porque lo han dejado de lado y optaron por otras deidades más convenientes, en un momento dado. Es entonces exigente. Y el Alá musulmán pide sumisión, una fe de entrega y sumisión total, restándose todo libre albedrío; o sea, que de teoría poco y nada. Los hinduistas con sus deidades tan integradas al paisaje sicológico – sea Brahma, Shiva o Visnú, Cali, o Krishna- , considerar el asunto es que ni se lo plantean. Los chinos tienen un vaporoso tian en los cielos que pareciera dejar todo esto un poco a la deriva. Quizás por eso sean tan suyos.
En fin que esto es muy antiguo, pues el origen de la palabra estaría al parecer términos indoeuropeos…
Lo cristiano, es decir, católico-ortodoxo-protestante, está presente de muchos modos, desde la creación hasta el pan nuestro de cada día (que se debate aún en pleno siglo XXI). Cubriendo un amplio espectro desde la cosas celestiales a las infernales. Santos han habido, pero lo que no se entiende para nada son tantas monstruosidades perpetradas con el dogma de un Dios (una Iglesia, un Estado) incuestionable… lo que también sucede en el Islam, y…
Además, a veces surge el llamado ‘silencio de Dios’ que es cuando los creyentes no encuentran respuesta, aumentan entonces los no creyentes, y ahí va la ida y venida del teísmo y ateísmo. Como quienes hace unos años decidieron publicitar su derecho a ‘no creer’, disponiendo unos carteles con: “Sonría, tal vez Dios no exista” (implicando que al no ser observados, controlados, censurados uno puede ser más feliz), algo de de interés, sin duda. Es todo un movimiento de estudiosos que buscan escritos, mayormente europeos, en donde no figure la fuente religiosa y han encontrado varios textos y autores, Un profesor francés, especializado en ello, da una cátedra, en la provincia, ampliada al público en general exponiendo el tema; alcanza veces una audiencia de unos 600 alumnos por clase… Tal es el interés por lo no religioso. Aunque el asunto de lo sagrado sigue inquietando, ya algunos autores del siglo XX, próximos a la problemática y condición humana, aseveran que es de suma importancia ‘su vinculación con lo divino’. Ahí está eso.
Lo que ya trataba el mismo Aristóteles, hablando del consuelo que dan los dioses (pues había más de uno) ante el ‘problemita’ de la muerte. Y en eso coinciden muchos creyentes, cuando dejan de serlo, se acaba el consuelo, la protección y –dicen- hay ‘que pensar por sí mismos’. Sobre todo ante las innumerables adversidades que se presentan a las personas, las familias y, obviamente, a las sociedades atribuladas. Se preguntan: “Si Dios existe, ¿Por qué permite todo esto?”. Fin de los argumentos.
2.-
Seguramente todo esto empezó hace tiempo con ese registro de búsqueda de certezas, de cosas fijas, que den respuesta, que completen la conciencia y, el mismo registro de un objeto tal cuesta conseguir, pues se hace huidizo y no pocas veces se lo externaliza, y se afuera lo sagrado. Así son varias las concepciones que desvirtúan lo verdaderamente humano, pues todo eso es ‘de suyo’ humano, de su interior.
A mí me gusta Silo cuando nos habló de una suerte de Inteligencia universal, que se puede sentir, captar, en todo lo que existe, y, más recientemente, cuando destaca la dirección de las cosas, que se hace patente en el macro y micro universo como la intención evolutiva, inscripta en la dinámica que va desde la ameba a las galaxias remotas. Quizás, me digo, a lo mejor, al haber captado eso fue difícil asirlo abstractamente y se representó mejor, traducido con una categoría de deidad. Quizás.
A propósito, nos habla en extenso de todo ello justamente en su artículo ‘El Tema de Dios‘(en Habla Silo). Y anteriormente, ya nos había mencionado al ‘dios interior’, por llamarle así a lo interior potente, y nos recordaba que los griegos lo referían con lo del dios ignoto, pues ya lo tenían presente en ese poblado Olimpo: lo interior ya tenía su lugarcito. Aunque no falta quien le diera otra interpretación.
Más fácil, como decía un querido profesor de filosofía, “__ después de todo, Dios bien puede ser como un familiar cercano…” Puestos a teorizar, es posible.
Aún más me gusta en una arenga prohibida del 69 cuando Silo nos dice algo como que ‘Cuando se diluye la cosa de dios, de otros poderes y referencias ¿Qué surge? ¡Lo humano! ¡Por fin el ser humano!’ Solo, sin apoyos transitorios, sin muletas, consciente de sí mismo, con su valentía de ir así por el mundo: sin dioses provisorios, asumiendo su propósito en su andadura-con-los-demás, y, cómo no, en su dirección evolutiva.
Quizás por ello Silo ya no nos habla de la deidad, no es necesario, según El mensaje, podemos acceder a lo sagrado por uno mismo, en lo profundo poético e inspirador. Y estamos libres de creer o no creer, después de todo es la libertad lo que interesa, ir ya sin dependencias…
Ante esto, quizás alguien nos dijera: es como otra teoría, la del ser humano todopoderoso… Y, sí, la verdad, podría ser. Incita a confirmarlo. El ser humano asumiéndose como tal, cuenta con todo lo que necesita, está ¡totalmente equipado! Irá a sus profundidades, tendrá sus propias revelaciones y, tal vez, siguiendo un destino mayor será libre y dueño de su destino, ¿Por qué no?