Por Timoleón Jiménez y Nicolás Rodríguez Bautista
Nunca como hoy ha sido tan inmenso el clamor de millones de mujeres y hombres de Colombia, desde los más diversos sectores, por una paz auténtica. Es cierto que ese hecho no borra las distancias entre los adversarios en el campo de combate, pero indudablemente obliga a concluir que la guerra que hemos librado durante más de medio siglo, no es la salida más conveniente para el país. El camino correcto es el de la paz, la reconciliación cimentada en la justicia social, capaz de superar las causas que originaron el terrible conflicto que consume hoy a Colombia.
En estos días de navidad los compatriotas insurgentes de las FARC-EP y el ELN enviamos a todos los colombianos un saludo respetuoso y sincero, al cual añadimos nuestro ferviente deseo por un fin de año pletórico en caminos de paz.
Si alguien en Colombia quiere la paz, es precisamente la insurgencia. Son ya más de cincuenta los años que cumplimos resistiendo esta guerra. Sea esta la oportunidad para expresar de modo sencillo tres criterios básicos que a nuestro juicio nos permitirán alcanzarla:
Un proceso de paz es exitoso si cuenta con la participación activa de toda la sociedad, o al menos de sus grandes mayorías.
La paz significa justicia, equidad social y democracia.
Los guerrilleros colombianos tenemos plena disposición a asumir los retos que nos exige una paz así.
Corresponde a la sociedad colombiana en su conjunto, realizar el más grande esfuerzo para lograr que se atienda y concrete el llamado de diversas organizaciones y personalidades nacionales e internacionales, a acordar un cese bilateral del fuego y las hostilidades. La población colombiana que vive en medio del conflicto así lo requiere, y ello sería la mejor demostración de que en verdad las partes enfrentadas estamos por la paz.
Finalmente deseamos compartir con ustedes el más sentido homenaje de reconocimiento al indiscutido líder mundial por la paz Nelson Mandela, de quien mucho tenemos que aprender en este proceso por la paz de Colombia