«Toda idea en movimiento se convierte en una aurora»
Louise Michel
Estoy viendo (imaginando, quiero decir) la sonrisa en la cara de mis amigas feministas. Myriam, Mariam, Sara, Sofía, Alejandra, Gladys saben, porque me conocen bien, que la cita de la militante comunera anarquista con que encabezo estas reflexiones es un homenaje a ellas también. Pero no vayamos tan rápido. Antes debo cumplir. En mi textículo anterior prometí referirme a «la grieta», ese supuesto disvalor periodístico instalado en la agenda por cierto comunicador fecal desde una de las tarimas que le prepararon sus patrones para premiarlo por los servicios prestados.
Según él se ha producido la tan mentada grieta (a partir de ahora así, sin comillas) entre nosotros, los colegas, y la sociedad, por obra y gracia, o desgracia, del kirchnerismo que, infectado de odio visceral, no ha hecho otra cosa que abrir una zanja entre amigos, parientes, clientes, deportistas, artistas, amas de casa e intelectuales. Y esa zanja parece agrandarse en la medida en que se suceden las iniciativas gubernamentales y la iracundia opositora, encabezada por las letrinas mediáticas (sí, estoy un tanto escatológico, lo noto. Debe ser la resaca de la lectura de «La materia oscura. Historia cultural de la mierda», de Florian Werner, Tusquets, 2013). La cuestión tomó más relevancia cuando mi querido y admirado colega Reynaldo Sietecase salió a cruzar al bicho bolita de Clarín, pero admitiendo la existencia de la grieta con valor negativo. Reynaldo, un tipo de inclaudicable coherencia ética y honestidad a lo largo de su trayectoria profesional, se mostró preocupado por el problema y destacó que quienes instalaron en la agenda el tajo social no hacen otra cosa que ampliarlo.
Me permito discrepar con él sólo en la caracterización axiológica del fenómeno. La grieta existe, sí, pero la vivo como una de las grandes virtudes necesarias de estos tiempos. Sobre todo, para quienes hemos sido abrazados por la pasión de la comunicación, pero no solamente. ¿Cómo no abrir un abismo entre quienes vemos una luz de inclusión en la Asignación Universal por Hijo y quienes la ningunean o llegan al exabrupto del senador radical mendocino, Ernesto Sanz, que declaró que ese dinero se iba por la cloaca de la prostitución y el juego clandestino? Ni qué hablar de la señora que en el supermercado, mientras espera que le cobren, con el changuito atiborrado de mercadería, despotrica contra los benficiarios de los planes sociales a quienes tilda de vagos, en los casos más suaves. Podría seguir, por ejemplo, con la repatriación de más de mil científicos nacionales, la creación de nuevas universidades públicas, el plan de viviendas PRO.CRE.AR, la línea aérea de bandera, YPF, los nuevos jubilados y su recomposición salarial dos veces por año, según manda la ley y así hasta llenar varias pantallas del ordenador.
El meollo de este debate es: opinar o mentir. Varias veces mis opiniones no coinciden con las de Reynaldo, por ejemplo, pero ninguno de los dos caemos, ni caeremos, en la zancadilla moral de la mentira o el ocultamiento de una verdad, que es más o menos lo mismo. Él dijo que, desde este lado de la grieta, en ciertos casos se «defendía lo indefendible». Puedo llegar a admitir que algún colega confunda obsecuencia con coherencia y pensamiento crítico con homenaje místico, pero aun así, está emitiendo opinión, nunca mintiendo. Porque si miente ya no es un miembro de este lado de la grieta sino un fanático, esa lacra que arruina toda actividad humana.
Vuelvo al principio, a la sonrisa de mis amigas. El fin de semana pasado fuimos sorprendidos. Gratamente. Nuestra compañera y co-conductora de «El Candil», en Radio Nacional Mendoza, fue designada Directora de Promoción de Derechos Humanos de la provincia. Natalia Brite, de ella se trata, sabe, como Louise Michel, que las ideas que no tienen movimiento son dogmas y que éstos son un escollo para cualquier proyecto de inclusión y equidad, sobre todo, en un tema que es columna vertebral de la década que todavía estamos construyendo. Aprendimos a quererla desde su «histórica altura»: es más bien petisa, bien formada, madre excelente y compañera maravillosa de Ernesto. Estamos seguros de que, como el personaje-grieta de la recuperación argentina, no piensa dejar sus convicciones en el umbral de entrada de su oficina de la calle Delgado de la ciudad.
El título de estas reflexiones puede sonar atrevido y presuntuoso. ¿Quién soy para decirle al emblema ético por excelencia del siglo XX que se quedó corto? Es que cuando emergen mujeres de la talla de Natalia (no es cargada, me refiero a su ejemplo moral) me surge la pregunta. El Comandante Guevara, inspirador del concepto del Hombre Nuevo, ¿no debió incluir a las mujeres al manifestarlo? Con el antecedente de Olimpia de Gouges en el siglo XVIII y el de las Madres en nuestro pasado reciente, me confirmo que sí, se quedó corto.
Pero el Che, como Natalia, capullo de Mujer Nueva, y «muchos más que dos» celebramos vivir esta época de grietas en las que caen máscaras y florecen, desde el fondo de su hendidura, nuevos brotes.
En «El aromo», don Ata canta «Hay un aromo nacido/ en la grieta de una piedra./ Parece que la rompió/ pa’salir de adentro de ella». Que así sea.
Julio Rudman
http://www.julio-rudman.blogspot.com
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