Por Hisham Allam
“Los subsidios del mundo árabe son grandes y reflejan el amor hacia el pueblo de Egipto, pero no podemos depender de eso para construir una economía que sea capaz de competir con otros países”, dijo la economista Alia el Mahdi.
De ese modo explicó la situación económica egipcia después de que el actual gobierno solicitó reiteradamente ayuda financiera de los países del Golfo.
“Nuestra dependencia de ellos no debería exceder la asistencia temporaria, y no debería convertirse en el pilar de la economía nacional solo para obtener una mejor calificación crediticia internacional”, agregó.
La calificadora de riesgo Standard & Poor’s elevó el 15 de noviembre su nota a corto y largo plazo en términos de crédito en moneda local y extranjera para Egipto, de “CCC+/C” a “B-/B”, con una perspectiva de calificación “estable”.
Al recibir en octubre al primer ministro de Egipto, Hazem el Beblawi, el viceprimer ministro de Emiratos Árabes Unidos, jeque Mansour Bin Zayed Al Nahyan, advirtió que el apoyo árabe a El Cairo no duraría mucho, por lo que el nuevo gobierno egipcio debía buscar “soluciones innovadoras y poco convencionales”.
El Mahdi, exdecana de la Facultad de Economía y Ciencia Política de la Universidad de El Cairo, señaló a IPS: “Las Fuerzas Armadas deberían dejar de financiar la economía nacional y volver a su misión esencial, que es mantener la seguridad en las fronteras”.
Según ella, las inversiones extranjeras prácticamente se fugaron de Egipto, como reflejan las pequeñas cifras que manejan expertos e inversores de otros países que asisten a conferencias y seminarios sobre economía en el país.
“Si queremos que vuelvan, entonces no hay más alternativa que la estabilidad política y la seguridad”, planteó El Mahdi.
“Las pequeñas industrias de Egipto, que representan 87 por ciento del volumen de las plantas industriales y 13 por ciento de la producción, se están viendo muy perjudicadas”, añadió.
El gabinete de El Beblawi tuvo una gran oportunidad de frenar la crisis económica que exacerbó el gobierno del derrocado presidente Mohammad Morsi (2012-2013), “pero no lo hizo”, sostuvo la experta.
Salah Gouda, director del Centro de Estudios Económicos en El Cairo, dijo que “el actual estado de la economía de Egipto se ha convertido en un desastre que requiere una intervención inmediata para salvarla antes de que sea demasiado tarde”.
“Las reservas monetarias bajaron de 36.000 millones de dólares en enero de 2011 a 22.000 millones de dólares a fines de noviembre de 2011”, señaló. “Luego descendieron a 13.600 millones de dólares para marzo de este año, debido a que, al no aprovechar a pleno la capacidad de producción, aumentaron las importaciones”.
El desempleo llegó a 15 por ciento, lo que significa que en este país de 84 millones de habitantes hay alrededor de 10 millones de personas sin trabajo, señaló Gouda.
“Todos esperaban mucho del gabinete de El Beblawi, quien prestó juramento luego del golpe militar del 3 de julio contra Morsi”, explicó. “Pero todas las crisis que azotaban a los egipcios mientras Morsi estuvo en el poder siguen existiendo: la escasez de gas, la congestión en el tráfico, la falta de seguridad, incluso los accidentes ferroviarios”.
“Puedo decir que los primeros 100 días del presidente interino Adly Mansour se han parecido a los primeros 100 días del presidente Morsi. Ambos fueron decepcionantes”, dijo Gouda a IPS.
Según él, el régimen actual desperdició el apoyo público después del levantamiento del 30 de junio, además de los 12.000 millones de dólares con que lo habían ayudado los países del Golfo.
“Pese a todo esto, el desempeño del gobierno fue débil, y los ministerios trabajaron meramente para atravesar el periodo actual sin quedar expuestos a cuestiones legales luego”, analizó.
Ahora, las Fuerzas Armadas tienen en sus manos las riendas de Egipto en muchas áreas, especialmente la economía. “Los militares tienen mucho interés en mantener su prestigio”, señaló Gouda.
Otro problema que enfrenta el régimen actual, dijo, es que “después de que las inversiones extranjeras se fugaron a causa de la falta de seguridad, muchos empresarios pertenecientes a la Hermandad Musulmana o partidarios del presidente derrocado decidieron retirar su capital para asestar un golpe económico al sistema actual, y en cierto grado lo lograron”.
Ali Fayez, exdirector de la Federación de Bancos Egipcios, dijo a IPS que “el sistema bancario dejó de financiar pequeños y grandes proyectos, lo que hizo que cientos de empresarios quedaran en las listas negras de los bancos por su incapacidad de pagar algunas cuotas”.
“Los subsidios europeos y del Golfo son vitaminas y analgésicos”, sostuvo. “Sería mejor que le inyectaran a Egipto inversiones reales, porque los resultados serían más sostenibles que los pagos de efectivo”.
“La deuda interna ha excedido todos los límites seguros desde antes de la revolución del 25 de enero de 2011, y todos los gabinetes que gobernaron desde la caída de Hosni Mubarak (1981-2011) dependieron de retrasar y reprogramar los pagos”, dijo Fayez a IPS.
“Ninguno de los gobiernos sucesivos intentó enfrentarlo, y esto se ve como una importante carga para las futuras generaciones”, agregó.
“La única diferencia entre los dos gobiernos, el de la Hermandad Musulmana y el actual, es que el primero dependió de la ayuda de Qatar y de Turquía, mientras que el segundo depende de la de Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Kuwait”, afirmó Fayez.