Entramos en las horas dedicadas a la reflexión previa al ajetreado día electoral en Chile. Los amigos arriesgan pronósticos y apuestan. Los medios de comunicación describen las nuevas urnas de plástico que se estrenarán así como la incertidumbre respecto de cuál será el universo electoral por las nuevas condiciones de la ley que permite inscripción automática y voto voluntario. Todos sabemos que si los jóvenes se levantan este domingo con ganas de sufragar, el país es de ellos y lo gobierna quién haya esgrimido el programa que les parezca mejor. Pero las nuevas generaciones han hecho hasta ahora el vacío a la política y no creen que por vía democrática se puedan cambiar las cosas. La clase política ha mostrado su tremenda ineficacia e insensibilidad respecto de las aspiraciones de la gente con ideales. El pragmatismo, las desigualdades, la pérdida de credibilidad de las instituciones han ido haciendo mella y la desesperanza ha ganado terreno.
En ese contexto es que los humanistas resolvieron hacerse eco del sentir juvenil y poner a disposición de los movimientos sociales su legalidad, su capacidad de trabajo, sus candidatos a los consejos regionales y al Parlamento, a fin de sostener una campaña presidencial capaz de aglutinar el descontento.
Durante todos estos meses se fue construyendo un nuevo movimiento que movilizó a muchos, llenó los corazones de esperanza y puso nuevamente en marcha al motor de la historia: a las nuevas generaciones. Con ellas se construyó el programa de gobierno que seguramente ha sido el que mayor participación haya convocado: más de seiscientos expertos en cada una de las diferentes áreas aportaron con sus conocimientos para terminar redactando un nuevo libro naranja, un programa para gobernar Chile mientras se lleva adelante el proceso de una Asamblea Constituyente que redacte una nueva Constitución para el país.
Se estuvo en las calles y plazas como Movimiento Tod@s a La Moneda, se dio difusión masiva a las propuestas, se las emitió con los spots de la franja televisiva en la que nuestros creativos pusieron sus mejores capacidades, se retomó la militancia con gusto y con ritmo, se estableció contacto directo con muchísima gente, se apoyó a Marcel Claude como candidato presidencial de Arica a Punta Arenas, se logró amplia visibilidad con la campaña pese al obstinado silencio de los medios de comunicación ya que esta vez las redes sociales suplieron en buena parte su función y la gente más joven recogió el guante ante la invitación desafiante de hacer política.
Antes de concurrir a las urnas, evaluando en grandes pinceladas estos meses, quizá lo más notable a destacar es que se ha pasado de un “antes” a un “después”, se ha cambiado de etapa y pese a todas las dificultades que ello conlleva, se ha salido fortalecidos por la coherencia del intento, porque la transformación del país para los humanistas responde a una trayectoria de vida pero también a un anhelo futuro.
Antes de que la curiosidad por los resultados nos arrastre, parece tremendamente destacable todo el trabajo realizado y ello, por sí solo, es puro triunfo!